Capítulo nueve

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Hijo de Snow


#SpoilerDeJuegosDelHambre.

Ana

Al principio mis labios no se mueven.

Pero todos tenemos instintos, esos que hacen que el deseo responda y no tu mente, así pues mi cuerpo y mi mente se desconectan por un momento.

Empiezo a mover mis labios junto con los de Nathan, no besa mal el muy condenado, al contrario este beso es increíblemente bueno. Sus labios son suaves y sabe a dulce de menta, mis manos dejan de luchar y suben a su cabello.

Nathan me atrapa contra la puerta, una de sus manos aprieta mi cintura pegándome más a él, mientras la otra sube hasta la parte trasera de mi cuello, muerde levemente mi labio inferior y vuelve a atrapar mi boca. Mi lengua explora la suya mientras me pongo de puntitas para alcanzarlo.

Típico de las que medimos menos de 1.60

Después de unos minutos de comernos a besos un rayo de lucidez, un pequeño rayo de sensatez me golpea a la cara como diciendo: "¿Qué haces estúpida? " Reacciono, lo empujo con todas las fuerzas que tengo.

Estoy enojada, más conmigo misma por corresponder al beso, que con él por besarme.

— ¡Eres un mundano, hijo de Snow, muto asqueroso!

Gracias mamá por comprarme los libros de los juegos del hambre. Nunca sabes cuándo vas a necesitar sus insultos.

— ¿Pero qué estás diciendo? —Nathan arruga el ceño y comienza a reír como foca retrasada —creo que ese beso te dejó más confundida.

— ¡Abre la puerta! No lo diré otra vez —me cruzo de brazos.

— ¿Eres tonta o qué? La puerta no tiene seguro, puedes salir.

¡Pero qué estúpida! Bravo Ana, ¡BRAVO!

—Ni se te ocurra seguirme —le digo mientras abro la puerta y salgo de regreso al baile.

Mis amigas no tardan en notar mi presencia, y en cuanto aparezco entre la multitud llegan a mi casi corriendo. En estos momentos estoy tan moleta que más les vale no salir con un chistecito estúpido.

— ¿Dónde te estabas?

Con Nathan en una especie de armario, haciendo sabe Dios qué cosas.

—Es tarde, regresaré a casa —les informo.

—Si estás molesta por la subasta, sólo lo hice para ayudar.

—Vaya ayuda Valeria... ¿Dónde está Adrien?

Las chicas me ven apenas. Si le hicieron algo las voy a matar.

—Le dijimos que te sentías mal y volviste a casa con Odette —informo Colette.

—No importa. Me voy a casa, las veo mañana.

***

No puedo dormir, parece que ni la parte derecha ni la izquierda de la cama me parece cómoda. Las cobijas me dan mucho calor, y cuando me las quito siento mucho frio. Ya probé sacar uno de mis piecitos, ni siquiera eso funciona.

No dejo de pensar en ese beso, esa catástrofe que nunca debió suceder.

Lo tenía planeado, pero sucedió con la persona equivocada.

De dos cosas estoy segura: a) detesto a Nathan, b) ese beso estuvo más bueno que el pan.

Aunque me duele admitir que el plan de las chicas sirvió de mucho para nuestro plan, ya voy por buen camino pero... ¿Cómo enamoras a un idiota?

Una Apuesta. Un Ganador©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora