Capítulo quince.

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—¿Ver qué? —dije confundida.
Kellin suspiró pesadamente. Parecía frustrado, enojado... ¿Triste?

—¿Por qué no ves que no soy bueno para ti, _______? —murmuró con voz dolida.

Cerré los ojos con fuerza mientras reprimía las ganas que tenía de echarme a llorar. Era increíblemente doloroso escucharlo hablar de aquella forma, ¿Acaso me creía idiota?, ¿Acaso creía que con un "no eres tú, soy yo" todo iba a arreglarse?, lo creía más inteligente y creativo.

Una risa amarga me alcanzó mientras los hilos de mis pensamientos llegaban a lugares más oscuros y crueles.

—¿Por qué haces esto?, ¿Crees que con un "No eres tú, soy yo" vas a desaparecer lo que siento? —espeté de pronto enfurecida.

—¿Eso crees?, ¿Crees que estoy utilizando un viejo truco para hacerte sentir mejor? —dijo alzando la voz.

—Creo lo que escucho y lo que veo —dije con desdén.

—¿De qué sirve, entonces, que te diga lo que siento o lo que pienso si de todas formas vas a creer en lo que "ves" y lo que "escuchas"? —dijo con crueldad.

—Esto no se trata de mí... —comencé a decir apretando mis manos en puños para reprimir el temblor de mi cuerpo.

—¡Claro que se trata de ti, maldita sea! —gritó Kellin interrumpiéndome. Su cara comenzó a ponerse roja del coraje. —, ¡TODO ESTO ES POR TI!

—¡PERDÓN POR HACER TODO ESTO TAN DIFÍCIL, ENTONCES! —grité. Mi voz se entrecortó y me quedé muda. No podía dejar que me escuchara sollozar.

Las lágrimas caían por mis ojos, pero ésta vez no las detuve.

—_______, no hagas esto. No quiero estar mal contigo —dijo Kellin intentando relajarse.

Yo no soportaba estar ni un segundo más a su lado así que me limité a decir —Adiós, Kellin.

Me di la media vuelta y salí de la habitación precipitadamente. Tenía que poner distancia entre él y yo.

—¡_______!, ¡_______! —lo escuché gritar desde el interior de la habitación, pero yo era incapaz de volver. Estaba completamente herida. Le había abierto mi corazón y él lo había roto... Una vez más.

~*~

—Quita ésa cara, te dejaré escoger la música hoy —dijo Hannah mientras subíamos a su auto. Me dejaría en la biblioteca que quedaba cerca de su casa.

Sonreí ante su comentario. Tenía casi dos semanas sin ir a casa de Kellin. Mary me había llamado varias veces y siempre le mentía diciendo que la tarea me estaba comiendo viva pero que, cuando estuviera libre, iría de nuevo a ayudar a su hijo.

Eso no era mentira, cuando me sintiera lista para verlo, iría.

Me sentía completamente destrozada, pero intentaba demostrar lo contrario a toda costa. Había sufrido un desamor, pero no iba a dejar que la gente me viera llorar por él.

Cuando llegamos a la biblioteca, me despedí de ella con la promesa de que iríamos ése fin de semana a "Ahogar las penas" a alguna discoteca.

No era fanática de aquellos lugares, pero le daría el gusto de llevarme a bailar.

Subí las enormes escaleras del viejo edificio y entré en busca del libro que leería para hacer el informe de literatura. Lo tomé y me senté a leer.

Estaba absorta en mi lectura cuando, de pronto, mi teléfono comenzó a sonar.

Atraje la mirada acusadora y reprobatoria de los lectores que se encontraban a mí alrededor. Miré el celular y vi el nombre de Mary en el identificador de llamadas.

Desesperada por acallar el timbre respondí en un susurro.

—¿Diga?

—¿Estás evitándome? —la aguda voz de Kellin hizo que el corazón me diera un vuelco.

Me quedé congelada en ése momento, demonios, sí estaba evitándolo.

—N-No —tartamudeé mintiendo.

—¿Por qué no has venido? —dijo con un deje de reproche en la voz.

—Tengo mucha tarea, Kellin —dije entre dientes. La bibliotecaria me veía fijamente con su mirada de "Cuelga-el-teléfono-o-sal-de-aquí". —. Estoy en la biblioteca, tengo que colgar.

—Ven. —pidió en tono autoritario.

—Kellin, por favor. Debo colgar —siseé suplicante.

—¡Ven! —suplicó él.

—¿Para qué, Kellin? —dije dolida y en voz muy baja.

—Quiero estar contigo —murmuró.

Mi corazón comenzó a latir a un ritmo frenético. ¿Por qué mierda tenía que ser tan lindo conmigo si sabía lo que yo sentía por él¿

Cerré los ojos con fuerza antes de decir —Mañana.

—¿Promesa? —dijo él.

—Promesa... —respondí.

~*~

El día amaneció completamente lluvioso.

Odiaba ésa clase de clima. Me recordaba aquel episodio de mi vida que tanto me había traumatizado. Tenía ocho años cuando mi mamá había caído por la calle un día de tormenta. Estaba tan asustada en aquel entonces que no supe que hacer; había estado a punto de morir de la hipotermia porque nos habían encontrado muchas horas después.

Cerré los ojos intentando apartar aquellos horribles recuerdos, así que me levanté y tomé una ducha muy caliente; me puse unos vaqueros entallados, una blusa de manga larga, y un abrigo. Me sequé el cabello y lo trencé despeinadamente hacia a un lado mientras me ponía un gorrito tejido. Me puse mis botines industriales favoritos y, por primera vez en casi dos semanas, me maquillé.

En la escuela, Hannah me felicitó por haber dado el "Gran paso" de arreglarme pero, cuando le conté que vería a Kellin, casi me golpea.

—¡Maldición, _______!, ¡¿Vas a dejar que ese idiota te diga cuando quiere verte y cuando no!?

Suspiré pesadamente mientras decía —Las cosas no son así, Hannah. Sólo iré a ayudarlo, como siempre.

—Porque él te lo pidió —bufó.

No me atreví a replicar. Sabía que tenía algo de razón, sin embargo no quise decir más.

El día pasó increíblemente lento y, cuando por fin salí de clases, tuve que ir a casa a ayudar a mi mamá en la tienda.

Alrededor de las seis de la tarde llegué a casa de Mary.

Toqué el timbre mientras deshacía mi trenza. Por primera vez, mi cabello lucía aceptable. Sabía que si me quitaba el gorro, mi cabello luciría desastroso, pero las ondas que la trenza había dejado se veían lindas.

—¡_______! —dijo la voz de Kailey.
Saltó a mis brazos cálidamente y me sorprendí por su gesto.

—¡Kailey! —dije abrazándola.

—¡Me da gusto que estés aquí!, ¡Kellin estaba de un humor insoportable por qué no venías! —exclamó exasperada.

Sonreí sin saber que decir y ella me jaló escaleras arriba mientras gritaba —¡Kellin!, ¡_______ está aquí!

Estuve a punto de decir algo, pero Kailey entró conmigo corriendo a la habitación.

Abrí los ojos como platos al verlo. Estaba únicamente en un bóxer negro, y su cabello caía húmedo y pesado por su cara.

—¡Kailey, joder!, ¡Toca la puerta! —gruñó Kellin ligeramente ruborizado mientras buscaba algo con qué cubrirse.

Yo no podía apartar mi vista de él. Era tan... Insoportablemente perfecto.

~

Though I Can't See You (Kellin Quinn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora