Caída torcida

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Madrid, España

A pesar de haberme retrasado con la pequeña de la cafetería, logré llegar a tiempo a mi clase. Aunque el auditorio ya se encontraba repleto de personas, pude localizar una silla vacía en la primera fila.

Tan puntual como el Señor Montes de Oca no hay, faltando dos minutos para dar la hora, se posicionó frente al podium y sin esperar por nadie, empezó a hablar de leyes. La clase de Derecho era la más tediosa para mí, cabe destacar que elegí esta triple licenciatura por las carreras de administración y contaduría.

Llegado el mediodía, caminé a la cafetería junto a Gina mientras hablábamos de la siguiente clase, un seminario donde debíamos presentar una ponencia sobre el ambiente como parte de un proyecto. Sin fijarme claramente en el camino, tropecé con una piedra mal parada yme fui de bruces inevitablemente; aterrice con mis manos y rodillas sobre la grama húmeda.

Un dolor punzaba mi tobillo derecho, intenté ponerme de pies pero el dolor me detuvo. Permanecí sentada algún tiempo mientras continuaba hablando con mi amiga. Pasada la hora del almuerzo, me levanté como pude y caminé hasta el auto de Francisco, un compañero que se ofreció a llevarm hasta mi residencia.

No estaba preocupada por la clase que perdería, sino en la prueba de nivelación en la academia de Danza española que debía presentar hoy en la noche para inscribirme en sus clases regulares.

Decidí que pasaría el resto de la tarde en reposo para no inflamar más mi tobillo. Me unté una pomada y me dediqué a adelantar unos pendientes de la universidad.
Me quedé dormida sin darme cuenta, desperté cerca de las cinco de la tarde; caminé un poco y sentí menos dolor, mi tobillo estaba desinflamado casi por completo. Una hora de después ya estaba lista para ir a la academia Amor de Dios. Bajé a la estación de buses pero rápidamente decidí ir caminando. Tomé la calle de la Colegiata, un camino corto y céntrico.

Vestida con una malla negra, pantalones deportivos y zapatos a juego. Mi bolso de lunares con una falda y los zapatos para taconear dentro, llegué a la calle de Santa Isabel veinte minutos después.

Al llegar me dirigí directamente al mostrador de reservas ubicado a la izquierda en el vestíbulo, me atendieron dos mujeres encantadoras que me ayudaron a gestionar mis trámites de registro e inscripción.

Un poco después de las ocho y media de la noche, salí de mi primera clase regular; decidí ingresar en el nivel principiante; llevo dos años practicando flamenco en mi país pero aquí en la cuna flamenca los niveles son más exigentes y quiero aprovechar la oportunidad de perfeccionar mi técnica.

Decidí regresar a la residencia en taxi, me sentía muy agotada y no me apetecía caminar.

Al descender del auto, observé con recelo el bar que alumbraba alegremente la calle, Copas Rotas lleva por nombre, es un local pequeño donde se puede pasar un rato agradable entre amigos, compartiendo una copa de vino o un simple refresco por un precio accesible. Los lunes no se observaba una gran afluencia de personas como los fines de semana, cuando me tocaba estar detrás de la barra enloqueciendo para atender a todos rápidamente.

De lejos escuché mi nombre, giré y me encontré con Marcos, la primera persona que conocí al llegar a España. Lo recuerdo perfectamente, sola en la estación del tren sin saber como funciona ese sistema de transporte. Cuando lo vi por primera vez pensé que venía a robarme, estaba muy asustada pero ese día se convirtió en mi ángel guardian.

-Hola nena, ¿en qué andas? -preguntó al estar a su lado. Me invitó a pasar al local luego de saludarme con un caluroso abrazo.

-Hola cariño, me tienes en completo olvido -le reclamé mientras tomaba asiento en la barra despejada. Saludé con un movimiento de cabeza a mis compañeros de turno. -acabo de llegar de mi primera clase en Amor de Dios, mi sueño.

-Felicidades nena, eso merece un brindis -dijo alegremente y dos copas llenas de esa sustancia vinotinto que tanto me gusta aparecieron rápidamente. No me apetecía beber nada porque me sentía cansada pero la acepté porque tenía mucho tiempo sin ver a Marcos y la ocasión valía la pena.

Entre charlas, risas y anécdotas, entró más la noche y el sueño me estaba pasando factura. Me despedí de mi ángel y subí a la pequeña residencia que compartía con Floryedma, una loca de la medicina que me presentó Marcos cuando lo conocí, a partir de allí he vivido aquí. Por suerte no se encontraba; tal vez estaría de turno.

Luego de una maravillosa ducha caliente, vestí mi pajama favorito:  pantalón largo azul de lunares con un swater manga larga blanco y mis infaltables calcetines para el frío. Bastó con tocar mi cama para caer en un profundo sueño.

Desperté con la luz del sol y esa era una mala señal. Solo significaba que me había quedado dormida. ¡Oh rayos! olvidé programar la alarma.





Holaaaaaaaaaa, pido disculpas por el retraso. Comenze las clases de lleno y mi tiempo libre es escaso. Por la misma razón este capitulo es más corto que los anteriores pero les prometo que los próximos serán más largo. Su opinión es importante,si no entienden algo, cualquier duda, pregunta, pueden hacerla con confianza. Yo las responderé.

No olviden votar.... Los quierooooo:*
En multimedia: Gina







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