Día de perros

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Mérida, Venezuela

A punto de cerrar la puerta, me devolví a buscar mis lentes. Rápidamente recorrí todo el lugar, el cuarto, sobre la mesa, en el sofá, hasta la cocina y nada. Ya se me hacía tarde pero debía encontrar mis inseparables gafas de sol que ocultan mis ojeras. Finalmente las encontré, siempre estuvieron en mi cabeza, sobre mi gorro caído color crema que cubre mi corta cabellera, el clima estaba templado por lo que me vestí con un swater azul floreado con un jeans de corte bajo y algo rasgado sobre mis muslos, unas converse a juego con mi gorro. Sobre mi hombro derecho cae todo el peso de mi bolso Michael Kors. ¿porqué los libros de medicina son tan pesados?

Bajo las escaleras con pasos apresurados, llevo diez minutos de retraso, diez más y no me dejarán presentar mi último parcial para el cual llevo transnochada varios días. De esa nota depende mi calificación final.

Llego a la planta baja sin prestar mucha atención, abro la puerta y cruzo la calle para tomar un atajo hasta la universidad. No había llegado a la segunda cuadra cuando una lluvia me cubrió desprevenidamente -es difícil saber cuando lloverá, el cielo esta nublado la mayoría del tiempo- para cuando reaccioné ya estaba empapada completamente; como si eso no fuera suficiente, pasó a toda marcha un inconsciente conductor provocando que el agua que se acumulaba en la calle cubriera las partes de mi cuerpo que permanecían secas aún. Enojada le grité varios impropios aunque sabía que no podía escucharme.

Ya no tenía tiempo para devolverme al departamento, como pude seguí caminando bajo la lluvia que no cesaba.

Llegué al aula de clases con media hora de retraso, aunque sabía que no me dejarían pasar, lo intenté.

-Se lo advertí, señorita Ochoa -escuché antes de que la puerta fuera azotada con un golpe seco. El profesor Hamilthon tenía un carácter de perros.
Definitivamente hoy no era mi día, tampoco ayer ni la semana pasada.

Indignada y furiosa me senté en el suelo a esperar que escapara porque la lluvia había vuelto y esta vez con más fuerza. Pasaron pocos minutos cuando alguien pasó a mi lado con algo de prisa, levanté la vista y un chico de tez blanca caminaba en dirección a mi aula de clases; por lo visto no era la única que no había tenido un buen día. Lo observé, llevaba el cabello largo, despeinado y mojado. Cuando estuvo a punto de tocar, se lo impedí.

-¡No! Ni se te ocurra tocar -Dije rápidamente atropellando las palabras. Mi voz lo hizo volverse y observarme con atención frunciendo el ceño levemente.

-Supongo que tú tampoco llegaste a tiempo -dijo mientras caminaba en mi dirección -necesitaba esa nota para pasar la materia -confensó en un tono triste

-Igual yo -respondí mientras aceptaba la mano que me estrechaba para ayudarme a levantar del suelo -Gracias -Sonreí sin mirarle

-Ya no hay nada que hacer, debo irme -se despidió mientras cargaba su morral hasta la salida. Lo observé detenidamente sin darme cuenta y antes de pasar por la última oficina de secretaría, se detuvo y miró en mi dirección. Agitó su mano para que lo siguiera, recogí mi bolso y caminé hasta llegar a él.

-Puedo llevarte hasta tu casa, la lluvia no tiene ganas de cesar y sí sigues aquí te puedes resfriar -propuso cortésmente. Él tenía razón, acepté sin pensarlo tanto

-Te lo agradezco -caminamos en silencio hasta el estacionamiento, donde nos detuvimos frente a un Mazda 6 de color azúl eléctrico. Me invitó a subir en el asiento del copiloto, me coloqué el cinturón y el auto se puso en marcha

-¿Dónde vives? -preguntó mientras dejábamos atrás el estacionamiento de la facultad

-En la 16, junto al café -Asintió y giró a la derecha

-No recuerdo haberte visto en esa materia -dije indiscretamente

-Soy de otra sección, y... -le interrumpí cuando sonó mi celular

-Disculpa debo contestar, -asintió mientras se estacionaba frente a mi edificio

-Hola mi vida -dije al contestar -esta bien, estaré lista, te espero -dije en voz baja y colgué

-Gracias y disculpa las molestias -le Sonreí al chico de ojos verde aceituna

-Ha sido un placer, soy Aron y tú? -preguntó mientras bajaba del auto

-Lena -respondí y entré al edificio. Tenía una hora para que Sebastian pasara por mi para ir al cine.

Entré rápidamente y fui directo a la ducha, necesitaba un baño caliente para equilibrar mi temperatura, luego de quince minutos, me vestí y me dediqué a alisar mi cabello. Cuando restaban cinco minutos para que llegaran por mí, pasé por el baño para aplicarme un poco de maquillaje, desconecte mi celular, lo guardé en la cartera y por primera vez en mucho tiempo sería puntual.

Salí rápidamente de la residencia, para sorprender a mi novio. Y es cuando cierro la puerta que me doi cuenta que he dejado la llave adentro. No puede ser, otra vez no.


Holaaaaaaa lectores! Felizañoooooo! Aquí estoy con unas horas de retraso pero cumplí. Con este capítulo termino de presentar a las cuatro dueñas de estas historias. Gracias por leer y no se olviden de votar.
Los quierooooooo!













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