—Hola Ignazio, ¿Cómo estás? —me preguntaba Natalia mientras caminaba hacia mí. Rápidamente le abrí la puerta, como todo un caballero, para que ella entrara al auto. —Mejor que nunca, ¿y tú, Nati?
Ella traía puesto una blusa manga larga celeste, con un pantalón negro y unos lindo tacones negros. Simplemente hermosa. ¿Yo? Bueno yo me vestí lo más formal posible, con traje.
—Muy bien gracias a Dios. Te ves muy bien, Ignazio —dijo Nati con una sonrisa. Que bruto, yo tuve que decirle eso primero, ahora no sé qué decir. —Tú te ves muy hermosa —dije nervioso, creo que se nota mucha lo nervioso que estoy. — ¿Nos vamos? —pregunté— a lo que ella asintió.
Vamos en el auto y Nati recibe una llamada, la cual contesta inmediatamente, no dejó que sonara ni siquiera tres veces. —Hola Mauricio —dijo ella— ¿cómo estás? Ya entiendo su afán por contestar, es ese tipo. Sin exagerar, duraron todo el camino hablando por celular, y yo, pues duré todo el camino pensando en cómo haría para que era chica se fijara en mí.
Hemos llegado, Nati. —Chao Mau, luego hablamos, cuídate —dijo Nati al celular.
Rato después, salimos del teatro y simplemente la pasé muy bien con ella. — ¿Qué te pareció la obra? —le pregunté con interés— a mí me hizo reír mucho, pero viste ese chico que se cayó? —añadí.
—La pase muy bien, no paraba de reírme, y claro que lo vi, fue la mejor parte, aunque no fuera parte de la obra —dijo mientras reía.
Esa sonrisa que tenía, era tan hechizante, ¿cómo voy a hacer para que se fije en mí? Comparemos, soy un chico de Italia, millonario, vive con su madre, cabello oscuro, ojos oscuros, cejas tupidas, blanco, bigote, barbita, un arete en mi oreja, canto pero en la ducha, aunque mis amigos y yo tenemos buena voz. Y el tal Mauricio, macho con pinta de estadounidense. ¿Cómo competir con eso? Los machos gobiernan el lugar, el 99,9% de las chicas prefieren a los machos, ojos claros y musculosos, será una reto que debo asumir, aunque muera en el intento.
— ¿Te parece si vamos a comer? —le pregunté. —Si no es molestia —respondió, tan linda como siempre.
—Claro que no. — ¿A dónde quieres ir? —le pregunté.
—No lo sé, a donde tú quieras —respondió. —No no, dime tú, tú eres la que conoce más de restaurantes en esta zona. Elige tú, Nati.
—De acuerdo —respondió— hay un lugar que se llama el burro loco, es muy barato y además rico, venden comidas muy variadas. Así no gastas mucho dinero.
Vaya, es la primera chica que me dice esas palabras, que no piensa en ella misma, no le interesa algo caro, solo quiere pasarla bien, no piensa en aprovecharse de mi dinero. Por eso me enamora cada día más, aunque por ella, gastaría una fortuna y no me importaría.
Llegamos al dichoso restaurante el burro loco, y sí que es barato. Ella sigue masajeando con Mauricio en los momentos que no estamos hablando, cuando estamos conversando deja el teléfono, imagino que es una señal de respeto, pero cuando no tenemos nada que decir lo agarra inmediatamente para hablar con él, vaya, ese chico la debe tener enamorada, creo que conquistarla será más difícil de lo que pensé, pues solo me mira con ojos de amistad.
— ¿Qué desean ordenar? —nos preguntó un hombre con uniforme anaranjado, imagino que es el mesero.
—Tú que quieres, Nati? —le pregunté. —Yo quiero un hot dog y una coca cola, por favor —respondió viendo al mesero.
—Yo quiero lo mismo —añadí.
El mesero se retiró y Nati me volvió a ver. —Dime Ignazio Boschetto, ¿tienes novia? —me preguntó. —No —dije inmediatamente— es que cuando tienes dinero no sabes quién te quiere por lo que eres o por lo que tienes, quería oír su respuesta, para confirmar si era diferente a todas.
—Sí, Gianluca tiene suerte de estar con Ivannia. Esa chica sí que lo quiere, él me ha contado como les ha costado conseguir una mujer que los quiera de verdad —añadió.
—De hecho, él tuvo suerte —respondí— en cambio, Piero y yo, mejor nos dedicamos a otra cosa.
—Ya verán, cuando menos se lo esperen aparecerá la indicada. Pero jamás permitan que una chica se aprovechen de ustedes, no lo merecen. Ustedes son buenos, merecen una mujer buena, que quiera progresar con su esfuerzo y tener su propio dinero, y no una mantenida que quiera progresar pero con el dinero de ustedes.
Listo, eso era todo. Estaba loco por Natalia.
—No sé qué decir, muchas gracias por tus palabras —le dije tímido. ¿En serio? ¿Dije eso tan estúpido? Trágame tierra.
—Y tú, estás conociendo a ese chico, ¿cierto? —pregunté serio.
—Sí, bueno es que llevaba mucho tiempo hablándome, pero nunca le hice caso. Hasta que salimos una vez y pues me agradó mucho. Ahora hablamos seguido y nos vemos en la Universidad —dijo.
Vaya, palabras que me han roto el corazón. —Pero no te creas eh —añadió con todo orgulloso— aun no lo he besado —dijo riéndose.
—Es bueno que se lo pongas difícil —le dije riendo un poco. Espero que no lo bese nunca.
Nos trajeron lo que pedimos y de pronto suena el teléfono de Natalia, logre ver la pantalla. Era él, y bueno de nuevo, Nati contestó de inmediato.
—Dame diez minutos, Ignazio —me dijo— no comas sin mí —añadió mientras tapaba la bocina del celular.
Otra vez ese tipo llamando, la ha llamado dos veces, y las dos veces Nati no duda en contestar, vaya chica, es tan especial, pero es especial con otro chico, eso no me agrada.
En efecto, diez minutos después Nati colgó y se sentó de nuevo. —Lo siento Ignazio, era Mauricio.
Créeme que lo noté.
—Tranquila —le dije— comamos.
—Y bien. ¿Qué estudias en la Universidad? —preguntó.
—Estudio microbiología —respondí— y tú derecho, me imagino, como eres compañera de Gianluca.
—En efecto, es una carrera dura, pero me encanta.
—Ya tengo quien me saque de la cárcel —dije riendo.
—Claro, y gratis por ser tú —me dijo. Tan linda como siempre.
—Mmm vaya, este hot dog está delicioso, tenías razón, está riquísimo.
—Ves, no miento. Debemos venir más seguido, para que pruebes otras delicias.
¿Me está diciendo que sigamos saliendo? O seguro quiere conocerme mejor, pero como amigo, al parecer le caí bien.
—Claro, yo te invito también, no quiero que pienses que te estoy usando para que pagues mis comidas —añadió sonriendo— seríamos como 'compañeros del burro loco'.
Reí, no puedo evitar reírme con ella, es tan inocente que se ve tan incapaz de cometer algún crimen.
—Jamás pensaría eso, y claro que sí, seremos compañeros del burro loco, siempre que quieras vendremos aquí —le dije sonriendo. Si fuera por mí, vengo con ella todos los días.
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Amor desinteresado
RomanceIgnazio Boschetto, chico Italiano que, gracias a su madre, posee mucho dinero. Pero esa ventaja le ha traído muchos problemas en sus relaciones sentimentales, ya que, todas las chicas con las que ha estado se han aprovechado de su economía. Él piens...