Capítulo 8

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El olor a medicamentos y algún desinfectante le inundaba las fosas nasales. Encima, su nuevo doctor parecía fanático del aroma floral, porque un deshodorante ambiental de lavanda estaba colocado sobre la esquina del librero a un lado del ventanal.

Escuchaba la voz de aquél hombre llamándolo, al igual que distinguía el tono irritado de Sara diciéndole que atendiera a la conversación. Pero Rin no podía dejar de observar la pila de libros mal acomodada sobre la mesa de café que se enco traba en la amplia oficina de aquél hombre con bata blanca. Estaba desesperándose. Estiró los brazos rápidamente y acomodó los libros a la misma velocidad, dejándolos en dos pilas bien derechas y paralelas. Sara suspiró a su izquierda.

─Matsuoka-kun, no me molesta que limpies ─admitió el médico con sinceridad─. Te doy la libertad de hacerlo. Pero ya has organizado el librero y acomodado cada pluma de mi escritorio. Estás nervioso, lo entiendo. Aún así, debo pedirte que te detengas.

─Sí, Rin. Estamos perdiendo el tiempo y el doctor debe tener más pacientes...

─Tiene que atender a otras embarazadas, ¿no? ─masculló el chico. Sara cerró los ojos con fuerza e intentó relajarse. Bien, le seguiría el juego si eso lo hacía cooperar.

─Exacto. Hay más embarazadas aquí, así que contesta todo lo que el doctor Davis pregunte y vámonos ─Rin asintió suavemente.

─Bueno, según la información te encuentras en la sexta o séptima semana del embarazo, ¿no? Casi tres meses desde que fue concebido.

─Sí ─la voz le salió en desnivel, haciéndolo avergonzarse y mirar a otro lado. Sara tomó su mano y la apretó.

─Bien, ¿has tenido nausea y vómito? ─el menor asintió, el hombre imitó el gesto, revisando los papeles─ Muy bien... ¿Hay algo anormal que hayas notado últimamente?

─ ¿Además de que sea un hombre con una persona en la barriga? No.

─Rin, no seas grosero ─regañó la rubia antes de suspirar─. Tiene cambios repentinos de actitud y depresión.

─Ajá... Comentaste también que le habían impartido una dieta debido a que se negaba a comer correctamente ─Rin rodó los ojos, encogiéndose sobre sí mismo.

─Sí. Y aún así no la sigue. Está quedándose con uno de sus amigos, hablaré con él respecto a ello.

─Aún estoy buscando un psiquiatra de confianza para el chico.

─Oh, se lo agradezco. Creo que Rin enserio lo necesita.

─No hay de qué ─el hombre sonrió amablemente antes de dirigir la vista a Rin, quien observaba el piso─. Por otro lado... Matsuoka-kun... ¿Has sentido la zona de tus pezones más sensible en las últimas semanas? ─sus ojos carmesí brillaron con sorpresa.

No. Aquello derramaría el vaso. Rin no podía ser capaz de amamantar un niño. Era un jodido hombre y ellos carecían de la habilidad de procrear y, por ende, eran incapaces de darle pecho a alguien. Lo único que todo el asunto de estar embarazado estaba haciendo era poner en duda su género y con él su identidad.

¿Qué era?

Las lágrimas cayeron silenciosamente por su rostro y una mueca triste se alojó ahí. Los sollozos fueron acallados por sus labios apretados y se abrazó a sí mismo, inclinándose hacia adelante hasta que su frente tocó sus rodillas, siendo regañado por Sara en el acto y obligado a dejar aquella posición. El doctor repitió la pregunta de tres formas distintas, quizá intentando sonar más suave cada vez. Pero a Rin le parecía cada vez peor.

Bajo la Luna (HaruRin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora