Capítulo 1: Como todo comenzo

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En la ciudad de Hermosillo, una chica se encontraba entrando a su respectiva escuela rodeada de muchos compañeros.

—¡Amanda! —grito otra chica desde lejos.

Amanda la escucha y se gira para mirar a su amiga.

—Regina —reconoce y la espera.

Regina se apresura y la alcanza.

—Me sorprende que tus padres no te hayan traído hasta la puerta —comento Amanda curiosa.

—Oh, eso —afina su voz—. Yo les pedí que me dejaran en la esquina, me avergüenza —dice irritada.

A lo lejos, lograba verse a dos hombres saludando a Amanda energéticamente y señalando a Regina.

—Creo que te están hablando —comento Amanda mirándolos.

Regina voltea rápidamente, al verlos, se cubre la cabeza avergonzada.

Uno de los hombres baja del auto y se acerca a Regina.

—Olvidaste tu lonche —le entrega una lonchera.

Regina la toma rápidamente.

—Gracias... papa —dice por lo bajo.

—¿Qué dijiste? No te escuche —pregunto gracioso.

Regina se irrita más por su comentario.

—¡Ya! Muchas gracias, pa —Reina estaba roja de vergüenza.

—Eso me gusta más —le besa la mejilla rápidamente—. Nos vemos en casa, estudia mucho —se despide y sube al auto.

Regina se limpia la mejilla con su mano.

El auto gira y el otro hombre se despide de las chicas.

—¡Te queremos! —dijo el otro hombre en el auto y se fueron.

—Siempre tan cariñosos contigo —comento Amanda.

—No te burles de mí —reprocho Regina malhumorada—. Nunca me dejan sola, me llevan y me traen a todos lados, simplemente me siguen tratando como a una niña.

—Es que para ellos eres aun una niña.

—Mejor cambiemos de tema —guarda su lonchera—. ¿Dónde está Pau?

Amanda mira alrededor, logrando divisar a su amiga acercándose.

—Allá esta —la señala.

—La esperamos en el salón, quiero apartar el mejor banco —comento Regina adentrándose a la escuela.

Amanda la sigue. Llegan al salón, dejan sus mochilas, salen y se quedan en el patio de la escuela esperando la alarma.

Amanda asiste a la preparatoria junto a sus amigas, cursan el segundo año y se encontraban a inicios de semestre.

—¿Entonces no piensas estudiar más? —pregunto Regina asombrada.

—¡Nop! —respondió Amanda orgullosa—. Quiero ya un trabajo, de aquí a que termine todos mis estudios, ya no podré trabajar —respondió despreocupada.

—De igual forma deberías de intentarlo —sugirió Paula.

—Eres la menos indicada en hablar, Pau —comento Regina—. Tú quieres estudiar una de las carreras más largas de todas —exagero alzando los brazos.

—P—Pero es que a mí me gusta la medicina —refuto con timidez.

—No le hagas caso, ella dice querer ser actriz —bromeo Amanda.

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