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10:32 pm.

– ¿Saltar la cerca? ¿En serio? ¿Tan desesperada?

– Sé que fue patético.

–Patético, estúpido, algo poco razonado.

– ¿Quién eras?

– Oh, no, no, no, no te diré, aún tengo de qué reírme.

– Ethan...

– ¿Sabías que se escucharon tus quejidos y que parecían de un gato en celo?

– Ethan...

– Oh, ¿Y que tenías una rosa en la cabeza, clavada y parecías un regalo?

– Hey...

– También que mi papá se estaba muriendo de risa, pero debía ser serio.

– ¿En serio?

–Sí, dice que es tierno que tenga una admiradora.

– ¡No soy tu admiradora!

– Oh no, ¿Entonces que hacías en mi casa? 

– Pues...

– Pues, tenías la misma intención que la otra vez, sólo que sabías que no bajaría si te veo en la puerta.

– Claro que no...

– ¿Entonces?

– Deja tu ridiculez, no todo tiene que ver contigo.

– ¿Con quién entonces?

– Deja de decir entonces.

– Entonces...

– Ya...

– Bien, sé que querías verme, preciosa, hubiera hecho lo mismo si estuviera en tu situación, perderme una belleza como la tuya debería ser un pecado.

Colgó. 

La llamada del chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora