Un estruendo se oye en la entrada de la casa, dejo a un lado el libro que estoy leyendo y me pongo de pie, tomo mi arma —Oscar no quería que tuviera una, pero yo siempre la llevaba de todas formas— y me dirijo con cautela a la entrada, observo por la rendija de la puerta y al ver lo que sucede salgo corriendo de la casa.
—Oscar —grito llegando hasta él.
Su camisa se encuentra cubierta de sangre y su rostro lleno de golpes, observo hacia los lados viendo a una camioneta desaparecer, con mis manos intento detener el sangrado presionando la herida de bala, las lágrimas caen por mi rostro mientras pienso en qué hacer.
—Mía —murmura poniendo su mano sobre la mía.
—Voy a llamar a una ambulancia —le digo, pero no estoy segura de si dejar de presionar sus heridas, miro hacia la casa, Emma se había marchado hacía solo media hora y no había nadie que pudiera ayudarnos, un sollozo escapa de mis labios cuando vuelvo a verlo—. Presiona aquí —digo cambiando mi mano por la suya—, enseguida vuelvo.
—No Mía —tose un poco de sangre antes de seguir hablando—. Escucha, es importante.
—Después me lo dices, déjame ir por ayuda.
Su mano vuelve a aferrarse a la mía y me observa fijamente, me quedo atrapada en sus ojos celestes, parecían guardar un pedazo del cielo en ellos, un cielo que estaba segura de que si te adentrabas en él te llevaría a la infinidad de las estrellas y por un momento me siento sumergida en ellos, cuando vuelvo a la realidad sus ojos ya no brillan, su sol se ha apagado y solo entonces me doy cuenta de que ya no respira.
Pestañeo varias veces. —Oscar —llamo en medio de un sollozo—. Oscar por favor no me dejes.
Pero él no responde, todo mi cuerpo tiembla mientras lo abrazo y lloro y le pido una y otra vez que no me abandone.
*****
DÍA 23
Entro en la habitación donde mi madre se encuentra acomodando las sabanas de la cama, sonrío mientras me acerco y la abrazo por la espalda dejando un beso en su mejilla.
—Si sabes que no es necesario que hagas eso ¿verdad? —pregunto haciendo un gesto hacia la cama del hospital.
Mamá palmea un par de veces la almohada para que quede esponjosa y se da la vuelta con una gran sonrisa, a pesar de que aún estaba un poco pálida y los morenotes no habían terminado de desaparecer, ella era capaz de iluminar toda la habitación con ese gesto tan simple.
—Lo sé, pero es la costumbre —responde haciendo referencia a su trabajo en el hospital.
Mamá se estira y deja un beso en mi mejilla para luego pasar sus manos por mis hombros como queriendo estirar mi remera, solía hacer eso siempre que con Erick salíamos de la casa, era su pequeño ritual con el que se aseguraba que todo estaba en orden.
—¿Cómo estuvo el funeral? —pregunta una vez acaba.
—Lindo. Bueno, todo lo lindo que puede ser un funeral —me encojo de hombros—. Mucha gente llorando, palabras emotivas, abrazos y coronas con flores.
—¿Y tú cómo estás?
Me encojo de hombros. —Esperando —es mi respuesta, eso la desconcierta un poco, pero antes de que pueda preguntar a que me refiero el enfermero entra anunciando que ya tiene el alta y podemos retirarnos.
Guio a mamá fuera del hospital y luego subimos a la camioneta, ayer cuando vine a visitarla le había informado sobre la sugerencia de Víctor sobre ir a un refugio al menos por un tiempo, al principio se negó diciendo que quería estar en su casa, pero finalmente había aceptado. Felipe me acompañó a mi casa a buscar sus pertenencias que ahora se encontraban en los asientos traseros del vehículo.
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Visiones Secretas (Saga Mía #2)
ActionLos rastros de un pasado que vivía en el olvido volvieron. La guerra se desató y aún quedan batallas por ganar. La promesa del para siempre pende de un hilo. Ninguno estaba preparado para lo que sucedería, y una vez los secretos fueran revelados, la...