El jefe

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California, Los Ángeles (L.A)

Sentada en la imponente mesa de reuniones, espero impacientemente la llegada del Señor Kendrics, nunca antes había podido tener un trato directo con él, solo es permitido para los representantes de los más altos cargos de la compañía; estoy ansiosa porque esta vez yo formo parte de esa categoría.

Los murmullos que llenaban la elegante sala, desaparecieron de forma inmediata ante la esperada presencia del presidente y socio mayoritario. Inmediatamente nos pusimos de pies en señal de respeto.

-¡Buenos días!, tomen asiento -Dijo mi jefe con su tono autoritario y su voz ronca mientras se sentaba en la silla que encabezaba la mesa -Señorita Ziegler, podemos comenzar -le hablaba a su secretaria mientras me observaba fijamente.

-Señorita Cooper, de pie por favor -me ordenó Ziegler. Al mencionar mi nombre mis piernas se convirtieron en gelatinas, nunca nadie me había intimidado tanto como lo hacía él con solo mirarme. Saque valor extra mientras respiraba profundo y me levanté con mi carpeta de trabajo, lista para exponer mis proyectos -señor ella es nuestra nueva Directora General de Diseño -siguió la secretaria- quien fue la imagen de la colección pasada y se encargó de... -fue interrumpida sin terminar mi presentación oficial.

-Sé perfectamente quién es -se levantó de la silla mostrando un duro semblante -Sí solo vinimos a presentarla, entonces doi por terminada la reunión -dijo mientras miraba su caro Rolex dorado que hace juego con su piel.

Intervenir por su notable falta de respeto hacia la sonrojada señorita Ziegler

-¿Sí usted sabe perfectamente quién soy, entonces para qué convocó esta reunión? -pregunté tratando de sonar segura y fría como él. (Muy mal comienzo me advirtió mi subconsciente)

El resto de las personas que ocupaban la mesa, me miraron con incredulidad ante mi reacción hacia el Señor Kendrics

-Buena pregunta -Se defendió -pueden retirarse de la sala -Rápidamente recogí mis cosas dispuesta a salir de allí -Usted no, Señorita Cooper -termino de decir y mi corazón se detuvo, esto no acabaría bien. ¿porqué tuve que abrir la boca?

Cuando todos habían salido, a excepción de nosotros dos, cerró la puerta y tomó asiento con gesto relajado. Dejé de observarlo, los nervios me habían provocado una leve capa de sudor.

-Tome asiento -exigió en un tono indescifrable, no se si está molesto o siempre se comporta así. Obedecí y elegí la silla más lejana de su mirada intimidante. Rió ante mi gesto

-He seguido tu trabajo de cerca, tienes una manera de manejar las cosas que aún no logro descifrar, haces que todo parezca sencillo. Pero a la vez no bajas la guardia ni te asustan los retos. -no se si tomármelo como un cumplido, no sabía que supiera de mi existencia siquiera. -Por eso te elegí -esas cuatro palabras me cortaron la respiración como una espada de doble filo. Me sentí mareada y coloque mis manos en la cabeza.

Ante mi notable silencio, prosiguió diciendo cosas que no esperaba.

-Hoy comprobé que hice mi mejor elección -Se levantó y se acercó a mi silla. cuando pensé que había recuperado mi respiración, la corto de nuevo -Seras la imagen de la revista de Otoño, pasa por administración esta misma tarde Para que te entreguen las llaves de tu nuevo auto. -lo dice así como si de un florero hablara.

-¿Porqué?, ¿porqué yo? -Alcancé a decir

-¿porqué tú?, Respóndeme esa pregunta que le da vuelta a mi cabeza -Empezaba a confundirme y esta reunión no era lo que esperaba. Era mucho mejor pero yo aún no lo asimilaba.

-Yo no he hecho nada fuera de mis obligaciones, solo he cumplido con mis responsabilidades -Recupere mi voz firme y segura

-Y eso es lo que ha hecho que te elija, tu trabajo, dedicación y pasión. Verte trabajar es como ver jugar a una niña -Terminó por sentarse al fin a mi lado -y haberme desafiado frente a los demás socios me convenció.

-Gracias, pero no lo entiendo -Le sostuve la mirada

-Es muy pronto para responder tus preguntas -Debo irme, hasta luego Señorita Raychel.

-Hasta luego -me despedí

No pude concentrarme el resto de la tarde, por lo que decidí salí temprano de la oficina. Tenía sentimientos encontrados, muchas dudas. Regresé al departamento para cambiarme para mi clase de ballet, Esta temporada presentaremos el musical de La niña de los cerillos.

A quince minutos para las 6:00pm, bajé a la estación y pedí un taxi. Con mi leotardo negro bajo mi blusón y mi swater Roxi, llegué a la academia puntual y pasé directo al anfiteatro para los ensayos generales.

Después de dos horas de ensayos sin descanso, me escapé para descansar detrás del telón. Quite mis zapatillas y el dolor que me punzaba se intensificó, unas gotas de sangre se asomaban sobre la venda; la retire con mucho cuidado pero fue inevitable que mi uña se fuera con ella. Tape mi boca para ahogar mi grito y una lágrima rodó por mi mejilla sin previo aviso.

Uno, dos y tres llamados escuché para subir a escena; respire profundo y envolví mis pies en las vendas de nuevo. Recordé mi frase "Creo en " y ya estaba de regreso en el escenario.

Creo en mi, solo yo lo hacía. Recordar que mi familia no estaba de acuerdo con mi carrera ni con mi ritmo de vida, me deprimía pero a la vez me daba fuerzas. Esa era mi razón para no darme por vencida, demostrar que yo sola pude lograr lo que soñé; Eso no tenía precio.



Holaaaaaa a mis bellos lectores, gracias por seguir a mi lado en esta aventura. En multimedia el Señor Kendrics. La vida de Raychel no era tan rosa como parecía. Recuerden dar like, los quierooooo!!

















IcewomanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora