Rin se sentó con cuidado en uno de los puffs que había en la sala de Haru. Sentía que olía a medicina y que el aire era más ligero. Se podía decir que ahora era... libre. O algo parecido. Haru murmuró algo acerca de comprar un sofá, pero Rin se perdió en sus propios pensamientos, ignorándolo y dándole a entender al pelinegro que, aún si había regresado, no todo estaba bien.
Haru preparó un poco de miso de caballa y, además, cocinó carne. El sentimiento era extraño. Rin estaba en su sala, con la mirada perdida en la pared, mientras él lo observaba de reojo y cuidaba tanto al pelirrojo como a la comida. Parecían desconocidos. Quizá Haru podía comparar la situación con la relación chef-cliente.
Agitó un poco la cabeza, dando vuelta a la carne y revisando el arroz. Su mente lo traicionaba de tanto en tano, recordándole lo cruel que había sido al no ver más allá de la superficie. Sabía que, si bien Rin estaba bien, la aceptación a su hijo aún no se daba. Bueno, Rin tampoco estaba tan bien, era cuestión de mirarlo para darse cuenta. Por ello, no. No eran desconocidos. No era chef y cliente. Simplemente había tensión, una provocada por él mismo al no darle el tipo de apoyo que necesitaba.
─Haru... ¿Puedes ayudarme? No puedo levantarme ─pidió Rin después de un rato de silencio. El pelinegro acudió a su ayuda rápidamente y, mientras sostenía su mano, sintiendo la calidez del menor, no pudo evitar evaluarlo con la mirada. Le extrañaba tanto. Su gesto se deformó levemente y, sin poder evitarlo, ya abrazaba el cuerpo de Rin. El pelirrojo lo observó sin corresponder por unos segundos, algo sorprendido, luego puso las manos en los hombros del mayor y lo empujó─. Nos abrazamos después, me estoy orinando.
El pelinegro parpadeó varias veces antes de ver a Rin correr -bastante lento- al baño. Una sonrisa apareció en su rostro por un momento, luego fue a servir la comida.
Sí, podía recordar que Rin comenzó a actuar de aquella manera unos meses después de su primera cita, cuando pasaba los fines de semana con Haru abrazándolo repentinamente. En varias ocasiones, lo había atrapado mientras corría, entonces el pelirrojo decía con la prisa en su voz.
"Me abrazas luego, estoy orinándome" a lo que Haru respondía:
"¿Por qué siempre vas hasta que no aguantas?" Rin lo miraba con frustración y lo empujaba.
"Jodido idiota que eres, Nanase. Yo disfruto el momento y olvido mis necesidades básicas hasta que no puedo ignorarlas. Ahora, muévete a un lado"
"¿Qué harías si el cuarto de baño estuviese ocupado? Esperar hace daño a tu..." comentaba con diversión, provocando la ira del pelirrojo.
"¡Regaría las plantas! ¡Muévete!"
Haru suspiró y observó los platos servidos.
Habían pasado algunos minutos cuando sintió a alguien tras de él. Rin rodeó su cintura con los brazos y apoyó el mentón en su hombro. Haru sintió el vientre del pelirrojo contra su espalda. Cuantas ganas tenía de tocarlo, pero no podía hacerlo.
─Hola ─murmuró─. El doctor dijo que el embarazo oprime mi vejiga, por eso voy al baño más seguido. Así que perdón.
─No importa ─musitó, ¿por qué el pelirrojo debería pedir disculpas por eso, después de todo?─ Vamos a comer... ¿crees poder sentarte en el piso o quieres comer en la cama? ─el menor se separó y sonrió.
─Cama.
─Bien, ahora te lo llevo.
─Haru, ¿sabes que lo puedo cargar yo mismo? ─el tono de burla en su voz terminó por extrañar al pelinegro, ¿acaso vivían en un mundo paralelo donde Rin se comportaba de lo más raro? Es decir... Era prácticamente imposible que en poco tiempo hubiese pasado de llorar todo el día a sonreír como antes... Además, ¡esa misma mañana, él lo ignoraba!
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Bajo la Luna (HaruRin)
FanfictionImposible. Esa palabra describía el asunto por completo, ¿Cuándo, en mil vidas, un hombre podría quedar... preñado? Porque era un hombre, ¿no? En todo caso... No era algo que podría decir, de hecho, ¿Iba a continuar con ello? ALERTA: Historia en ed...