Perdón...

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Los Ángeles, California

Dudé más de media hora antes de abrir el correo, más por temor que por curiosidad, finalmente presioné el click.

Señora Strata (mamá)
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Raychel lo siento tanto,no tenía idea de lo que tú sentías, perdoname por sentir mi rechazo. Te dejé ir porque pensé que era uno más de tus caprichos, pensé que desistirías y volverías a casa pero ya han pasado dos años y en vez de volver luchaste por tu sueño y lo has logrado, no quería darme cuenta que has crecido tan rápido, ya te sabes valer por tu cuenta y en un país desconocido y un idioma difícil de aprender. Admiro tu valor, el que me falto para apoyarte.

Me siento como una tonta al no haberte apoyado cuando me necesitabas. Te pido perdón por querer elegir tu destino, tu carrera e inclusive tu vida.

Lamento haber querido que fueras una gran doctora, porque ese era mi sueño, pero en mis tiempos no tuve la oportunidad de cursar una carrera tan costosa y entonces desde que estuve embarazada de ti, me juré luchar para que tuvieras las oportunidades que yo no tuve, pero cuando creciste supe que ese no era tu sueño y no lo quise aceptar.

Perdoname y dejame apoyarte para que sigas triunfando y seas el mejor ejemplo para tu hermana, ya que yo no lo fui.

Te amo y siempre serás mi pequeña Sheshe.
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Acaso, ¿ es necesario pasar por momentos tan difíciles para que tu familia crea en ti? ¿Arriesgarte a luchar sin ningún apoyo?.
Sufrí mucho cuando llegué a Los Ángeles, no dominaba por completo el inglés pero me defendía.

Con los ahorros de mi abuela me pude mantener por dos meses mientras me adaptaba, conseguí compartir residencia con una universitaria, asi ahorraba mas dinero, luego empecé a buscar un empleo porque me quedaba poco capital. Hablé con el dueño de una cafetería que quedaba en la entrada del mismo edificio donde estaba viviendo. Tuve dos semanas de prueba y luego decidió contratarme como asistente de cocina, ser mesera era algo riesgoso, aun debía pasar desapercibida ante las autoridades para que no me deportaran.

Aprendí rápido, me adapté y tenía buenos ingresos. El Señor Peter era un gran hombre, siempre le estaré agradecida por haberme dado ese trabajo que cambió mi vida.

Un día como cualquier otro en la cafetería, Ximena, la meseta del turno de la mañana se enfermó y me ofrecí a cubrir su turno durante mi descanso. Mientras más ingresos mejor para mí. Y fue ese día donde conocí a Monserrat, trabajadora de Kendricks y asociados. Enseguida nos llevamos bien y nos hicimos amigas, ella frecuentaba mucho la cafetería. Al cabo de unos seis meses se comprometió en conseguirme un puesto dentro de esa compañía tan reconocida.

Gracias a ella ingresó como subdirectora de Marketing. Hace más de un año que no veo a mi querida Monserrat cuando la transfirieron a la sede de New York, pero nos mantenemos en contacto.

Si he soportado tanto tiempo fuera de mi país, ha sido por mi pequeña Luna, quiero brindarle un futuro digno que hoy Venezuela no le puede brindar.
Mi niñez y mi adolescencia fueron maravillosas, nunca me faltó nada y tenía muchas oportunidades para vivir bien, era factible comprar una casa o por lo mínimo un carro pero ahorita mi país ha entrado en un crisis donde la escacez y la delincuencia están destruyendo a mi nación y quiero sacar a mi hermanita de allí cuanto antes.

Aún con el portátil sobre mis piernas, respondí el correo de mamá con un simple "Te Amo", y corrí a la ducha, debía darme prisa para llegar puntual al ballet.

Dos horas después me encuentro tirada en el frío suelo de los camerinos, cambiando las vendas de mis pies. Mi uña está mejor, aún no ha crecido pero ya no me duele ni molesta.

Me levanto al finalizar de amarrar mis zapatillas y me dirijo al cuarto de vestuarios, en esta última hora del ensayo debemos presentarnos con el vestuario completo para corregir los últimos detalles.

Aunque la niña de los cerillos debe ir descalza, la profesora Samantha insistió en usar las puntas para lograr mejores giros y a medida que avanza la historia, la pequeña irá perdiendo las zapatillas. El vestido que debo usar tiene la apariencia de estar muy sucio y muy rasgado y el toque final lo da la capa negra que cubre mi cabeza.

Salí rodeada de una escenografía completa, árboles y luces navideñas que se iban apagando, luego todo pasó a ser nieve y oscuridad. Y de la nada un par de lágrimas rodaron por mis mejillas, sentí la historia de esa pequeña tan propia que me dejé llevar por sus miedos.

Terminé la escena y salí disparada de vuelta al camerino, agradecí la oscuridad del escenario para que nadie notara mis lágrimas. Dejé el vestuario en su lugar y pedí un taxi de regreso a casa.

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A la mañana siguiente, desperté de mejor humor, escribí rápidamente un correo a mi hermanita, me estaba empezando a preocupar porque no recibía respuesta de su parte. Ella nunca había tardado tanto, lo envíe rogando que estuviera bien dejé mi portátil sobre la cama y fui directo al baño. Encendí mi pequeña radio y sonaba Jessie J con su tema Flashlight, esa canción realmente me encantaba.

I got all i need when
I got you and i
I look around me and see the sweet life
I'm stuck in the dark but you're my flashlight
You're gettin'me, gettin'me through the night
Can't stop my heart when you shinin'in my eyes
Can't lie, it's a sweet life...

Al salir de la ducha, opté por vestir un braga azúl marino de corte recto y escote cuadrado, sandalias de tacón alto marrón oscuro y un delgado cinturón a juego a la altura de la cintura logrando definir aún más mi figura.

Mientras abrochaba el pequeño cinturón, sonó el timbre y me alarmé de inmediato, normalmente no recibo visitas, no tengo casi amigas y creo que a nadie le he dado mi dirección. Quité la pequeña toalla que tenía enrollada sobre mi cabello y con las pulsaciones a mil fui a ver quien tocaba con tanta urgencia mi puerta. Me asome por el ojo de la puerta pero no pude visualizar a nadie, así que abrí la puerta sin perder más tiempo. Y fue entonces cuando me quedé de piedra.

-Señorita Cooper, ¿se encuentra bien? -preguntó tratando de ocultar una perfecta sonrisa.

-Uu... Usted -solo eso logré decir, aún estaba sorprendida con la presencia tan inesperada de ese hombre.

-¿No va a invitarme a pasar? -noté que le hacia mucha gracia mi reacción

-Claro señor, disculpe... -logré decir

-Por favor, solo dime Leandro -pasó y se sentó en mi pequeño sofá de cuero y yo aún me preguntaba que hacía allí en mi departamento el Señor y presidente de Kendricks y Asociados.



Volviiiiiiiii, no me maten! En multimedia la Señora Strata.
Los amooooooo :*
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