Capítulo 16: Secuestrada (Parte 2)

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Secuestrada (Parte 2)

- Mery -

Desperté en un lugar que desconocía, estaba amarrada a una silla y tenía una mordaza, mi mandíbula me dolía y mis muñecas ardían, miré hacia los lados y vi cuchillos, armas, y una camilla, oí ruidos y vi a esa persona entrar, era alto, tenía una peluca, un sombrero negro y estaba vestido del mismo color pero lo que más me asustó fue su máscara, era blanca, ojos negros y una sonrisa cínica.

Él venía con otra chica, no sabía quién era ella y el porqué nos había elegido a nosotras... Él hizo que la chica se acostara en la camilla, ella se resistía y entonces la golpeó y quedó inconsciente, la amarró y le quitó la mordaza que tenía en su boca.

Él fue a la mesa y tomó uno de los cuchillos, se acercó a mí y me asusté, comencé a llorar, él comenzó a pasar lentamente el cuchillo por mi rostro, lo bajó hasta mi barbilla y levantó mi cara, metió el cuchillo por debajo de la tela que estaba en mi mejilla y la cortó.

– ¿Por qué haces esto? – le pregunté llorando – ¿Qué quieres de mí?

Él no me contestó.

– ¿Quién eres?, por favor déjame ir.

Él no dijo nada, levantó su dedo índice y lo movió de un lado a otro indicándome que no me dejaría ir.

La chica despertó y comenzó a gritar.

– ¡Ayúdenme!, ¡Auxilio!

Él corrió a esta rápidamente y se subió sobre ella, la golpeó y le mostró el cuchillo en su mano.

– ¡Ya déjala! – le grité – ¡Basta!

Él me miró y inclinó su cabeza hacía la derecha, levantó el cuchillo y impulsó su mano para clavarlo en el cuerpo de la chica.

Ella gritó fuerte y yo comencé a llorar, empecé a moverme y grité:

– ¡No!, por favor, ya basta.

Él sacó el cuchillo del cuerpo de la chica y lo volvió a enterrar, lo volvió a sacar y lo volvió a enterrar, una y otra vez, hasta que dejé de escuchar sus gritos y supuse que ya estaba muerta, yo lloraba y miraba la sangre que estaba por todos lados.

Estaba asustada, lo vi levantarse y acercarse a mí, pensé que me haría lo mismo y luego lo vi alejarse y dirigirse a la mesa, tomó una aguja e hilo, se acercó a la camilla y desató a la chica, pasó el hilo por el ojo de la aguja y...

– ¿Qué vas a hacerme? – le pregunté – Déjame ir, te lo ruego.

Él ignoró mis palabras y comenzó a coser los párpados de los ojos de la chica con sus cejas, primero lo hizo con su ojo izquierdo y luego con el derecho.

La volteó hacía mi y pude ver sus ojos abiertos, me miraba, sin vida y llena de sangre.

Él le quitó la ropa a la chica, y luego comenzó a limpiarla, pasaba una esponja por todo su cuerpo hasta que quedó limpia y sin sangre, la vistió nuevamente con ropa limpia, la levantó y colocó en una silla, la amarró y colocó un periódico en sus piernas...

No entendía por qué hacía todo eso, solo veía con miedo todo lo que él estaba haciendo, lo vi tomar una cámara y comenzó a sacarle fotos a la chica que parecía estar viva, pero no, ella estaba muerta... Él volteó, me miró y sacó una foto de mí, el flash de la cámara me segó por un momento y cerré mis ojos, para cuando los abrí él estaba junto a mí, grité pero él colocó otra mordaza en mi boca, se dirigió a la puerta y se fue dejándome allí amarrada, llorando y muy asustada.

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