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3:55 pm.

–Buenas tardes ¿Quién habla?

–Es Mara...

Silencio, muy, muy prolongado.

–Quería disculparme, por favor no te vayas.

– ¿Qué quieres, Mara? 

– Ya te lo dije, disculparme.

– Prosigue entonces, nadie te lo está impidiendo.

–No sabía que te afectaría de tal manera, pensaba que lo tomarías como una broma, como las cosas que me dices, ya sabes, un juego, pero de repente me dejaste de llamar y fue muy extraño, en serio no quería insinuar eso, fue patético y abusivo, lo lamento.

–Disculpas aceptadas, pequeña. Oye, ¿Dónde estás? Porque en la sala no es.

–Quería mantener el misterio...

– ¡Funciona! Por cierto, aquello que me dijiste me sonó como si te importara ¿Te importo, Mara?

–Si te pasara algo me afectaría, eres un buen amigo.

–Oye eso no solo dolió, me dejó en la friendzone. Pero no me respondiste la pregunta ¿Sí o no?

–No sé decirte, no te conozco entonces es como un sí y no, porque claro que me afecto si te sucede algo pero sería raro porque jamás te he visto, y bueno...

–Es raro, entiendo.

– Una pregunta...

–Una respuesta...

–Ja, ja, me parto de risa. Ten en cuenta que tengo una pokerface muy buena. Iba a preguntarte si estás en la sala.

–Portejo el misterio, apenas vi que eras tú corrí a la habitación, no dejaría que me vieras. 

– ¿Por qué no dejaste que hablara contigo estos días?

–Mi hermano te explicó.

–En estos precisos momentos no te imaginas las ganas que tengo de...

–Wow, wow, wow, Mara, acuerdate de los emabarazos no deseados, no quiero ser padre primerizo y...

Colgué.



La llamada del chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora