Capítulo diez.

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—¿K-Kellin? —dijo la voz ronca detrás de nosotros y apreté los ojos con fuerza al ver los puños de Kellin cerrarse con mucha fuerza haciendo que sus nudillos se pusieran blancos.

Mierda... Esto no podía salir nada bien.

—¿Kellin, eres tú? —dijo la voz.

Me volví y encaré a un chico increíblemente atractivo de cabello oscuro y ojos claros.

Kellin se volvió lentamente y pude ver la expresión de lástima en el rostro del chico de cabellos castaños.

—¿Oliver? —inquirió Hannah con el ceño fruncido. —, ¿Se conocen?

Kellin se puso de pie de golpe e intentó abrirse paso entre las mesas para alejarse.

—Kellin...— dije intentando detenerlo.

Un mesero llevaba una bandeja con platos y tazas vacías. Kellin tropezó con una silla y fue a dar justo donde el mesero se encontraba cayendo al suelo estruendosamente.

El sonido de los platos y las tazas quebrándose hizo que todos en el lugar guardaran silencio.

Corrí para ayudar a Kellin a levantarse y en cuanto se puso de pie, salió precipitadamente del lugar.

—¡Kellin! —grité mientras me volvía a la mesa y tomaba mi chaqueta y la de Kellin junto con mi bolso para salir corriendo tras él.

Cuando llegué a la calle, miré hacia a todos lados intentando encontrarlo.

—¡Kellin! —grité a la nada.

Mi corazón latía frenético dentro de mi pecho, las manos me sudaban y mi respiración era pesada. Estaba aterrada y nerviosa. ¿Dónde diablos estaba?

Pude mirar una figura caminando por la calle y no tardé absolutamente nada en saber de quién se trataba.

—¡Kellin! —grité.

Comencé a correr. El frío de la noche calaba mis huesos y quemaba mis pulmones con cada respiración que daba.

Me maldije mentalmente por no llevar la chaqueta puesta pero no iba a parar hasta alcanzarle.

Él se detuvo en seco y yo me estampé contra su espalda fuerte. Me tambaleé por el golpe y comencé a respirar pesadamente.

Él se volvió hacia mi con expresión furiosa y frustrada.

—¡Quiero estar solo, maldita sea!— me espetó.

Sus palabras no me golpearon tanto como su expresión dolorosa. Un nudo en la garganta se apoderó de mi impidiéndome hablar y los ojos se me abnegaron en lágrimas. Yo había sido la culpable de ése encuentro con su pasado.

En ningún momento se me había ocurrido que quizás Hannah invitaría a Oliver y todo ésto pasaría, pero debía haberlo previsto.

—Perdóname, por favor— dije con al voz entrecortada por el nudo que sentía en mi garganta.

Kellin frunció el ceño. —¿Q-Qué? —dijo confundido.

—Perdóname, por favor. De no ser por mi— obligué a tragar el nudo de mi garganta para poder continuar hablando —: nada de ésto habría pasado.

Él alzó la mano hasta alcanzar mi mejilla y paseó su pulgar por mi piel sensible. Su caricia me provocó escalofríos por todo el cuerpo.

—No tengo nada que perdonarte. No es tu culpa— musitó con expresión triste.

Though I Can't See You (Kellin Quinn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora