"Estaba tan asustada."
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Haru sonrió ampliamente mientras Rin observaba el barco a escala que recientemente había terminado de pintar. El brillo en sus ojos se describiría como único. El pelirrojo negó varias veces mientras suspiraba, dejando el barco en su lugar y dirigiendo la mirada al pelinegro.
—Estás loco, enserio. Sabes que no pueden jugar con algo como esto durante... más o menos nunca, pensándolo bien. Compremos una vitrina y pongámoslo ahí. Aunque claro, tiene que estar lejos de la vista de los demás, no vayan a creer que estás loco, o algo así como un acosador obsesionado... De verdad que los detalles asustan —Haru sonrió y le besó la mejilla.
—Lo hice para ellos. Será su decisión.
—Dado a que están dentro de mí, es mío. Todo es mío —el mayor asintió, rotando los ojos.
—Me alegra que te guste —Rin sonrió, a Haru le pareció tierno verle así. Le besó el cuello y respiró su aroma.
—Sí, me encanta.
Ese pelirrojo había estado muy sensible y sentimental en las últimas semanas. A veces lloraba, en ocasiones gritaba e incluso se había molestado con Haru a tal punto de no hablarle. Sus berrinches no solían durar más de dos horas, pero Rin era un terco y, una vez que la rabieta acababa, terminaba por convencer a Haru de haber sido el culpable.
El ojiazul le acarició el vientre, admirando lo mucho que se había expandido en las últimas semanas. Rin fue, era y sería por siempre su arcoíris, porque sabía que podría contar con él pese a cada tormenta. Que, sin importar cuanto durasen las mismas, estaría ahí.
Y Haru sería por siempre el resplandor de Rin, porque había sido quien iluminó su camino. Quien lo guió cuando no sabía qué hacer. Ese pelinegro siempre iba a ser la luz que le haría esforzarse. Era su soporte. Y rogaba a los dioses que algún día pudiese perdonarlo por sus acciones. Porque sentía en cada roce compartido que Haru no olvidaba ni olvidaría lo que hizo. Lo mucho que enredó la historia.
— ¿Sabes? En Kyoto hay una arboleda que me gustaría ver.
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Haru sacudió la cabeza ante el recuerdo, recuperando sus sentidos. El ruido volvió a sus oídos. Había cientos de personas acomodadas en las gradas del centro acuático, entre ellas, Sakura y Gou. Haru intentó localizarlos mientras subía a la plataforma y se acomodaba los visores. Soltó el aire al darse cuenta de que el tiempo era tan corto que no alcanzaría a encontrarlos, pero le bastaba con saber que, en algún lugar bajo ese techo, ellos estarían.
Haru alcanzó a escuchar su nombre cuando saltó de la plataforma. Pero no era lo mismo que antes. No sentía la necesidad de ser mejor, era vacío. Cada vez que tocaba el agua, se sentía preso. Ya no era libre, como antes. Ahora no nadaba para disfrutar, él solo quería salir de ahí con rapidez.
Los recuerdos se acumulaban en su mente mientras, brazada tras brazada, se posicionaba en el primer lugar. Sabía que Sakura esperaba que triunfara, que le había acompañado solo para ver su victoria. Pero... Aún si ganaba, nada cambiaría. Quería borrar su absurda realidad.
Su mano tocaría la pared primero, sacaría la cabeza, escucharía a Sakura gritar que era el mejor -eso hacía el niño cuando competía en Kyoto, era la primera vez que Haru cedía a llevar a su hijo consigo-, saldría de la alberca, le sonreiría, recibiría la medalla, se daría una ducha y nada nuevo pasaría después. Seguiría tan solo como cuando llegó.
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Bajo la Luna (HaruRin)
FanfictionImposible. Esa palabra describía el asunto por completo, ¿Cuándo, en mil vidas, un hombre podría quedar... preñado? Porque era un hombre, ¿no? En todo caso... No era algo que podría decir, de hecho, ¿Iba a continuar con ello? ALERTA: Historia en ed...