Capítulo 16._ Lo siento*

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CAPÍTULO NUEVO RE-EDICIÓN 2020*

»Isabela



—¡Veniste! —le sonreí de lado al castaño, regresándole el abrazo; a pesar de lo ocurrido él era agradable, aunque podía llegar a sofocarme como si estuviera encerrada en una caja demasiado pequeña para mi cuerpo

—Prometí que vendría, ¿recuerdas? —claro que recordaba la chinche en la que se había convertido Bryan Mouque el último mes, había terminado la universidad y vuelto a la ciudad. Estaba consiente de que quería reconquistarme, pero para su mala suerte a pesar de lo lindo que se portaba conmigo, yo no podía amar a nadie más que a ese bonito pelinegro

—Sí... Alan me dijo que cuando llegaras, si te veía, fueras a buscarlo —gran mentira, necesitaba mensajearlo antes de que Bryan lo encontrara y me delatara. Alan Navarro era buen amigo, y mi cuñado al ser novio de mi mejor amiga, lo que me atribuía puntos a favor

Revisó las llamadas en su celular —¿Sabes dónde está? 

—Creo que en el último piso, en el F —sí, lo estaba mandando al aula más lejana, con suerte se creería que me había equivocado con las indicaciones 

Besó mi mejilla sonoramente —Te veré en un rato —se retiró dedicándome un coqueto guiño de ojo, le sonreí incómodamente despidiéndome con un ligero ademán 



—¡Hola! —exclamó en mi oído a propósito, me fue imposible no ahogar un grito asustado. Su contagiosa risa resonó a mi costado, relajándome un poco —Yo también me alegro de verte —soltó burlón riendo un poco, le di un codazo aparentando estar seria. Nos miramos con pequeñas sonrisas cerradas

—Bien, no te golpeo de nuevo porque acabas de llegar —admití abrazándome muy fuerte a Jos, él hizo lo mismo. Su mano acariciaba mi cabeza de manera protectora, por mi parte escondí mi cara en su hombro

—Te extrañé mucho, amor —susurró en mi cabello, podía sentir como su nariz rozaba este aspirando su aroma. Era un extraño hábito que mi mejor amigo poseía. Por ese momento me permití tranquilizarme e ignorar lo maniático que podía lucir aquel gesto

—Yo también. Pero no hay que exagerar —me separé y lo miré divertida. Sus ojos brillaban tanto como los míos, y ambos no podíamos dejar de sonreír. Tal vez, solo tal vez, nuestras almas rotas se complementaban hasta unirse


Este podía ser el último abrazo que me daría antes de que, como dijo Kiara, esta tarde las cosas cambiaran su rumbo. Cierto era que tuve la oportunidad de haber cambiado el rumbo de la situación, pero era cobarde y ahora me sentía en deuda con la chica de cabello de colores, después de todo fue culpa de mis decisiones el lugar en el que acabaría. Amaba tanto su sonrisa que quería quedarme con ella, memorizar cada caricia suya hasta perderme, guardar su mirada en mi mente. En este momento todo estaba bien, así que lo aprovecharía al máximo.

Acariciando su mejilla y acercándome a su rostro, volví a unirnos en un dulce abrazo de fuerte agarre. Me puse de puntillas para poder alcanzar los centímetros que me faltaban para estar a su altura. Sin embargo, Jos me alzó lo suficiente para poner mis pies sobre sus altos tenis de marca, entonces no era necesario estirarme. Por nada del mundo cambiaría la felicidad que me transmitían sus manos apretando mi cintura, la textura de su cabello negro azabache o el perfume que emanaba de su chamarra.

Ecos »Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora