Aquél día, el calor había sido opacado por el frío y el suave ronroneo que el aire acondicionado emanaba. Haru y Rin habían reunido a sus amigos en el apartamento de Tokio del primero. Makoto no había asistido, claro estaba. Pero Haru no parecía afligido por ello. Nadie lo parecía. La pelea de ambos seguía sintiéndose reciente. Las acciones que el castaño... Bueno, nadie quería recordarlo, porque la culpa consumía a Rin todavía. Su inestabilidad era latente, aunque aparentase lo contrario. Y, a pesar de que el ambiente y la aparente felicidad de la pareja lo decían todo, nadie se preparó para lo que venía después.
—Vamos a casarnos, después de que los bebés nazcan.
Esa había sido la frase que había causado un efecto dominó, conformado por sus amigos. Las distintas expresiones pasaron por el rostro de cada uno, felicidad, confusión, enojo. Pero no importaba, porque, al final de cuentas, era su decisión.
Sou era quien se había mostrado molesto con la noticia, porque pensaba que las cosas no debían hacerse así. Haru y Rin estaban, en ese instante, en la cima de su montaña rusa, preparándose para bajar en picada. Todos lo sabían, ¿por qué no veían la realidad? Estaban batallando con Rin a montones y, ¿aceptaban un simple sí de su parte? Sou creía que las acciones debían tener sus razones, y las razones que movían a Rin en esos momentos no eran precisamente sanas. ¿Por qué enredarse la vida con tanto esmero?
Pero sonrió, porque sus palabras no iban a cambiar el hecho. Incluso ayudó a Gou a prepararle a su hermano una pequeña fiesta semanas después del nacimiento de sus hijos, celebrando su último día de soltería, aunque en realidad quería hablar con él a solas, también. Por eso se había sentado junto a Rin en aquél apartamento. Por eso había murmurado algunas palabras que hicieron fruncir el ceño de su mejor amigo.
—Es mi decisión —había dicho Rin esa noche, sosteniendo una copa de champagne que Gou había comprado con una parte de sus ahorros. Sou había suspirado, bebiendo de su propia copa.
—Lo sé, pero es una decisión...
— ¿Qué no cambiaré?
—Que tomaste cuando estabas desesperado. Escucha, has metido la pata durante los últimos nueve meses, Rin. Peleaste con Haru, intentaste suicidarte, provocaste a Makoto, intentaste abortar, e incluso trabajaste en situaciones insalubres, sabiendo tu estado.
—Me pagaron una mierda.
—Escúchame, joder. No has tomado las mejores decisiones. Y si haces mal esto, vas a dañarlos a todos. Él lo entenderá si hablas en este momento. Pero si lo haces después... —Rin suspiró, sonriendo levemente. Por eso el azabache calló.
—Sou, el amor que le tengo a Haru... Sabes que lo amo desde pequeños, ¿cierto? Me he pasado la vida persiguiéndolo... Así que... ¿no puede ser ésta la única decisión que haya tomado bien?
Y el recuerdo de lo feliz que había sido su amigo cuando él y Haru se hicieron pareja lo convenció de que sí, quizá era la oveja blanca en el rebaño negro. Por eso asistió a la boda, pese a que su pareja se encontraba mal en casa. Por eso perdonó a Rin la depresión que causó a Makoto y no lo mencionó. Sus acciones no estaban más que justificadas por el amor que les tenía a ambos.
Convenció a Makoto de alejarse por un tiempo, para tranquilizarse. Pero, conforme el tiempo se consumía, el castaño tomó la decisión de no acercarse de nuevo, jamás. Sousuke sabía que era por miedo a revivir aquello que aseguraba haber enterrado. Porque los otros no le creían, pero él si sabía cuánto era el amor que Makoto había otorgado a Rin aún sin saberlo él mismo, incluso cuando el castaño comenzó a engañarse, diciéndose que en verdad había sido sobreprotección. Lo supo desde aquél día en que vio a Rin por primera vez en meses. El rostro de Makoto se lo había dicho. Se lastimaba los dedos mientras escuchaba a Haru gritar, pero apretaba los puños cuando escuchaba los sollozos de Rin. Y, si no lo hubiese amado, Makoto hubiese separado la distancia, los hubiese detenido. Si no lo hubiera amado, él hubiera interferido. Pero no lo hizo, porque sabía que Rin lo necesitaba. Y lo sabía porque lo amaba.
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Bajo la Luna (HaruRin)
FanficImposible. Esa palabra describía el asunto por completo, ¿Cuándo, en mil vidas, un hombre podría quedar... preñado? Porque era un hombre, ¿no? En todo caso... No era algo que podría decir, de hecho, ¿Iba a continuar con ello? ALERTA: Historia en ed...