James
En cuanto se bajó del tren, James se dio cuenta de que no debió haberse olvidado de su bufanda.
¡Se estaba congelando!
Menos mal que su considerado primo Fred le presto una de las dos bufandas tan calentitas que les había hecho su abuela. Aunque pusiera un "F" en vez de una bonita jota que tendría que poner si la bufanda fuera de James, le agradeció a su primo el préstamo.
No tardaron mucho en llegar al castillo—tal vez porque todos se estaban congelando— pero alegremente en cuanto entraron comprobaron que los elfos habían encendido las calderas y esta noche no pasarían frío.
—¡James Sirius Potter!—grito Danielle en medio del vestíbulo.
Su amiga daba miedo. Mucho miedo. Venía gritando enfadada, con las mejillas rojas, lo que iniciaba que algo la tenía verdaderamente enfadada. Señalaba a James con un dedo acusador, mientras que tenía a Lala cogida de la muñeca, y esta iba siendo arrastrada por su amiga hasta llegar al lugar donde se encontraba el merodeador.
Hizo una lista mental de las cosas que habían hecho que podrían haber molestado a Danielle: despintarle sus calcetines en casa, robarle las chuches en el tren, burlarse de lo suyo con Albus... Ninguna tenía una importante relevancia—según el criterio de James— a sí que el azabache no encontró ninguna explicación razonable al enfado de la pelirroja.
Se revolvió el pelo como hacía siempre que estaba confundido. Danielle llegó a estar en frente de James rápidamente, y en un rápido movimiento agarro la oreja del merodeador retorciendola.
—Auch—se quejó del dolor James. La pelirroja le arrastró en esa misma posición hasta la habitación del conserje, y acabaron ahí encerrados el y ella, pues Lala acabó quedándose fuera.
—¿Quieres que nos besemos en este cuarto a oscuras?—dijo fingiendo voz de seductor.
—¡Potter!
—¡Era broma!—se excusó el merodeador entre risas.
Con esa frase había conseguido sonrojar a Danielle, que era lo que más le gustaba en el mundo. Sus mejillas se teñían del color de su pelo, y sonreía tímidamente, y era así como más guapa estaba.
—Además no era eso de lo que te tenía que hablar.
Danielle encendió una luz con su varita, pues el armario del conserje estaba completamente a oscuras. Cuando encendió la luz comprobó que era un espacio no pequeño lleno de escobas, fregonas y otros productos de limpieza.
—Vale, no quiero pasar mucho tiempo aquí encerrado, a sí que desembucha pelirroja. —dijo James. Le estaba empezando a dar asquito estar ahí dentro, además acababa de ver algo moviéndose entre las fregonas.
Su amiga le fulminó con la mirada.
—¿A ti quién narices te ha dicho que yo y Albus somos novios?—le apuntó con su varita casi rozándole la nariz—¿Es que acaso ya no sabes que mentira inventarte?
James la miro confundido.
—Te prometo por Merlin que fue Albus el que me lo dijo.—ella lo miró incrédula—¡es verdad!
Ella lo inspeccionó con la mirada, mirándole fijamente a los ojos. James intento parecer sincero. De verdad que no estaba mintiendo, Albus había dicho en el desayuno del día que se fue Danielle que llevaban saliendo desde hace un par de días, y por eso James había escrito muy apresurado la carta para asegurarse que fuera verdad, y, al no obtener respuesta de Danielle, dedujo que si.
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¿Quieres salir conmigo pelirroja? | 3º Generacion
FanfictionPara Danielle Lancaster, no hay nadie peor que James Sirius Potter. Arrogante, narcisista, irresponsable, mujeriego... Un idiota total. Para James Potter, no hay nadie peor que Danielle Lancaster. Histérica, gritona, aburrida, amargada... Una insuf...