•Capítulo 1•

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Me viste antes de que yo te viera. En el aeropuerto, aquel día de agosto, tenías esa expresión en los ojos, como si quisieras algo de mí, como si lo hubieras querido desde hacia mucho. Nadie me había mirado así nunca, con esa clase de intensidad. Me inquietó, supongo que me sorprendió. Esos ojos verdes verdes, verdes esmeralda, que me devolvían la mirada como si yo pudiera calentarlos. Esos ojos son bastante poderosos, ¿sabes?, y también bastante bellos.

Parpadeaste rápido cuando te mire y te volteaste, como si estuvieras nervioso... como si te sintieras culpable de haber estado viendo qué tal estaba un chico cualquiera en un aeropuerto, ¿verdad? Y fue una buena actuación. Me la creí. Es curioso, pero siempre pensé que podía confiar en los ojos verdes. Pensaba que de alguna manera eran seguros. Los buenos siempre tiene ojos verdes. Los ojos oscuros son para los villanos... la Parca, El Guasón, los zombis. Todos siniestros.

Yo había estado discutiendo con mis padres. A mamá no le había gustado mi short algo corto, y papá estaba de malas por la falta de sueño. Así  que verte... supongo que fue una distracción bienvenida. ¿Así  lo planeaste?, ¿esperar a que mis padres discutieran conmigo antes de acercarte? Supe, incluso en ese momento, que me habías estado mirando. De algún modo extraño te me hacías conocido. Te había visto antes... en algún lugar... pero ¿quién eras? Mis ojos volvían una y otra vez a tu casa.

Venias conmigo desde Doncaster. Te había visto en la fila para documentar con tu maletín  de mano. Te había visto en el avión. Y ahora, aquí estabas. En el aeropuerto de Londres, sentado en la cafetería donde yo estaba a punto de pedir un café. Pedí mi café y espere a que lo sirvieran. Batalle con mi dinero. No mire hacia atrás, pero sabía que continuabas mirando. Va a sonar raro, pero podía sentirlo. Los vellos del cuello se me erizaban cada vez que parpadeabas.

El cajero se aferró a mi taza de café hasta que tuve el dinero listo. "Zayn", decía su gafete; qué extraño que recuerde eso.

-No aceptamos monedas británicas- dijo el tal "Zayn", despues de verme contarlas-. ¿No tienes un billete?.

-Lo usé en Londres.

Zayn negó con la cabeza

Atrajo el café hacia el.

-Hay una máquina para cambiar dinero junto al Subway.

Sentí que alguien se me acercaba por atrás. Volteé.

-Déjame invitártelo –dijiste. Tu voz era baja y muy suave, como si fuera solo para mi, y tu acento era raro. La camisa de manga corta que traías olía a eucalipto y tenias una pequeña cortada en el borde de la mejilla. Tus ojos eran demasiado intensos como para mirarlos mucho tiempo.

Tenias un billete listo. Dinero extranjero. Me sonreíste. Creo que no te di la gracias. Perdón por eso. Le quitaste la bebida a Zayn. La taza de papel de dobló un poco cuando la agarraste.

-¿Azúcar?¿Una?

Asentí, demasiado nervioso de que estuvieras allí hablándome, como para hacer nada más.

-No te preocupes, yo lo hago. Ve a sentarte – señalaste hacia tu mesa, entre las palmas artificiales, junto a la ventana. Titubeé, pero ya habías anticipado que lo haría. Me tocaste suavemente el hombro, sentí tu mano cálida sobre mi suéter.

-Oye, todo bien, no muerdo – dijiste con suavidad y una media sonrisa encantadora-. Además no hay otro sitio, a menos que quieras sentarte allá, con los Locos Addams.

Seguí tu mirada hacia las sillas libres junto a una familia grande. Dos de los niños más pequeños gateaban encima de la mesa, los padres discutían por en medio de ellos. Ahora me pregunto que habría pasado si me hubiera ido a sentar con ellos. Habríamos podido platicar de las vacaciones de los niños y de malteadas de fresa. Luego habría vuelto con mis padres. Miré a tu cara: tu sonrisa marcaba hoyuelos en cada mejilla. El verde profundo y brillante de tus ojos guardaban secretos. Yo los quería.

𝘙𝘰𝘣𝘢𝘥𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora