Capítulo 7._ Melodía favorita

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»Jos



—Oh vamos —seguí riéndome de mi chica, era extraño llamarla así cuando realmente no éramos más que amigos. Supo perdonarme el impulso de aquella noche, y mi perdición en las mujeres, me costó todo un mes que volviera a la normalidad y mi pecho estaba lleno de alivio. Prefería estar así a perder mi amistad con ella, la necesitaba demasiado y sinceramente no podía imaginar un mundo sin su risa. Tres cosas habían quedado claras después de esa noche: olvidar lo ocurrido, que Isabela no sentía nada por mí y que por mi parte, nada volvería a ser lo mismo por más que fingiéramos 

—¡Jos! —Isabela comenzó a reír a carcajadas, tanto que se ponía roja. Apreté sus cachetes, cosa que sabía que le molestaba. Su cabello castaño se revolvió en una enredadera de pelo alrededor de su cara

—De acuerdo, declaro la paz —la rodeé completamente con mis brazos haciendo que su cara se escondiera en mi pecho. Amaba tenerla así como signo de protección, y ella lo sabía


Quizá me aproveché de la situación, tal vez. Mencioné que todo era como antes aparentemente, pero eso no significaba que la hubiera dejado de querer; de hecho, en ocasiones era incómodo, ni hablar de las veces que salía con Bryan. ¡Sí, Bryan Mouque estaba de vuelta en la ciudad y en reconquista! 

¿De mí? Cada día que pasaba con ella me gustaba más y más. De cualquier forma, lo nuestro era imposible y yo comenzaba a aceptarlo por más doloroso que fuera. De Katia ni se diga, creo que me había ganado su odio; Clara estaba resentida... no los culpaba, nunca dije que yo fuera inteligente, mas bien era todo un idiota vanidoso con las mujeres que me buscaban... y claro, ellas encontraban. Era cierto eso de "El que busca encuentra", puesto que me daban buenas noches con nuevas cabelleras largas y pechos redondos.

Cuando terminamos de ir al cine con Freddy, nuestro amigo dijo que tenía algo muy importante que hacer sin embargo eso "tan urgente" sería seguramente una chica. No entiendo por qué no me había querido decir nada, en fin, ya después lo obligaría a contarme qué se traía entre manos.

Eran las nueve de la noche y, como los buenos amigos que somos, Isabela y yo no dejamos de hacernos bromas entre nosotros. Nos encantaba recordar, por fortuna nuestro pasado no eran tan tormentoso y eran más los momentos positivos que las caídas.


—No le gustaba y él tampoco a mí —negó repetidas veces intentando calmar su risa, fallidamente. Sus jeans ajustados y aquella blusa ceñida hacía que varios voltearan a ver a mi pequeña, coloqué uno de mis brazos sobre sus hombros. Ahora era extraño hablar de parejas con ella, sobretodo sabiendo que ella no gustaba de mí, tuve que obligarme a decirle que solo había tenido un estúpido impulso cuando la besé

—Por Dios, eres la única que nunca se daba cuenta de cómo te veía Ulises Samuel alias "Salmoncito". Le gustabas y no lo notaste, toda la escuela lo sabía.

—Sí lo supe en su momento, pero a mí siempre me gustó otra persona —sonrió levemente mirando al cielo, yo no dejaba de abrazarla; ¿qué le veía a los demás que en mí nunca podía fijarse? Mi estómago gruñó, y no era solo por la decepción que sentía en ese momento —¡Uy! Un león se escapó del zoológico —comenzó a burlarse de mí

—Ya después hablaremos pero, ¿te molestaría ir a cenar conmigo, nena? —arrugué la nariz llevándome las manos a mi panza, mi chica lo notó y me sonrió con ternura —Estoy hambriento, Freddy se terminó las palomitas antes de media película. Ándale —terminé de decir con un ligero puchero

Ecos »Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora