3. Un lado tierno

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Me he dado cuenta de algo asombroso. ¡Hasta el momento no he dicho mi nombre! ¿Cómo es posible que nadie indicara nada al respecto?

Creo que ha llegado el momento de presentarme como es debido.

Mi nombre es Ema Tassone. Mis padres son Eva y Adrian.

Tengo catorce años y soy un hobbit. Nah, eso último no es cierto. Pero a decir verdad, apenas supero el metro y medio.

Papá dice que aún estoy en etapa de crecimiento y que no debo perder las esperanzas de echarme un par de centímetros en los próximos años. Pero él siempre está intentando animarme así que no sé si deba creerle.

Mamá es buena cocinera, y le gusta la jardinería. Lamentablemente no es capaz siquiera de cuidar de un potus por dos días sin que éste pase a mejor vida. Gracias al cielo soy su hija y no una planta.

Mis colores favoritos son el rosa y el amarillo. Amo los dulces y las faldas. Vivo en un pueblo del que no mucha gente ha oído hablar, y en el que todos conocen a todos.

Supongo que eso es suficiente por el momento. Sé que están impacientes por saber que sucedió con Milo y conmigo una vez terminaron las clases.

Pues lamento decepcionarlos. No ha sucedido nada. He vuelto a casa sola porque Milo se ha quedado entrenando con el equipo de basquetbol. De igual forma sabía que eso sería así. Por eso me le declaré cuando íbamos camino al instituto y no al volver.

Al llegar mamá me ha preguntado cómo me ha ido. Por su tono de voz entiendo que lo que en realidad quiere saber es si finalmente Milo sabe lo que siento por él. Le digo que me ha besado y se pone a dar saltos de felicidad. Me da un abrazo que me deja crujiendo los huesos y comenta que debería invitarlo a cenar.

No sé si sea la mejor idea, aún no hemos hablado con tranquilidad. Aunque la idea de volver a verlo el día de hoy suena demasiado atractiva.

Mamá me deja ir cuando prometo mandar un mensaje a Milo preguntándole. Estoy a punto de ir a mi cuarto cuando el teléfono fijo suena.

— ¡Yo contesto!- Señalo tomando el aparato. Es Dora. No compartimos todas las clases, por lo que después del receso no la he vuelto a ver.

—Te lo tenías bien guardado, ¡maldita! Exclama apenas le contesto.

—Perdona, quise decírtelo pero no encontraba el momento.

—Sabes que en realidad no estoy enojada, ¿cierto? Me alegra mucho que por fin te hayas armado de valor para declararte. Pero lo que no te perdono es que no me hayas mandado un mensaje detallando su respuesta— dice de un tirón y sin respirar ¡Así que desembuchas ya mismo!

Me río con nerviosismo. De pronto he recordado la suave presión de los labios de Milo en los míos.

—Me ha besadoLe cuento sin preámbulosFue... fue mágico. No tengo palabras para describir ese momento.

Dora no dice nada durante algunos segundos. Luego pega un grito que por poco me deja sorda.

— ¡Oh mi...! ¡Al fin dejarás de torturarme con tus sueños sobre Milo y tú besándose! Ya no harás preguntas sobre el sabor de sus labios, ¿verdad? Definitivamente este día pasará a la historia. Bendito seas, Milo.

—Eres una tontaContesto riendo. Dora es asombrosa. La quiero demasiado.

Charlamos por un largo rato, hasta que me explica que debe ir a cuidar de su hermano pequeño porque su madre se ha ido a comprar.

Me despido de ella y cuelgo.

Ahora sí voy a mi cuarto. Una vez allí me arrojo a la cama de manera descuidada y abrazo mi almohada, enterrando la cabeza en ella. Suspiro ahogadamente con los ojos cerrados.

Me relajo tanto que sin darme cuenta me quedo dormida.

Quien me despierta es mi madre, avisando que la cena ya está lista. No entiendo la mitad de las cosas que me dice, y es que siempre que me quedo dormida de esa manera pasa lo mismo; me desoriento hasta el punto de no recordar ni mi nombre.

— ¿Qué te ha dicho Milo?- Indaga. Mmm. No entiendo a qué se refiere.

Vale, ya recordé. Debía mandarle un mensaje, pero lo olvidé por completo.

—Perdón, ma le digo con voz ronca. Froto mis ojos con una mano mientras que con la otra tapo un bostezo que se me escapa- iba a decirle, pero me dormí.

Me mira un poco decepcionada.

—No importa, lo invitaremos mañana Diserta resuelta de todas maneras, levántate. La comida ya está lista. Ve a lavarte la cara y pon la mesa.

Asiento, todavía medio perdida en un mar de sueños.

Cuando ella se va, me levanto y voy al baño. Intento apresurarme para no enfadarla. Mamá es buena, pero poco paciente.

Antes de bajar a la sala, recuerdo que me he dejado el celular en mi morral, por lo que voy a sacarlo. Cuando lo desbloqueo veo que tengo cinco mensajes sin leer.

Uno es de Dora, me pregunta que ha pasado entre Milo y yo. Es de las dos de la tarde. Un mensaje viejo, por lo que lo descarto.

Otros tres son de Milo. Uno de ellos dice:

¿Quieres que nos veamos luego de mi entrenamiento?

Hago una mueca de disgusto, ojalá lo hubiera visto antes.

El otro dice:

¿Estás bien? Contesta cuando veas el mensaje D:

Y le sigue el último con un:

Mis sentidos arácnidos dicen que te has quedado dormida. Descansa preciosa.
P.D: Realmente no han sido mis sentidos arácnidos, te he visto desde la ventana. Deberías cerrarla, cualquier pervertido podría estar observándote...
P.D1: Por si te lo estas preguntando, no, no soy pervertido :P

Sonrío como tonta y vuelvo a releer el mensaje. Me acerco a la ventana y me asomo por ella. Intento vislumbrar algo del cuarto de Milo, pero todo se ve oscuro. Me rindo luego de un par de segundos. Hago lo que dice el mensaje y junto mis cortinas, creando una barrera entre el afuera y mi habitación.

Recuerdo que aún queda un mensaje sin leer por lo que vuelvo a prestar atención a mi celular.

Me sorprendo al descubrir que se trata de Isaac.

Gracias por lo de hoy. Tú también eres una buena chica.

¡Vaya! ¿Quién lo diría? Isaac tiene un lado tierno.


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