Apatía, epifanía. (Cap. #5)

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Llegamos a la esquina de la alameda que comunica la avenida 40C con mi casa y ahora sí ya era hora de despedirnos pero como Samantha anteriormente venía hablando de ese montón de recuerdos, por un efímero momento sentí molestia y con notoria apatía le dije:
— No sé porqué haces esto, ¿para qué lo recuerdas? ¿Por qué mejor no intentas seguir con tu vida de fiesta? Y no hablo precisamente de sexo, alcohol... O drogas, no lo sé, me refiero a una fiesta contigo misma,
dentro de ti,
podrías irte lejos
y beberte todos esos recuerdos,
podrías no llegar a dormir
y bailar un inepto jazz de dizque amor en cualquier cama,
podrías inhalar todas tus lágrimas,
consumirte todos tus dolores,
emborracharte de todos tus mayores temores; anda y deja todo eso en otro lugar, en alguno de esos sitios que solías visitar y no me hagas esa cara de que quieres llorar, porque si de eso se tratase yo aquí soy la máster por todo el tiempo que me quedé justo aquí esperándote...

Samantha se quedó atónita mirándome con tal desilusión que no fue necesario que me dijese nada, con su cara bastaba.

Y yo, Lucia, para cerrar esa conversación con "broche de despecho" le dije:
— Y te salvas que sólo cambié de número telefónico, porque si yo hubiese podido me voy de éste barrio y no por que sea malo, sino por la misma razón de que no quería que esto sucediera, reencontrarnos, sabía que algún día sin miedo te lo diría... Ya no tengo miedo a tu ausencia, a que te vayas. Ya no más.
— ... Lu, espera, al menos dime que ahora que he vuelto, no quieres volver a extrañarme...
— ¿Cómo pretendes que voy a seguir temiendo por algo que ya sucedió? No seas ilusa.

Samantha ya era de piel muy blanca, tenía un tono de piel hermoso pero en ese momento se veía mucho más que pálida y en sus ojos noté como mis palabras la hicieron sentir, pero aun así no me importó y apenas terminé de decírselo, caminé rápidamente y tomé el autobús...

Samantha se quedó allí de pie, estática y viendo hacia mí mientras me iba... Mostraba en su rostro sobresalientes gestos de epifanía, opté por no prestar mucha atención sobre ello, coloqué mis auriculares y reproduje la música de forma aleatoria, la primera canción que sonó fue "Volverás" de Adriana Moragues, el coro de ésta canción dice así:

"Tú volverás y cuando tú regreses amor, verás como alguien quiso ocupar mi pobre corazón por ti, ya verás como tú a mí me pides perdón y yo que ya estoy loca de amor, yo voy y te perdono"

  Lucia se sintió dolida al escuchar eso, sabía que muy en el fondo, en lo más recóndito de su corazón y en lo más certero de su pecho, aún queda cierta cantidad de amor, como si resguardara algún tipo de reserva medicinal o de magia, aunque ya no era lo mismo de hace un tiempo atrás y no por que su amor hacia Samantha cambiara, eso jamás, Lucia lo ha conservado allí, lo ha cuidado y curado de distintas maneras, a escondidas, en cartas, en la poesía, en una pared con sus iniciales escritas en graffiti, llorando a solas, llorando en público, en las pláticas con sus amigas, hasta con su hermana Alba, con su madre Anastasia, quién más ha estado ahí para Lucia.


Cuando digo que ya no era lo mismo, me refiero a que bajó el nivel de ese amor, no sé si me explico. Es el mismo amor, el mismo afecto, el mismo aprecio, pero ya en cantidades muy escasas o limitadas , eso de que aún sientes todo por esa persona pero ya está a punto de perderte... Y que al final es así, es por tu propio bien.


En uno de esos días cuando Lucia pensó que estaba totalmente sola, su madre la abrazó y le dijo:

"Son cosas que debes pasar, sé que la amas y yo a ella la quiero, la aprecio, pero no es justo que haga dentro de ti todo un desastre, si para muchas personas eres un paraíso de persona"

En ese momento, estando con su madre, Lucia parecía un poco desubicada, lo hizo ver por su mirada, levantó su cabeza, recordó lo que un día dijo su hermana Alba hablando con una chica que pretendía de Lucia y viceversa:

"Debes tener claro que Lucia es una joya y deberás cuidar muy bien de ella, sino te las verás conmigo" —Dijo en son de broma.

Entonces Lucia sonrió aliviada, más la compañía de su madre, logró entrar en calma.

El autobús arrancó, la joven Lucia se dirigía a su destino, logró tranquilizar su mal genio que de vez en cuando se hace presente y más en situaciones así que inesperadamente se reencuentra con algún viejo amor; a los minutos se entusiasmó nuevamente al recordar el motivo de su salida.

Desventajas de ser como tú o como yo, pero juntas nunca "tú y yo".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora