Día 3: Ciudad de Alajuela (Cap. #17)

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   Lucia llegó a su casa después de un largo día, al fin pudo estar entre las sábanas de su cama, tal y como lo deseaba desde la pura mañana, creo a muchos nos pasa en ocasiones, ¿no?
  Se quedó dormida sin darse cuenta pero a los pocos minutos despertó y estaba tan cansada que solamente bajó a la cocina y comer algo; olvidó llamar a su amada... Despertó a la siguiente mañana muy asustada, buscaba su teléfono celular pero, como siempre, entre las cobijas no lo encontraba... Al fin lo encontró y tenía dos llamadas perdidas de Maria, más un mensaje de texto de la niña flor que decía: "ocupo hablar con vos, llámame por favor".

  Lucia se encontraba en un dilema, no sabía a cuál de las dos llamar primero... Se levantó y mientras escogía que ropa ponerse, pensaba a quién marcarle al celular.
  Luego de unos minutos se decidió, escogió la ropa y a quién llamar primero...

— ¿Aló? —Dijo Lucia
— Hola mi amor, ¿cómo amaneciste?
— Bien, bien por dicha ¿y tú?
— ¡Qué bueno! Y muy feliz porque hoy te espero en la casita. Recuerda traer las cosas que te dije, vente con cuidado mi vida
— Sí, tranquila, no me repitas las cosas y sí iré con cuidado, no te preocupes... —Dijo Lucia con pretensiones de oírse seria, según ella.
— Es que seguramente ya ni siquiera te acuerdas que fue lo que te pedí
— Claro que sí —Dijo Lucia con ese tono mentiroso y entre disimuladas risas
— ¡Ves! Ya lo sabía... Tráeme el libro de derecho, los libros de A.A y nada más... ¡Oh! Y un chocolate de macadamia, por favor
— Ya sabía yo que de algo te ibas a antojar pero bueno madre, yo te llevo las cosas...
— Bueno mi chiquita, ¡aquí te espero! Te amo.
— Yo también te amo mamá, bye!

  Lucia es muy distraída, ciertas cosas las olvida por completo, pero recordó a tiempo que primero que todo debía llamar a su madre, ya que después de varios días al fin la vería y debía llevarle algunas cosas.

Segunda llamada:
— ¿Hola?
— ¿Diay? ¿Qué te habías hecho? Me dormí triste sin ti y tus buenas noches — Dijo Maria y su tono de resentida como el de una niña mimada

  Lucia, para variar, se estremeció por montón y respondió:
— Pobrecita mi princesa, ¡tan linda! Discúlpame, vine tan cansada que no aguanté el sueño para llamarte más tarde
— No se vale pero bueno, ya estoy hablando contigo —Dijo Maria, muy felizmente
— Mejor dicho, no se vale que ayer no te viera, tengo tantas ganas de verte... Y besarte... —Dijo Lucia muy apenada
— Pensé que yo era la única que quería de nuestros besos...
— Mi amor... Te extraño... —Dijo Lucia, con esa voz un poco ronca que posee pero con ese tono de niña chineada
— Lucia... ¡Sos una chineada! ¡Mi chineada!
— Sí, tuya pero ya déjame... —Exclamó Lucia con ese mismo tono
— ¡Ay no puedo contigo y tanta chineasón! ¡Te amo preciosa!
— Y diciéndome esas cosas pretendes que no me pondré más chineada. Te amo más. ¿Cuándo te veo?
— ...aún no lo sé —respondió Maria tristemente
— Apenas puedas o al menos sepas cuando, me avisas... Hoy tengo que ir donde mi madre y quizá me quede allí
— Sí, yo te aviso. Estaremos muy lejos; ¡qué te vaya muy bien! Ve con cuidado
— Sí un poquito lejos nada más... —Dijo Lucia sarcásticamente— Gracias preciosa, ¿y tú que haces hoy?
— ¿Yo? Ehm... Tengo que hacer más vueltas de la universidad
— Tanta vuelta y papeleo de la U se hace extraña
— No seas rara... Pero bueno, luego hablamos mi amor, te amo, adiós!
—...te amo más, cuídate preciosa, chao!

  Se terminó la llamada y Lucia seguía con que tanto papeleo estaba un tanto extraño, pero, como siempre, no se dejó llevar por sus tercos pensamientos.
  Abrió el WhatsApp y respondió el mensaje de la niña flor: "¿Qué pasa niña? Anoche llegué a dormir y me olvidé del mundo, discúlpame... Pero dime, ¿qué pasa?"

  Lucia se fue a duchar, después de unos 15/20 minutos salió, parece que es adicta a la espuma del shampoo en su cabeza.
  Mientras se vestía le entró una llamada de un número desconocido:
— ¡¿Aló?! —Contestó Lucia un poco acelerada
— ¿Por qué tanto asombro al contestar? —Preguntó la niña flor entre risas
— Porque estoy en paños menores, vistiéndome y en eso me sonó el celular, tenía los calcetínes en la mano más el par de zapatos y tuve que tirar todo para contestarte porque sino se hubiese cortado la llamada y no quería quedar intrigada con el "número desconocido" —Dijo Lucia a carcajadas

  La chica misterios empezó a reír y se disculpó, después del saludo, la conversación se volvió más seria.

— Vieras que estoy muy confundida
— ¿Por qué o con qué?
— Por lo que siento por ti, por lo que pasa dentro de mí...
— ¿Y qué es exactamente?
— Es raro, ni yo misma me entiendo pero no quiero que sientas que mentí porque no es así —Dijo la niña flor, en un discreto llanto
— ¡Claro que no! Yo te agradezco todo lo que has hecho por mí y lo que hice yo por ti fue, es y será de corazón... Niña, yo te aprecio y te quiero montones... Pero dime de una vez por todas qué es lo que pasa... Tanto rodeo me mata... —Dijo Lucia ya cansada de tanta intriga pero no con un tono grotesco
— Ay Lucia, repito lo que dije aquella vez, sos un sol... Y afirmo que sí deberías brillar... Pero, aunque suene cursi, creo que yo no soy quien deba verte brillar...
— O mejor dicho, no soy yo quién te hará brillar a ti ante los demás... ¿Así es, no? —Preguntó Lucia con certeza
— No lo sé... Solamente recuerda nuestro secreto acuerdo... —Dijo la niña flor en voz baja, queriendo sonar muy misteriosa
— No, no lo olvidaré —Dijo Lucia entre risas

Se despidieron.

Tanto rodeo se vuelve estresante.
Lucia dejó de darle vueltas al asunto, terminó de emperifollarse para salir y emprendió su viaje, camino a la ciudad de Alajuela, donde vive su madre.

  Estaba muy feliz de ver a su madre, así que quería llegar lo antes posible pero, en la carretera que comunica a la ciudad de San José hacia la ciudad de Alajuela es muy transitada y por lo general se hacen largas presas de automóviles.
Lucia se armó de paciencia, sabía que algún día llegaría. —Sarcasmo—.
  Eran las 10:47 AM cuando Lucia tomó el autobús, pasaron 30 minutos y Lucia seguía en él, así que al llegar a la primer parada de taxis en Alajuela tomó uno; 11:45 AM, Lucia al fin llegó a la casa de su madre.

  Al abrir se escuchaba su mascota, Nana (un perro) desde adentro llorando y ladrando de la emoción al ver a Lucia, Lucia se emocionó también pero la calló porque su manera de ladrar ensordece un poco.
  Al entrar, se dirigió donde su madre para saludarla pero topó con la enorme sorpresa de que tenían visita.
  No era nada más y nada menos que Maria quien estaba allí en la sala, Lucia no podía creerlo y con gran emoción la abrazó y a su vez la tomó a besos. Su madre sonreía, las miraba con ternura y aún más de ver a su hija tan feliz con Maria, verlas juntas es algo que la hace muy feliz, la madre de Lucia asegura querer muchísimo a ésta chica, Maria.

  Después de comer y charlar un rato las tres, la madre de Lucia debía salir. Las chicas se quedaron solas en casa, estando en la habitación de Lucia —también tiene habitación allí— empezaron a hablar mientras estaban acostadas...

— ¿Recuerdas que tenía algo que decirte? —Preguntó Maria viendo fijamente a los ojos de Lucia
— Obvio que me acuerdo, más bien tanto rodeo me tiene mal —Dijo Lucia, entre risas y de igual manera viendo fijamente a Maria hacia sus ojos cafés

Entonces Maria se decidió por al fin revelar aquel misterio y habló... Lucia no podía creerlo y reventó a llorar...


Damn it! ¡¿Qué le habrá dicho Maria a Lucia para provocar ese llanto?!

Desventajas de ser como tú o como yo, pero juntas nunca "tú y yo".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora