Capítulo cuatro

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Diversión en ropa de hombre.



Estoy considerando mis opciones.

a) Salir con la toalla y pedir ayuda.

b) Quedarme en el vestidor por el resto de mi vida.

c) Matar y destrozar a Nathan.

La última opción es mi preferida pero no tengo pensado ir a la cárcel aun siendo tan joven.

En fin, opté por la primera opción.

Me llené de valor y decidí salir. Caminé por el pasillo agarrando fuertemente la toalla que me cubre, sería fatal que se cayera. Ya tengo demasiado con la situación como para que ahora, todo el mundo me viera como Dios me trajo al mundo. No quiero una foto de mis nalguitas en internet.

Giro la mirada para la derecha y luego a la izquierda, está despejado, supongamos que todos están en la cafetería.

Supongamos. Porque Nathan debe parecer Dios dos. Mirando todo burlándose de mí.

Perro idiota.

Maldito estúpido.

Decido ocultarme tras el edificio, siempre percatándome por si alguien está mirando.

Además la toalla que llevo no me cubre lo suficiente, y no me quito de la cabeza el que probablemente podrían violarme.

Nunca se sabe.

Camino hasta la entrada del colegio.

Ese degenerado va a conocer quién es Ana.

Me detengo en seco a observar lo que mis ojos no pueden creer.

Mi ropa está puesta en una muñeca inflable para la diversión de los hombres (creo que es para eso), mi ropa íntima puede verse a la perfección ya que la colocaron encima de mis pantalones y mi polera. Para más se encuentra en la punta de la estaca en donde tendría que estar la bandera oficial del colegio.

¿Cómo voy a bajar mi ropa?

¡Malditos me las pagarán!

Varios chicos que están a mí alrededor no paraban de verme de pies a cabeza y eso me tensa nerviosa.

Trata de pensar en una solución Ana.

Diviso a lo lejos al causante de mi desgracia.

Está con todo el equipo de fútbol disfrutando el espectáculo y como si fuera un programa de entretenimiento para fin de semana.

Me acerco con la cabeza en alto. No voy a permitir que vea lo asustada y cabreada que estoy.

—Maldito imbécil, te doy cinco minutos para traer mi ropa de vuelta.

—Tenía razón, te ves mejor sin ropa —me estudia un momento, devorándome con la mirada.

Perfecto. Aparte de idiota, pervertido.

—Eres una chica interesante, nadie se pasea en toalla —uno de los chicos del equipo me rodea, paseándose a mi alrededor—. Lo siento soy un maleducado no me he presentado, soy Logan.

— ¿A mí que me importa?

—Tienes razón Logan —un chico de ojos avellana, me guiñó un ojo y luego vuelve a hablar—. Mucho gusto soy Jay.

Una Apuesta. Un Ganador©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora