Capítulo veinte.

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Aquella tarde invertí casi todo mi tiempo en arreglarme.

Había elegido un vestido blanco holgado y corto de las piernas para verme un poco más alta de lo que en realidad era. Tenía que trabajar el metro cincuenta que medía. 

Me ricé el cabello meticulosamente y lo cepillé para crear ondas suaves.
Nunca se verían como las preciosas ondas de Gemma, pero no se veían tan mal. Me delineé los ojos por la línea de las pestañas de arriba y me puse máscara para pestañas, coloqué rubor rosado en mis mejillas y un bálsamo labial con color rosa pálido.

Me di un vistazo antes de ponerme las zapatillas plateadas de tacón que había comprado en una rebaja hacía casi un mes.

Lucía bien. Tenía mucho tiempo sin conseguir verme bien y aquella noche, estaba segura que podría arrancar un par de cumplidos de Hannah.

Ella siempre lucía espectacular.
Era el tipo de chica que, así usara unos vaqueros roídos y nada de maquillaje, lucía bien.

—¡_______!, ¡Hannah está aquí! —gritó mi mamá desde la planta baja.

—¡Ya voy! —respondí mientras tomaba mi chaqueta de mezclilla y mi bolso.

Besé las mejillas de mi padre al verlo sentado en la sala escuchando el televisor.

—Diviértete, corazón. No llegues muy tarde —me dijo con una sonrisa tímida en los labios.

—Claro, papá. —dije sonriendo.

Caminé hacia la entrada y pude ver a mi madre charlando cómodamente con Hannah.

—¡Dios!, ¡Estás preciosa, _______! —chilló mi amiga al verme.

Una sonrisa tímida surcó mis labios mientras me ruborizaba.
Mi mamá me entregó la llave del candado de la entrada y me dio mi bendición. Salimos por la puerta y pude ver el jeep rojo oscuro que manejaba Oliver.

—¡Diviértanse! —gritó mi madre desde la puerta.

Subí al auto y pude ver Oliver sentado del lado del conductor. 

—¡H-Hola, Oliver! —tartamudeé intentando sonar tranquila.

—Buenas noches, _______. —dijo él amablemente mirándome por el espejo retrovisor.
Hannah subió a su lado y arrancamos rumbo a casa de Kellin.

Comencé a darle indicaciones a Oliver sobre cómo llegar pero él sonrió mientras decía —He ido a casa de Kellin antes, _______.

Me ruboricé por completo. Era obvio que había estado ahí antes pero ni siquiera me había pasado por la cabeza.

Bajé del auto de Oliver de un salto al llegar a casa de Kellin.

Toqué el timbre y esperé a que me abrieran la puerta.

—¡Que me jodan!, ¡Estás hermosa, _______! —chilló Kailey después de abrirme.

—¡Ése lenguaje, señorita! —la reprendió Mary desde atrás.

Kailey rodó los ojos mientras me jalaba hacia adentro de la casa.

—¿_______? —la voz chillona de Kellin me hizo alzar la mirada.

Se encontraba de pie a solo unos pasos de mí y lucía increíblemente atractivo.

Sus azulados ojos resaltaban con aquella camisa blanca de botones que se le ceñía al cuerpo a la perfección. Llevaba unos vaqueros negros entallados y unos botines café oscuro mientras su cabello bailaba alborotado y rizado sobre su perfecto rostro. Una sonrisa bailaba por sus carnosos labios.

Kellin caminó con el bastón blanco aferrado en una mano. Se puso de pie frente a mí y besó la comisura de mi boca en un disimulado beso de saludo.

—Hola —murmuró con voz suave.

Todo mi cuerpo reaccionó ante la suave caricia de sus labios y comencé a temblar. Mi aliento se había atascado en mi pecho y lo miré hipnotizada.

—H-Hola —tartamudeé.

Él rió en entre dientes mientras nos despedíamos de su madre y su hermana.

Al subir al auto, la tensión se hizo palpable.

Entrelacé mis dedos con los de Kellin y él me apretó la mano cuando saludó:

—Buenas noches, Hannah. Hola, Oliver.

—¿Qué hay, hermano? —dijo Oliver igual de tenso.

—No mucho. —respondió Kellin con el cuerpo tenso de la angustia.

Sin decir más, Oliver arrancó el vehículo.

Kellin me rodeó los hombros con un brazo mientras besaba mis labios, mis mejillas y mordía mi oreja.

Cuando llegamos a la zona de clubes yo estaba sin aliento al borde del jadeo por las caricias de Kellin.

Bajamos del auto y me sorprendió ver las largas e interminables filas para entrar a los clubes, pero me sorprendió aún más ver como Kellin y Oliver se abrían paso entre la gente hasta la entrada principal del más abarrotado. El hombre de la entrada les sonrió y los saludó efusivamente.

Dedicó un segundo más a Kellin. Era evidente que no estaba acostumbrado a verlo ahora que era ciego.

Nos dejaron entrar al instante. La música electrónica lo llenó todo. El ambiente olía a sudor, perfume, alcohol y humo.

—No sabía que eran tan populares —dije a Kellin intentando sonar sobre la música.

Él tomó mi mano y sonrió. 

—Solíamos venir mucho a éstos lugares —dijo mientras besaba el dorso de mi mano.
Nos abrimos paso entre la gente. Oliver y Hannah iban por delante de nosotros.

—¡No me lo puedo creer!, ¡Estás aquí, Kells! —la voz dulce de una chica me hizo girarme.

Me encontré de frente con la figura de una hermosa chica.

Era alta, casi me sacaba una cabeza, su cabello rubio y rizado caía sobre sus hombros de forma suave perfecta, su piel blanca reflejaba sus ojos, ¿azules?, Quizás eran verdes, con la poca luz que había no podía distinguirlos bien. Su cuerpo delgado y estilizado estaba vestido por un ceñido vestido dorado y sus facciones delicadas estaban maquilladas a la perfección. Podría haber sido una modelo si lo quisiera.

Kellin se giró y dijo —¿K-Kate?

La chica se le tiró en brazos apretándolo fuertemente.
Por un segundo creía que él iba a corresponder su abrazo tan íntimo, pero ella se retiró para mirarlo.

—Estás guapísimo —susurró ella colocando sus delgadas manos sobre las mejillas de Kellin.

En ése momento me sentí tan enferma. Era obvio que ellos dos tenían una historia. Kellin estaba completamente pasmado.

Entonces, mi pecho se hundió. Los labios pintados de rojo carmín de la chica se posaron sobre los de Kellin y lo único que yo quería hacer era correr.

Un nudo se formó en mi garganta, mis manos comenzaron a sudar, mi pecho comenzó a arder con aquella dolora sensación y comencé a temblar mientras mis ojos picaban con las lágrimas.

Esto era demasiado...


Though I Can't See You (Kellin Quinn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora