NATHAN
Habían pasado ocho horas desde que Mía se había marchado y aún no regresaba, hacía un par de horas la había llamado para saber si todo estaba bien, pero no había respondido, entonces mi preocupación solo aumentó, tenía la sensación de que no estaba bien, de que me necesitaba.
—¿Puedes dejar de dar vueltas? —pregunta Emma, había llegado del hospital, donde había estado cuidando a Felipe, especialmente irritable.
La observo solo un segundo antes de ignorarla y continuar con mi caminata, ha esta hora, nos encontrábamos en la entrada esperando a que volviera. Víctor había prohibido ir a buscarla, una parte de mí lo entendía, Mía había insistido en que quería hacer esto sola, pero la otra, la que sentía que estaba en peligro, se contenía para no ir a buscarla. Suelto un suspiro frustrado y paso una mano por mi cabello, según el GPS de la camioneta, aún estaba en la dirección que había encontrado, pero eso no significaba que ella estuviera ahí, o que estuviera bien.
Perdiendo la paciencia comienzo a dirigirme a la salida. —¿A dónde vas? —pregunta una vez más Emma, la siento seguirme.
—A esperar afuera —contesto de mala gana sin detener mi camino.
También podría ignorar las órdenes del líder e ir por mi brujita, no es necesario que lo haga, cuando salgo y comienzo a acercarme a las camionetas, el portón se abre y veo su figura aparecer. Me detengo un momento al ver su estado, incluso a la distancia puedo ver que su ropa está cubierta de sangre, el cabello pegado a su rostro y contra su pecho sostiene lo que parecía una caja y un peluche.
No pierdo tiempo y corro hacia ella, que se había detenido al verme, cuando me acerco también veo que su rostro estaba rojo por el llanto y las lágrimas se habían secado en sus mejillas dejando surcos, la abrazo apenas la alcanzo, su cuerpo temblaba y estaba helada.
—No puedo más —susurra tan bajo que apenas la oigo, entonces comienza a llorar de nuevo.
La sostengo más fuerte. —No importa —le digo con la boca pegada a su pelo—. Yo estoy aquí para seguir por ti.
Emma nos alcanza. —Mía ¿qué sucedió? —ella no responde y yo le lanzo una mirada para que le dé un momento.
Ella lo entiende y no dice nada mientras mi brujita sigue llorando, no me devuelve el abrazo, continuaba sosteniendo con fuerza los objetos, como si su vida dependiera de ello y temiera perderlos. Pasan unos minutos hasta que logra calmarse, aún así no se mueve del lugar.
—Vamos dentro ¿de acuerdo? Estás helada —su respuesta es un leve asentimiento y caminar cuando aún abrazándola la guio al interior.
—¿Estás herida? —pregunta Emma preocupada por la sangre.
—No —responde con un hilo de voz—. No es mía, la RAFF apareció —aclara.
Mi cuerpo se tensa y Emma detiene sus pasos un segundo, cuando entramos mi madre también se acerca preocupada por su estado, al ver que tiembla dice que va a prepararle algo caliente y desaparece por las puertas del comedor. Con Emma la llevamos al dormitorio sin hacer más preguntas, hago que se siente en la cama y luego tomo su rostro entre mis manos, algunas lágrimas continúan cayendo en silencio por sus mejillas.
—¿Segura que no te hicieron daño? —ella asiente y baja la mirada a las cosas que aún sostenía—. ¿Qué es eso?
Ella tarda unos segundos en responder. —Lo qué mi madre me dejó —murmura al fin.
Asiento despacio y con cuidado de no alterarla las aparto de sus manos para dejarlas a un lado de la cama, después tomo sus manos entre las mías y la insto a pararse. —Necesitas cambiarte esa ropa —ella asiente y en un silencio preocupante me deja guiarla al baño, Emma se encarga de buscarle ropa y toalla.
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Visiones Secretas (Saga Mía #2)
AcciónLos rastros de un pasado que vivía en el olvido volvieron. La guerra se desató y aún quedan batallas por ganar. La promesa del para siempre pende de un hilo. Ninguno estaba preparado para lo que sucedería, y una vez los secretos fueran revelados, la...