Capítulo 18

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DÍA 91

MÍA

Entro en la habitación de Hannah, ella se encontraba sentada frente a la mesa escribiendo en un cuaderno, suponía que alguna tarea que le había mandado Samara, quien se había marchado hacía algunos minutos. Deja lo que está haciendo a un lado y me mira expectante, no hay sonrisas o algún acercamiento afectivo como el que habíamos tenido en las últimas semanas, odiaba la tensión que se había formado entre las dos desde la mañana anterior.

—¿Cómo estás? —me pregunta mientras yo me acerco, me detengo a su lado.

—Bien, hoy Harrison me hizo estudios y tendrá los resultados en unas horas, cree que estos desmayos son debido al estrés y posible consecuencia del coma —suspiro y paso una mano por mi cara—. Quería hablar contigo.

Hannah asiente. —¿Sobre qué?

—Nuestros padres —me siento en el borde de la mesa—. Nathan me dijo que habló contigo sobre lo que me enteré —ella asiente y yo continúo—. Yo, no sé como sentirme, saber que me mintieron, que me hicieron pensar que estaba loca —niego con la cabeza, Hannah apoya una mano sobre la mía—. No lo esperaba de ellos, ni de Oscar —confieso—, estaba segura de que eran las únicas personas que jamás me traicionarían y ahora me doy cuenta de cuan estúpida fui.

—No eres estúpida, yo tampoco lo entiendo, pero sé que hay una explicación.

—¿Una explicación? Toda mi vida fue una mentira, todo lo que viví, todo en lo que creí ciegamente no era real, ¿qué explicación puede haber a que hayan jugado conmigo de ese modo? Primero fingieron no saber de mi don, me ocultaron la razón de este, luego me mintieron sobre tu muerte y la de mamá —hago una pausa y respiro hondo—. Me hicieron creer que estaban muertas —repito—. ¿Lo entiendes? Tenía seis años Hannah, seis. ¿Sabes cuanto las lloré? Me quería ir con ustedes, quería a mi familia conmigo. ¿Sabes cuantas veces me culpe de tu muerte? ¿De que no hubieras tenido la oportunidad de vivir? No creo que te hagas una idea de cuanto sufrí, no le haces eso a alguien que amas.

—Yo, tienes razón, no puedo hacerme una idea, ni entiendo sus razones, pero sé que te amaban, no conocí a papá, pero mamá lo hacía, no lo dudes. Vi a mamá llorar muchas veces, la vi mirar tu foto y acariciarla como si de ese modo pudiera traspasarla y acariciarte a ti.

Cierro los ojos e intento ver lo que dice, pero de algún modo está bloqueado, niego con la cabeza, poniéndome de pie y alejándome un poco. —No puedo creerlo ahora, ella sabía dónde estaba —le recuerdo—. ¿Por qué no vino por mí? —esa era la pregunta que había rondado mi mente toda la noche, la que me había torturado con una respuesta que me rompía el alma.

Hannah también se levanta y se acerca, duda un momento, pero finalmente envuelve sus brazos a mi alrededor. —No lo sé —suspira abrazándome más fuerte—. Sé que no confías en mí, sé que yo también te he fallado, pero prometo que no volveré a hacerlo, no pienses que todas las personas van a traicionarte siempre.

—Es difícil no pensarlo cuando cada día que pasa descubro más mentiras —murmuro acariciando su cabello y bajando la guardia para disfrutar del abrazo, uno que necesitaba más de lo que podía admitir—. No sé quienes fueron realmente mis padres, no sé quién fue Oscar, y ahora, ahora sé que soy su creación. ¿En qué me convierte eso?

Levanta la cabeza para verme. —En nada que no fueras antes, él te inyectó el virus, pero tú decidiste que hacer con él, te creaste a ti misma, eres quien eres por ti y solo por ti. Créeme, sé lo que se siente sentir que fuiste una marioneta, que te forjaron y convirtieron a su antojo, sé lo que es que te anulen como persona para transformarte en un cuerpo que solo sigue ordenes, sin pensar, sin sentir. Pero tú Mía, a ti nadie te controla, puede que todo lo que has vivido te llevara a donde estás ahora, pero aun así, has decido quien ser. Cuando perdiste a tu familia, pudiste ser la niña que se escondía y lloraba para siempre, pero elegiste formar parte de la OSP, ayudar a los demás, evitar que alguien más sufriera lo que tú, cuando yo te herí, decidiste salvarme la vida y darme otra oportunidad, cada vez que te caíste, te levantaste, cada vez que te destrozaron, te reconstruiste. Eres Mía Jones y eres maravillosa, yo me siento profundamente agradecida de que seas mi hermana, de que me dieras otra oportunidad, de saber que, en tu enorme corazón, hay lugar para mí.

Visiones Secretas (Saga Mía #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora