Capítulo 2: El lago congelado y el lobo

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El lago congelado y el lobo.


- Bella -

La incomodidad que sentíamos los jóvenes en la sala cortaba el ambiente de reencuentro feliz que debía ser tras la llegada de James. Decidí ir a mi habitación, estaba a punto de subir cuando oí a mi madre decir:

—Hija ¿Por qué no llevas a tus primos al lago? —dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Para qué mamá? —pregunté. —Ese lago debe estar más que congelado en estas épocas del año —dije con un pie en la escalera.

—Sí, por eso mismo Bella —dijo. —A tus primas les gustaría patinar allí.

—Está bien mamá —acepté ya que no tenía otra opción, sería una oportunidad para conocerlos. —Solo déjame ir por un suéter y los patines para todos.

Subí a mi habitación, abrí el armario y tomé el primer abrigo que encontré, cambié mis sandalias por botas ya que mantendrían mis pies cálidos, salí y llamé a Kate para que me ayudase con los patines.

—Y dime Kate ¿Qué te parecen? —le pregunté curiosa.

—No lo sé, son demasiado raros para mi gusto... Son incluso mucho más raros que tú —comentó burlándose.

—¡Oye! —dije intentando parecer enojada. —Yo no soy rara, solo me la paso en mi mundo.

—Sí, un mundo solo para ti... Ya no somos cómo antes Bella, siempre estas encerrada en tu habitación leyendo.

—Pues es mi espacio —dije fría y cortante.

Bajamos las escaleras y nos dimos cuenta de que todos ya estaban afuera esperándonos, yo tomé mi bolso que estaba en el armario junto a la puerta, nos acercamos a ellos y tomamos camino hacia el lago.

Para llegar teníamos que atravesar un pequeño bosque que yo conocía perfectamente gracias a que el lago era mi lugar favorito para leer en las primaveras... Era muy pacifico y hermoso.

Iba distraída, pensando en mis cosas y oí una pequeña y odiosa voz al momento que alguien pone su mano en mi hombro para captar mi atención.

—Hola —me dijo Grecia con una pequeña sonrisa que más que amable parecía hipócrita —¿Ya vamos a llegar? Ya estoy muy cansada y mis pies están fríos.

—Pero si solo hemos dado como noventa pasos —le dije burlándome un poco.

—Pues yo siento que han sido mil.

—Quizá para la próxima deberías ponerte algo más cómodo —le comenté señalando sus zapatos.

Tenía puestas unas sandalias marrones parecidas a las que tenía yo antes de ponerme las botas pero las de ella tenían un pequeño tacón.

—Siempre hay que verse bien —dijo ella.

—Para mí es mejor estar cómoda —dije apartando la mirada de sus ojos.

Se burló de mi comentario.

—Sí. Sí se nota —me dijo y se alejó de mi para encontrase con su hermano.

Al fin logramos salir del bosque y llegamos a un pequeño claro, mas adelante estaba el lago.

—¿Sabes que sería divertido Clara? —le preguntó Kate.

—¿Qué cosa? —respondió preguntando ella.

—Una carrera de aquí hasta el lago —le afirmó Kate.

—Vale, pero dame ventaja —dijo Clara y salió corriendo en dirección al lago.

—¡Oye eso no es justo! —gritó Kate para luego hacer lo mismo que Clara.

Grecia, Adam y yo continuamos caminando, cargando los patines, sin percátanos de nuestro alrededor. De repente de unos arbustos que estaban cercanos a nosotros salió un enorme lobo de pelaje gris, sus ojos brillantes y amarillos se clavaron en mí, mostró sus afilados dientes y gruño.

El lobo nos miraba con furia y tenía el lomo arqueado, preparado para saltar y atacar.

—Ni se les ocurra mover un solo musculo —dijo Adam mientras que con cuidado tomaba un gran palo que estaba justo a su lado, para nuestra suerte.

—No lo lastimes —dije sin moverme y casi susurrando.

—Este lobo va a lastimarnos, Adam... ¡Mátalo! —dijo Grecia.

—¡Shhh! Cállate estúpida —le ordeno Adam mirando hacia ella.

Sin darse cuenta el lobo había saltado en dirección a mí para atacarme, cerré los ojos e intenté cubrirme pero no podía moverme.

Adam corrió y se atravesó en el camino del lobo, los dos cayeron al piso y pensé que el lobo lo había mordido. Afortunadamente el enorme lobo solo mordió la rama que tenia Adam en sus manos, los dos peleaban en el piso, Grecia gritaba, Kate y Clara llegaron corriendo y yo no sabía qué hacer.

Una idea repentina llegó a mi mente, o más bien fue un recuerdo de algo que había leído en un libro alguna vez.

Tomé una piedra y la lancé en dirección al lobo, no quería golpearlo, solo que callera cerca de él, el lobo se distrajo y velozmente me acerqué a él para patear su estómago y el lobo se fue corriendo alejándose rápidamente de nosotros.

Cuando le di la patada perdí el equilibrio y caí justo encima de Adam, lo miré a los ojos y le pregunté:

—¿Estás bien? —dije preocupada.

—Pues estaría mejor si no estuvieras encima de mi —me dijo sonriendo pobremente.

—Lo siento —dije levantándome y ayudándole a él a pararse.

—Tranquila, no ha sido tu culpa... ¿Tú estás bien? —preguntó tomando mi brazo del cual brotaba sangre roja y espesa.

—Yo no lo sé —comenté sorprendida. —Ni me he dado cuenta de cómo me hice esto.

—No es tan grave... Pero podría infectarse —dijo con su voz gruesa. —Lo mejor sería si volvemos.

—¡No! —exclamó Clara. —Ese lobo podría seguir por allí en el bosque todavía.

—Clara tiene razón, lo mejor será esperar un rato —dijo Kate.

—¿Y mientras tanto qué? —preguntó Grecia —¿Dejamos que Bella se desangre?

—No se desangrará, no seas exagerada —dijo Adam mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo y lo amarraba fuerte a mi brazo justo donde estaba la herida. —Así estará mejor —dijo sonriéndome dulcemente.

No supe que decir, estaba hipnotizada con su sonrisa, solo alcance a decirle un ahogado:

—Gracias.

—No Bella —dijo él. —Gracias a ti por salvarme.

—¿De qué estás hablando? Fuiste tú quien me salvó a mí.

Continuamos caminando hasta llegar al lago, estaba completamente hermoso, la poca luz del sol que se asomaba entre las nubes se reflejaba en el hielo congelado creando un brillo sutilmente bello, era una vista espectacular, cosa que afirmé en voz alta.

—Esta vista es en serio muy hermosa —comenté.

—Sí... Casi tanto como tú —me dijo Adam casi al oído, lo que hizo que me estremeciera y no supiera cómo actuar.



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