¿Qué le pasa a todos? ¿o soy yo?

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Mérida, Venezuela

La pequeña fiesta siguió sin Marifer, no se porque estaba actuando tan extraña últimamente, debía hablar con ella.

-¿En qué piensas tanto mi amor? -preguntó Sebas ayudandome a recoger la mesa.

-Es Marifer, ella no suele ser así, me preocupa mucho... -Dije en tono bajo para que los invitados no escucharan.

-Ya deja de pensar en ella, luego se le pasará. Cantemos cumpleaños, ya quiero probar ese pie.

-Sí, tus deseos son ordenes mi amor, pero solo por hoy. No te mal acostumbres. -le di un pequeño beso en los labios y fui en busca de la torta.

Después de cantar el tradicional cumpleaños feliz, los invitados se fueron yendo poco a poco hasta quedar solos.

-Por fin solos amor... -Sin desaprovechar más tiempo lo besé lentamente y cuando quise profundizar el beso se separó abruptamente, dejandome confundida.

-Es tardes, debo irme -inmediatamente la sangre se me subió a la cabeza, estaba enfurecida. Se suponía que se quedaría a pasar la noche conmigo.

-Ya va, ya va... Creo que escuche mal. ¿te vas? ¿cómo? Se supone que pasaríamos la noche juntos, es tu cumpleaños, preparé muchas cosas para consentirte, era la segunda fase de la sorpresa. NO PUEDES IRTE... -Dije fuera de sí misma.

-Olvidé decirte pero quedé con los muchachos en tomar un rato -trataba de tranquilizarle pero la sangre me hervía.

-¿Sabes qué? Puedes irte, es más largate... -fui hasta la puerta y la sostuve abierta.

-No hay necesidad de alterarte, calmate por favor. -se acercó a mí e intento abrazarme.

-Sueltame y largate YAAA! -lo empuje fuera del apartamento y cerré la puerta.

-Lena..

-¡Adiós! -respondí y no se porque tuve la estúpida esperanza de pensar que se retractaría y regresaría para quedarse pero no fue así, solo se marchó. Pasé de largo por la sala, ignorando el desastre pos cumpleaños y fui directo a mi habitación. No quería pensar, ni hacer nada y sin darme cuenta me quedé dormida.

Desperté en medio de la madrugada, con mucho calor y unos golpes en la puerta. Al abrir los ojos me di cuenta de que no había luz, luego entendí el porqué de la falla eléctrica, ese día tocaba razonamiento eléctrico de 12:00am a 4:00am. Una medida loca del gobierno para justificar el mal mantenimiento de las fuentes hidroeléctricas.

Guiandome por la luz de la luna filtrada por la ventana, llegué a la sala y me detuve tras la puerta, tratando de escuchar de nuevo el ruido que me habría despertado.

Al poco tiempo dos golpes fuertes me provoco un gran susto. No sabía de quién se trataba pero sospechaba de Sebastian. Ya lo ha hecho varias veces, se emborracha y luego vuelve arrepentido pero hoy no se la voy a poner fácil.

-¿Sebastian? -pregunté insegura

-Lenaaaaa te amoooooo -dijo levantando la voz.

-Shhhh, vas a despertar a los vecinos -trataba de calmarlo

-Abreeeee... Lenaaaa o e amooooo -casi no se le entendía lo que decía, la lengua se le trataba gracias a la borrachera que tenía.

-Sebas debes irte, no puedes quedarte aquí en ese estado, llamaré un taxi -busque mi celular tanteando por toda la cama, hasta que lo hallé. Marqué rápidamente un conocido que hacía rutas nocturnas.

-No quiero irmeee.... -volvía a gritar mientras yo hablaba por teléfono. El taxi ya estaba en camino, por suerte se encontraba cerca

-Ya vienen por ti, vas a estar mejor mañana. Debemos hablar pero en ese estado no -Quería que el taxi se diera prisa porque los vecinos podrían poner una queja en mi contra y lo que menos quería eran que me botarán de ese edificio.

El taxi llegó a los 10minutos, le pedí que subiera para que lo ayudara a bajar, temía que rodara por las escaleras.

-Gracias, mañana pasas cobrando la carrerita, ahorita no tengo efectivo. -dije y cerré la puerta que solo abrí una vez que llegó el taxista. Le pedí que cuando lo dejara en su casa me escribiera una mensaje para poder dormir tranquila.

Y así fue, a los 15 minutos me avisó que lo había ayudado a entrar en su casa, ya que ni podía encontrar la llave correcta. De camino al cuarto, llegó la luz, miré el reloj 4:05am. Dónde habrá estado y con quién, qué clase de amigos le permiten que llegue a esos extremos...

Ya más tranquila sabiendo que el estaba bien, me entregué nuevamente al sueño, hasta casi las 8:00am. Me desperté sin razón, ni siquiera puse alarma. Pero como estaba un poco arrepentida por la discusión que tuve con Sebastian, decidí prepararle un desayuno y sorprenderlo en su casa. Me arreglé y preparé arepas dulces que tanto les gustan. Rápidamente tomé un taxi con destino a su casa.

Después de varios minutos enredada en el tráfico, me encontraba parada en la puerta de su casa dudando si tocar o pasar con mi juego de llaves que el mismo me había regalado.

Me decidí por la primera opción, tal vez su mamá estaría despierta y toqué varias veces pero nadie me habría la puerta. Tuve que usar mi plan b y abrí con mis llaves. Cuando pase las luces se encontraban todas encendidas, no había ruido ni nadie despierto, me dirigí directamente al cuarto de Sebas y cundo intenté abrir tenía seguro, eso era raro el nunca usaba el seguro,ni cuando yo me quedaba. Tal vez con la borrachera no se dio cuenta, toqué una, dos y hasta tres veces, ya me estaba preocupando.

-Sebastian, Sebastian, Sebastian soy yo, abre la puerta.. Te traje desayuno. -Escuche como algo se cayó pero no pude identificar de que se trataba.

-Lena... ¿Qué haces aquí? -se le escuchaba la voz ronca pero también lo noté algo nervioso.

-¡Abreme! -comencé a alterarme, a el nunca le había importado tanto la privacidad.

-Vete, no quiero verte... -no le creía nada, ni siquiera sonaba dolido, solo nervioso.

-¿Qué estas escondiendo? ¿O abres tu o abro yo? -busque en mi juego de llaves, la que correspondía a su cuarto y la encontré fácilmente. Abrí la puerta pero el la empujó de nuevo cerrándola a la fuerza. Volví a intentarlo, pero esta vez aunque fue muy poco tiempo que estuvo abierta pude notar una silueta enrollada en las sabanas. No se si deje de respirar en ese momento, no sentía mis piernas, la vista se me nubló y no lo pude resistir. Salí corriendo hacia la puerta, no quería que me viera llorar. -¿Cómo pudiste hacerme esto? Eres un cobarde, te odio, te odio, no te lo voy a perdonar...

-Lena, lena. No es lo que parece, dejame explicarte.

-¿Qué me vas a explicar? Cómo lo disfrutaron, no me quieras ver la cara de idiota. -le grité y salí corriendo de allí, intentó detenerme pero fui más rápida que él.









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