Capítulo 18: Naiala

22 2 1
                                    

Estábamos colgados con Aaron esperando a ver con qué nos encontraríamos: con seres blancos, la tribu que secuestró a nuestros compañeros o algún nuevo peligro.

Vimos como tres personas, con los mismos rasgos que el hombre que se nos escapó, salían de unos arbustos y entraban en nuestro campo de visión. Por lo que pude observar eran dos hombres y una mujer, no podía escuchar bien pero por lo que entendí la mujer estaba diciéndoles a los hombres que se fueran pero ellos se resistían en dejarla sola. Tras un poco de discusión ellos se cansaron y se fueron.

Cuando los hombres salieron de nuestro campo de visión la mujer comenzó a buscar algo. Aaron y yo sólo contemplábamos la escena. Tampoco podíamos hacer demasiado pero si hasta ahora no nos habían visto supuse que era lo mejor.

La mujer fue hacia donde la soga estaba atada en el árbol, buscó entre sus ropas y al no encontrar lo que buscaba fue y agarró mi cuchilla lo cual ya comenzaba a inquietarme.

-¡Cuidado al caer! -dijo mirándonos. Aaron y yo nos miramos, como pudimos, pues  habíamos pensado que hasta el momento la mujer no nos había visto ya que nunca había levantado la mirada hacia nosotros.

Cortó la soga de un sólo movimiento y Aaron y yo caímos al suelo. Dolió bastante pero pensé que el que peor cayó fue Aaron a quien estaba aplastando. Sin embargo sentí que mi herida ardía, otra vez, y que la piel se abría aún más. Nunca había extrañado tanto a Eidan. Nunca lo había extrañado... A decir verdad no lo extrañaba, sólo a sus ungüentos raros y aliviadores.

La mujer se apresuró a liberarnos y pude ver su rostro. No tenía rasgos muy diferentes a los nuestros pero tenía la tez más oscura, con las mejillas pintadas y el cabello demasiado corto, más que como lo solían llevar los varones de mi tribu. Además tenía unos collares de dientes, quería suponer que eran de animales, y con la parte superior de su vestimenta más corta que la nuestra, sólo cubría sus senos y dejaba al descubierto su abdomen. También tenía una larga pollera hasta los tobillos todo hecho de piel.

Era una mujer joven pero más grande que nosotros, tendría unos años más que Lía solamente y unos rasgos bastante lindos.

-¿Están bien? -preguntó teniéndonos las manos.

-Si pero... -comenzó a decir Aaron cuando la mujer interrumpió.

-Escuchen, se que tienen dudas pero no hay tiempo. Sólo sepan que estoy de su lado. Toma -dijo tendiéndome la cuchilla y se detuvo a mirarme. Tenía una expresión confundida en el rostro como si no supiera si lo que veía era real o no. - Tu... No importa - continuó sacudiendo su cabeza- escuchen, deben irse ahora. Aléjense de mi tribu, estarán en problemas si los ven.

-¡Espera! ¿Tu tribu no tiene a tres chicos secuestrados?

-Si, hoy los capturaron. Ustedes son los que escaparon, ¿No es cierto?

-Si, vinimos a rescatarlos - dijo Aaron.

-Corran ahora que pueden chicos. No creo que puedan rescatarlos. Sólo existe una persona que escapó de nosotros...

-¡Ahí están! - gritó un hombre viniendo hacia nosotros seguido del otro y con lanzas en las manos.

Había dos opciones, agarrar la cuchilla y probar suerte intentando matarlos o entregarse y ver que pasaría después. Según la mujer mis compañeros estaban vivos, entonces los hombres no nos matarían, sólo nos secuestrarían lo cual no sabía que era peor. Busqué a Aaron rápidamente con la mirada pero él veía a los hombres sin moverse ni un poco. Estaba en mis manos y los hombres estaban cada vez más cerca. Me arrodillé en modo de rendición y Aaron me miró confundido pero me imitó. Cuando uno de los hombres me agarró del cabello tomé la cuchilla del suelo y se la clave en la garganta. Vale ahora si que no debían capturarnos porque estaba segura que nos matarían. Saqué la cuchilla de la garganta del hombre y vi que el otro se encaminaba para atacarme pero Aaron saltó sobre él y lo tiró de espaldas cayéndose sobre él mismo. Debió haberle dolido pues los dos hombres eran altos y fornidos. Aproveché la distracción para arrojar la lanza lejos y clavarle también la cuchilla mientras Aaron lo agarraba intentando forzosamente respirar. Cuando ya estaba muerto quité el cadáver de encima de Aaron y nos miramos sonrientes, habíamos safado de una grande.

ILKERS: El inicio de la nueva leyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora