Decisiones...

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Los Ángeles, California

En otras circunstancias no habría recurrido a urgencias para tratar mi uña, pero a pocos días del recital necesitaba que mi pies sanara rápido. fue una consulta rápida donde me untaron una pomada analgésica, vendaron mi dedo para evitar infecciones y me recetaron aspirinas para el dolor.

El taxi me dejo  casi a media noche en la entrada de mi edificio, caminé más lento que cuando llegaba cansada, saludé al portero de guardia con un movimiento de cabeza y al ver mi pies descalzo y vendado,  se ofreció a ayudarme con mis cosas, le agradecí al llegar al departamento. 


Al abrir la puerta, el departamento estaba a oscuras, recordé que dejé las luces apagadas antes de salir, al encenderlas noté el correo en el piso, seguramente algún vecino se ofreció a traerlo ya que llevaba dos días que no lo retiraba. dejé mis cosas en el sofá y me dediqué a revisarlos.

Recibos de pagos, servicios vencidos, más recibos, hasta que dos sobres llamaron mi atención. el primero era azul eléctrico y llevaba el logo de Kendricks y Asociados, inmediatamente me puse nerviosa, cuando lo abrí solo tenía cinco líneas escritas en las que me informaban que mañana tendría el día libre para que eligiera con calma mi nuevo auto y lo pruebe el resto de la tarde. Así lo ordenó Luciano Kendricks, quien firmó el comunicado-

Pasé al otro sobre que aumentaba mi ritmo cardíaco, The Joffrey Ballet School, se leía en el remitente. se trataba del último comunicado, mi última oportunidad para decidir si aceptaba la beca o no. En el documento exponía que solo me darían tres días, solo tres días para elegir; de no haber una respuesta, automáticamente quedo fuera del programa.

Ser admitida en Joffrey era un verdadero honor, fui afortunada al entrar al programa, aquella primera vez cuando me presenté en la Universidad de Hartford. Quisiera que todo fuera tan fácil, dejar todo y vivir ese sueño, pero no abandonaré todos los que alcancé para perseguir uno. definitivamente no aceptaría la beca.

Dejé todos los correos en mi archivador, y me dirigí a la cocina, no había tenido oportunidad de cenar y mi estómago me lo estaba recordando, después de comer unas tostadas con leche fría, me deshice de toda mi ropa y preparé la bañera con esencias pero sin espuma.

Luego de un baño largo, el sueño se esfumó y decidí responder de una vez el correo de The Joffrey. Expuse en dos páginas mis razones y agradecí la oportunidad que me habían regalado.

Leí uno a uno los correos que ocupaban mi bandeja de entrada, hasta que visualicé el nombre más hermoso del planeta, Saraluna, mi hermanita menor. Con una sonrisa que ocupaba cada fracción de mi rostro, lo abrí felizmente.


Saraluna C.

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 Hola Sheshe, te extraño mucho, espero que vuelvas pronto. Por aquí todo sigue igual, mamá se la pasa viajando y papá encerrado en su despacho. La abu es quien me lleva al colegio y al ballet, a mamá le molesta que yo baile, pero la abuela siempre me defiende. A mí me encanta el ballet y algún día quiero ser como tú hermanita. Sigo con las clases de piano, aunque ya me aburren, no las dejo para que mamá no se enoje otra vez. Te Amo Sheshe.


                                                                                                                                                    Tu Luna

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fue inevitable detener mis lágrimas. Me regañé mentalmente por no haberla llamado ni escrito antes, Llevaba un mes sin hablar con mi Luna. Sequé mis lágrimas y la sonrisa reapareció mientras escribía mi respuesta.

IcewomanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora