13. ¿Por mi culpa?

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Hoy Milo no ha viajado conmigo al instituto. Es la primera vez que no tiene la delicadeza de avisarme sobre el asunto.

Por lo que me paso media hora aguardando fuera de su casa hasta que su madre se asoma por la puerta y me explica que él se ha levantado más temprano de lo normal, y que ni siquiera ella lo ha visto.

— Si no fuera por la nota que pegó en la nevera, me hubiera preocupado mucho — Se disculpa despidiéndome en nombre de su hijo.

Pero ahora quién está preocupada soy yo. Y también un tanto molesta por haberme hecho esperarlo tanto tiempo.

Quisiera hablarlo con Dora, pero hoy no tenemos clases juntas. Con Isaac tampoco comparto horario así que por el momento estoy muy aburrida.

No puedo concentrarme demasiado en Historia, la voz de la profesora es tan impersonal como la de un contestador automático.

— Como verán, en mil ochocientos... — Uf, si esto sigue así, en cualquier momento voy a dormirme. Mis parpados pesan cada vez más, un bostezo amenaza con escapar de mi boca, por lo que disimuladamente, me tapo el rostro con el brazo y me recuesto en el pupitre.

La mujer sigue hablando, y yo simulo oirla, sé que no soy la única que finge hacerlo.

De pronto mi celular vibra. Lo saco con cuidado de que la señora Annuar no me vea. Es Dora.

"¿Sabes qué le ha pasado a Isaac?"

Me quedo mirando el teléfono un tanto confusa.

"No tengo la más mínima idea, hoy no lo he visto ¿tu sí? ¿Qué tiene?"

Escribo un poco angustiada. Espero su respuesta impaciente, tamborileando mi pierna de forma inquieta.

"Está sentado un par de pupitres a mi derecha. Tiene el labio partido y los nudillos lastimados, luce como si..."

— ¿Interesante conversación? — Cuestiona la señora Annuar quitándome el aparato.

Estaba tan concentrada leyendo el mensaje que no me di cuenta cuando la profesora se acercó y se plantó frente a mí.

— Yo... — Levanta un dedo como pidiendo que haga silencio, y va pasando los mensajes poco a poco.

— Guárdalo, no quiero volver a verte con esto en mi clase — Frunce el ceño y niega algo decepcionada al devolvérmelo.

— Lo lamento — Murmuro cohibida mientras lo pongo en mi morral.

Luego de eso, presto atención hasta que la campana del recreo suena.

***

— ¿Por qué no contestaste mi mensaje? —  Es lo primero que pregunta Dora cuando la encuentro en el pasillo. Engancha su brazo con el mío y me arrastra hacia el patio trasero.

— La señora Annuar se dio cuenta.

—  No me digas! ¿Te quitó el teléfono? ¿Te castigó? — Curiosea topándose la boca con fingido horror.

— Sabes que ella nunca castiga a nadie — Le señalo.

— Bendita sea esa mujer, necesitamos más profes así, ¿No? — Comenta sin esperar respuesta. Entonces su semblante se ensombrece y su voz pierde todo rastro de diversión. — Me preocupa Isaac, está muchísimo más huraño que de costumbre, y su rostro parece una bolsa de boxeo. ¿En serio no sabes qué ha pasado con él? Ayer estuvo toda la tarde contigo.

Si pudiera quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora