Había un árbol alto de corteza blanca y ramas gruesas y fuertes que crecía apoyado en una de las rocas.
Cuando me subí, agradecí su robustez. De pequeña me encantaba trepar a los árboles, aunque no solía hacerlo muy a menudo: mi madre siempre tenía miedo de que me fuese a caer. Volver a estar encaramado a un árbol me resultó extraño y, aunque al principio no sabía dónde colocar los pies, pronto me acostumbré.
Abracé el tronco y ascendí por la corteza usando las ramas como peldaños.
Únicamente me detuve cuando vi una pequeña araña de color marrón salir huyendo delante de mí; después de eso, avancé a base de pura determinación.
Sin embargo, cuando llegué a la copa el resultado fue decepcionante. Había ramas y hojas por todas partes y no se veía nada; así que respiré hondo, cerré la boca y los ojos e intenté apartar las ramas.
En cuanto empecé a moverlas, me cayeron cosas encima y, no queriendo ni saber qué eran, me las sacudí antes de mirar siquiera. De todos modos, aún sentía como si se estuviesen arrastrando por mi piel. Notaba las patas en el pelo. Me agarré a las ramas más altas y apoyé un pie en la roca para alzarme un poquito más.
Y entonces miré a mi alrededor.
Usando una mano como visera, me protegí los ojos. No había más que arena, llanura y horizonte.
Me ayudé con las ramas para dar media vuelta y me raspé la pierna con la roca, pero al otro lado no había edificaciones ni pueblos... ni siquiera una carretera.
Un amplio y llano vacío. Quería gritar y, seguramente, el único motivo que me lo impidió fue que estaba demasiado preocupado por que me oyeses. Si hubiese tenido una pistola, me habría descerrajado un tiro.
Me hundí en la copa del árbol y apoyé la cabeza en una de las ramas mientras me apretaba los ojos con las bases de las manos. Entonces abracé la rama, y apreté la cara contra la corteza.
Un pedazo más rugoso que el resto me arañó la mejilla, pero seguí apretando, intentando reprimir el llanto.
Te parecerá una locura y, sin embargo, en aquel momento solamente era capaz de pensar en mis padres, esperando en el aeropuerto. ¿Qué pensaron cuando no aparecí para subirme al avión? ¿Qué habían hecho para encontrarme desde entonces? Apoyé la mejilla sobre la corteza e intenté recordar lo último que nos habíamos dicho, pero no pude. Y eso me hizo llorar aún más.
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𝘙𝘰𝘣𝘢𝘥𝘰
RomanceUn extraño de ojos verdes observa a Louis en el aeropuerto de Londres. El todavía no lo sabe, pero Harry es un joven perturbado que lo ha seguido durante años. De pronto Louis se encuentra cautivo dentro de un territorio desolado del que parece no h...