Capítulo 16

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Dos días pasaron desde que Rin fue internado en el psiquiátrico. Si bien el equipo de Iwatobi había ido a preguntar por él mientras estaban en Tokio, al igual que Sousuke, quien los había acompañado, Haru no lo hizo. Dos días atrás, Haruka había llegado exhausto al departamento, con las rodillas del pantalón manchadas de sangre, al igual que sus manos y camisetas.

Rin no había perdido mucha sangre, pero la cantidad que salió de su herida tampoco era normal.

Se había sumido a una hora bajo la lluvia artificial, pensando en todo y en nada a la vez. Ni una sola palabra salió por sus labios, y los chicos no pidieron que lo hicieran. El pelinegro se encerró sin más, lejos de la salita donde todos los demás estaban. Entonces la charla inició.

Una vez quitado Rin de encima, solo quedaba la furia. El pelirrojo estaba haciendo mal, estaba fuera de sus cabales y eso, por más que los preocupaba, les enfurecía. Además, la prioridad del bienestar del pelirrojo los había cegado a tal punto en que ahora se arrepentían de tratarlo como un enfermo, como si él no pudiese valerse por sí mismo.

El punto era, que el tiempo para Rin había expirado. Rin se había encaprichado y ahora remendaría sus errores durante un tiempo no establecido en tratamiento psiquiátrico. Así que, volviendo al inicio, una vez quitado Rin de encima, solo quedaba la furia. Con ellos mismos, porque la prioridad, repitiendo, los había cegado y ellos no habían visto que Haru también sufría.

El tema tratado esa noche fue diferente a los temas que trataban las noches anteriores. Rin no estaba más bajo su cuidado. Pero Haru había caído, bien decía el dicho, ¿no?

Si una estrella cae, las demás no tardarán en seguirle.

Cuando Rei escuchó la frase salir de boca de Nagisa, no tardó en quejarse de la falta de racionalidad existente, pues las estrellas no caían, porque en el espacio no había gravedad. Entonces Gou había interferido, diciendo que eso no era a lo que el rubio se refería. El significado quedó a la interpretación que cada quien había concluido y el tema se cerró, todos de acuerdo a apoyar a Haruka, ahora.

Sin embargo, nadie sabía cómo hacerlo y, pasado dichosos dos días, los menores tuvieron que regresar a Iwatobi y reanudar las clases. Haru asistió a la universidad como lo había hecho en los días que Rin había pasado con él, con el ánimo por los suelos. Aunque... Estaba feliz.

Los latidos de su hijo resonaban en su cabeza una y otra vez. La imagen del futuro y pequeño Nanase le hacía esforzarse en las materias. Estaba bien, no obligaría a Rin a tener un hijo, a estar con él.

Rin podía desaparecer si eso era lo que quería, pero nadie le quitaría a Haru al pequeño Nanase.

La decisión estaba tomada. Haru no quería que la madre de su bebé considerara una aberración a su propio hijo. Rin podía irse a la mierda. Lo amaba, sí. Pero el amor no era suficiente.

Su relación simplemente no podía salvarse.

Haru abandonó la universidad cuando las clases terminaron. No se sintió mal en absoluto cuando llenó el formulario para darse de baja ante el club de natación. Seguiría nadando, aunque no de una forma profesional. No cuando necesitaba tanto tiempo. No dio explicaciones cuando su entrenador quiso saber el "por qué" porque las explicaciones estaban de más. El trámite se inicio, Haru no tendría que ir más a las prácticas –a las que en realidad había estado faltando a causa de la desestabilidad emocional de Rin-, por lo que tendría tres horas libres en su día. Bueno, cuatro horas libres entre la universidad y el trabajo.

Dejándose llevar por la parte de él que le decía que, por amor a su aún no nacido hijo, debía hacerlo, Haru se dirigió a las oficinas de los corredores inmuebles de Tokio. Quizá estaba mal que aquellos latidos le hicieran tomar acciones precipitadas, pero él no era como Rin. Él se veía con un hijo en brazos. Él podía aceptarlo.

Bajo la Luna (HaruRin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora