NATHAN
Sostengo a Mía preocupado por cómo se ha desvanecido, con una mano aparto el cabello de su rostro, este se encuentra pálido y sudoroso, además su respiración es entrecortada, como si no pudiera llenar los pulmones con aire.
—¿Qué ha pasado?
Levanto la mirada para ver a mi madre, no es la única que se acercó, Aiken, quien había estado hablando conmigo antes de que Mía saliera de la oficina, y el doctor Harrison. Es en este último en quien clavo los ojos.
—¿Qué le dijo? —digo secamente mientras entrecierro los ojos en su dirección.
El doctor se acomoda los lentes antes de despegar la mirada de mi brujita y concentrarse en mí. —La verdad —es su única respuesta, se acerca—. Déjame revisarla.
Sin soltar a Mía permito que le revise el pulso. —¿Y qué verdad es esa? —pregunto frunciendo el ceño.
Había salido tan alterada luego de la charla que poco había entendido de su discurso, algo de sus padres sabiendo la verdad y de Oscar siendo peor que el líder de la RAFF.
Harrison no dice nada en un principio, solo me observa durante unos segundos antes de hacerme una seña. —Llevémosla al dormitorio, su presión ha subido y necesita descansar. Se pondrá bien.
Asiento y cargando a Mía me dirijo al ascensor. —Es la segunda vez que se desmaya —comento preocupado—. ¿Puede ser una secuela del coma?
De reojo veo al doctor fruncir las cejas. —¿Mía estuvo en coma?
—Sí, hace menos de un mes despertó, sufrió varios disparos y un golpe en la cabeza. Desde que despertó ha estado cambiada, vio lo de Oscar y ha dejado de ver otras cosas.
—Tendré que hacerle unos estudios, pero es posible que los desmayos sean por el estrés, tiene que tomarse las cosas con calma o podría tener graves consecuencias.
—¿Tomarse las cosas con calma? —pregunto con ironía—. ¿Acaso no sabe lo terca que es? Las cosas no están precisamente bien para que pudiera descansar, y si lo estuvieran dudo que se quedara en la cama.
Harrison suspira. —Sé que las cosas son difíciles, pero ese es mi consejo.
El ascensor se detiene y me apresuro a salir para llevarla a su habitación, cuando entro Emma se encuentra ahí, me detengo un momento al ver que parece perdida viendo a algún punto y se ve tan triste que una punzada de dolor me atraviesa. Ella levanta la mirada y la fija en Mía, parpadea un par de veces, ese es el tiempo que tarda en recuperarse y ponerse de pie.
—¿Ha vuelto a desmayarse? —pregunta acercándose a la cama para acomodar las almohadas.
—El doctor Harrison dice que es por el estrés.
Ambos vemos al hombre, se encontraba sacando no se que aparato de su portafolio, luego se acerca a Mía para revisarla mejor.
—¿Va a decirme que verdad le dijo que la alteró tanto? —pregunto rodeando la cama para ponerme al otro lado y sostener su mano—. No ha sido un buen día, pero estaba bien cuando entró a hablar con usted.
Harrison se queda en silencio el tiempo que le lleva terminar de analizarla, luego mira de Emma a mí, no muy seguro de revelar la información. —Que fue el líder de la RAFF quien le dio el don —termina por decir—. Cuando era una bebé ese hombre o algún ayudante, le inyectó a Mía un suero que la infectó con un virus que modificó su ADN y generó en ella esta anomalía que le permite hacer todo lo que hace.
Me quedo en silenció viéndolo, luego dirijo la mirada a Mía, asimilando lo que acaba de decir.
—Eso —comienza Emma, turbada—, no puede ser. ¿Cómo lo sabe?
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Visiones Secretas (Saga Mía #2)
AcciónLos rastros de un pasado que vivía en el olvido volvieron. La guerra se desató y aún quedan batallas por ganar. La promesa del para siempre pende de un hilo. Ninguno estaba preparado para lo que sucedería, y una vez los secretos fueran revelados, la...