El día era algo cálido en Sídney, aunque un viento fresco llegaba desde la costa. Rin yacía sentado en la arena, con las piernas dobladas y las rodillas pegadas a su barbilla. Su mirada rojiza, brillaba como un par de rubíes mientras las lágrimas salían por la comisura de sus ojos. Observaba al mar. En alguna dirección, se encontraba Japón y ahí estaría Haru.
Se sentía demasiado inseguro.
Al parecer, tenía que comenzar a aceptarlo, esperaba un hijo del chico al que se había entregado en un acto de amor. El mismo hombre que no fue tras él después de que su padre lo lanzase fuera de su hogar. El mismo que no lo impidió.
Y ese era uno de los factores por los cuales Rin no había contestado el teléfono cuando el nombre de Haruka junto a un pequeño corazón aparecía en la pantalla. Es decir... No es que Rin no lo entendiera, pero ahora, que ya estaba un poco menos histérico por lo sucedido, se daba cuenta de que, de haberlo seguido, quizá él no se sentiría como una mierda homosexual.
Pero claro, era solamente uno de los factores.
Y es que había muchos. Rin no estaba de ánimo para comenzar a traerlos a su mente, así que tomó una conchita de mar y la lanzó al agua en un intento por distraerse.
El pelirrojo ya había sopesado la idea de contarle a Haruka sobre su embarazo. Pero dicha idea quedó descartada ante un recuerdo de hacía tiempo. Eso era lo que había enviado a Rin a la costa de Sídney para ponerse a llorar mientras se lamentaba de lo patética que había terminado por ser su vida.
Aquello que le impedía hablar a Haru de su futuro hijo había sucedido varios meses atrás, quizá cuatro. Estaban en un punto muy bueno de su relación y hablaban de todo.
Ese día, hacían una video llamada desde el apartamento de Makoto, pues al parecer Haru no había pagado la tarifa de internet y se lo habían cortado. Rin estaba solo en su apartamento a eso de las seis, haciendo una tarea en su computadora cuando el icono de Haru lo marcó como disponible. Sin pensárselo dos veces, había dado clic a la opción de video llamada. Y el pelinegro la aceptó en cuanto llegó la solicitud.
Makoto saludó de inmediato, mientras el fastidio se reflejaba en los ojos de Haru al ser interrumpido, aunque claramente fue momentáneo. El pelinegro había estado por saludar cuando Ran y Ren decidieron que era su turno de aparecer, diciendo que estaban ahí por el fin de semana e impidiendo que el pelinegro pudiese hablar. Entonces Rin soltó una risa.
─No es divertido ─había musitado el ojiazul. El pelirrojo se encogió de hombros, tomando el portátil y poniéndolo en la cama para cambiar su posición de sentado a acostado bocabajo. Aquello hizo que las comisuras de los labios de Haru se elevaran sutilmente.
─Oh, ¿qué dices? Claro que lo es. Hola, Makoto ─musitó el ojicarmín, agitando la mano─. Ran, Ren, ¿Qué tal la escuela?
─ ¡Aburrida! ─Había exclamado la niña de inmediato, haciendo a un lado a Haruka para poder hablar con Rin─ ¿Cómo te va en la escuela, Rin-chan?
─Bien, aunque no lo creas, saqué segundo lugar en una materia. No sé en cual, claro.
─ ¿Enserio? ─preguntó ahora el niño. Rin asintió con orgullo─ Vaya, si eres inteligente.
─ ¿Eh? ¿Lo dudaste en algún momento? ─el pelirrojo sonó indignado, por lo que el menor se sonrojó, negando rápidamente─ Vamos, no es para tanto.
─Lo que sí es para tanto, es que no me dejen hablar con mi novio ─había mascullado Haru, obteniendo una risa por parte de los niños, que se retiraron tras pedir disculpas.
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Bajo la Luna (HaruRin)
FanfictionImposible. Esa palabra describía el asunto por completo, ¿Cuándo, en mil vidas, un hombre podría quedar... preñado? Porque era un hombre, ¿no? En todo caso... No era algo que podría decir, de hecho, ¿Iba a continuar con ello? ALERTA: Historia en ed...