12- Buen dia, buena suerte y... ¡Maldito Smith!

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James

La verdad es que la emoción por haber besado a Danielle Lancaster se le pasó rápido. Duró tan solo dos simples días, hasta que vino el partido y todo se estropeó.

James estuvo todo el domingo y todo el lunes explicándoles ilusionado a Louis y Fred como había besado a Danielle Lancaster, tanto que cada vez que mencionaba el suceso ellos protestaban entre gritos por tener que escuchar aquella maldita historia una vez más.

El caso es que James estuvo feliz hasta el partido, en el que lo que pasó después hizo que James se olvidara de aquello y se diera cuenta, efectivamente, del gran idiota que era. Parecía que tenía la peor suerte del mundo, cuando por fin conseguía besar a la chica de la que estaba enamorado (enamorado de verdad) ocurría aquello.

Se despertó con un desagradable grito en el oído:

—¡James! Date prisa o llegarás tarde al partido.

Fred, siempre tan agradable.

—Es por la tarde, te quieres calmar, tengo una hora libre ahora, pienso quedarme durmiendo como comprenderás.—dijo aún somnoliento. Odiaba que lo despertasen, y sobre todo cuando le despertaban antes de lo que debían.

—¡Qué va, Longbottom lo ha cambiado a por la mañana porque un jugador de nuestra casa ha sido castigado por la tarde, y además a todo el mundo le viene mejor!

James despertó de repente. No sabía qué hora era, pero estaba muy seguro de que llegaría tarde. Se quitó—muy a su pesar—las sabanas y salió corriendo de la cama.

El dormía cómodamente en unos calzoncillos tan solo (a Fred le gustaba poner la estufa bastante alta) y cuando se levanto de la cama no esperaba ver a todo el equipo de Quidditch delante suyo con una mirada de sorpresa ante su falta de ropa. Agarro rápidamente una sabana y se cubrió con ella.

—¿Pero que hacéis todos aquí?—pregunto el capitán avergonzado— ¡Fred!—llamó a su primo que estaba detrás fingiendo que no tenía nada que ver con eso.—¿Porque está todo el equipo aquí?

La risa de Lala se oía a kilómetros. Danielle seguramente estaría sonrojada, pensó, pero ahora no era el momento de mirarla, estaba muy enfadado con Fred. ¡Él sabía perfectamente que dormía con poca ropa, y aún así traía a todo el equipo de Quidditch a ver cómo se despertaba! No entendía a su primo.

—Es que andamos un poco apurados de tiempo.

Su primo se miro los pies esperando que James no hubiera escuchado eso. Pero James lo había escuchado, y le preocupaba bastante.

—¿Cuánto queda, veinte, treinta minutos?—pregunto el azabache escalandizado. 

Se tomaba en serio muy pocas cosas, y el Quidditch era una de ellas. Odiaba ser impuntual o desaprovechar el tiempo.

—A ver el partido empieza a las nueve y media...

—¿Y?

—Son las diez menos cuarto.—resumió Lala ante la mirada de miedo de Fred.

James puso cara de horror, y noto como su primo intentaba protegerse con su varita y poniendo una mano delante de su cuerpo. ¡Llegaban tarde, no, tardisimo! Iba a matar a su primo, le iba a partir en trocitos, luego los volvería a juntar y los volvería a partir.

—¡Fred Weasley! Más te vale correr porque como te encuentre descubrirás una nueva definición del miedo.

Su primo—que ya llevaba el uniforme de Quidditch—salió corriendo apartando al equipo de la puerta, pero James no le siguió. Pensaba mantener la amenaza de su venganza mucho, mucho tiempo, a sí cuando a Fred ya se le hubiera olvidado y no se lo esperara ¡crash! Se vengaria con todas sus fuerzas. Tantos años de experiencia haciendo bromas sacaban la mente más retorcida del merodeador, y eso le encantaba.

¿Quieres salir conmigo pelirroja? | 3º GeneracionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora