Capítulo 28

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NOTA DE AUTOR: I'm back.

Odio para todos, beibis.

Bajo la luna... ¡Llega a su fin! 

Pero no es este:3

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Junio 27, Tokio, Japón

¿Qué es lo que hubiera sucedido si las decisiones tomadas no hubieran sido equivocadas?

Rin no podía evitar preguntárselo día a día. Odiaba atormentarse, pero no era algo que podía evitar. Levantarse cada mañana y ver a Haru recostado a su lado le causaba alivio, pero también hacía que un sentimiento aflorara en su pecho, haciéndole sentir pesado y atrapado. Pero más culpable que nada.

El tiempo pasaba demasiado rápido para su gusto. Por algún motivo, se sentía ajustado. Sabía de sobra que el tiempo jamás se detendría, pero una parte de su ser necesitaba aplazarlo todo. Una sensación de pérdida inminente le acechaba entre sueños. Rin comenzó a despertar agitado y lleno de sudor, con un escalofrío helándole la sangre.

Haru solía tomarle de las manos y ayudarle a calmarse. Además, las repentinas pesadillas llevaron como resultado el aumento de los ejercicios de relajación que Rin hacía diariamente, sumándole el hecho de que las visitas al psiquiatra habían aumentado.

El pelirrojo no sabía exactamente el qué soñaba, pero, al despertar, el gusto amargo le inundaba el cuerpo. Estaba asustado, porque tenía un presentimiento y no sabía interpretarlo.

—Bien, según lo que me has contado —musitó el psicólogo en su última consulta—, de lo que sientes cada vez que te levantas, experimentas remordimiento y culpa.

—Dígame algo que no sepa —contestó el menor, tallándose el rostro con cansancio.

—Lo que no sabes, es cómo sobrellevarlo. Tienes una idea de qué es lo que te hace sentir así, pero no lo sabes con exactitud. Esto va más allá de lo ocurrido durante el embarazo, porque según lo que me has dicho, no fue solamente por el trato de los padres de Haruka lo que te hizo caer en depresión. Estás guardándote mucho y, al estar en una etapa emocionalmente sensible como lo es el embarazo, todo ese peso termina por atormentarte. Sé que te lo he repetido en cada una de las citas, pero realmente lo siento necesario. Quiero ayudarte, Matsuoka-kun, y para eso necesito que confíes en mí. Más.

Rin se rascó la mejilla, clavando la mirada en el piso. Nunca se había puesto a pensar en lo mucho que soportaba o en qué se guardaba para sí. Era algo que hacía inconscientemente, como si solo pudiera pensar en el daño una vez y después guardarlo en su memoria para siempre, en un lugar que no pensaría en buscar.

Se pasó las manos varias veces por su cabello, intentando sacar del fondo aquello que en verdad lo había llevado al caos. Y todo se reducía a una pregunta: ¿Qué era lo que realmente lo había hecho pensar en el aborto? La respuesta era única también.

Haruka.

Todo su mundo lo era él. Si lo pensaba, eran pequeños detalles que el pelinegro hacía o evitaba hacer lo que provocaba que Rin se atormentara, porque su amor era tal que, aún sin querer, intentaba cada día gustarle más a Haru, sacarle más sonrisas, hacer que lo besara más, hacer que le dijera aquellas frases romanticonas que nunca soltaba. Sacarlo de su confort, hacer que le demostrara que era correspondido.

Porque así de cruel era el amor. Uno jamás podía descansar si estaba enamorado.

No era una forma de echarle a Haru la culpa, por supuesto que no. Era solo que había demasiadas gotas en su vaso, muchas puestas por el mismo pelinegro. Derramadas por los padres de su novio, por el miedo que aún se guardaba.

Bajo la Luna (HaruRin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora