A la mañana siguiente mi madre feliz me despertó con una gran sonrisa.
-Tengo buenas noticias para ti, Mara.
-¿Qué es?- dije con voz ronca y sin tanta emoción pero mucha curiosidad.
-Acaba de llegar un mensajero y dice que Lía vendrá en unos días- Comentó intentando ahogar un grito de emoción.
-¿Antes de que parta?- respondí esperanzada frotándome los ojos y levantándome de mi cama . Sería realmente genial que la viese antes de mi partida. Podría ayudarme y aconsejarme mejor que nadie, Lía era una de las pocas personas que me entendía.
-No, más bien mientras estás en la selva pero se quedará para cuando regreses ¿No estas contenta?
-Sí mamá, es una gran noticia- continué con el mismo entusiasmo del principio. ¿De qué me servía que Lía venga cuando regrese?, la necesitaba en ese momento para consolarme, alentarme, aconsejarme y nada de eso sería posible porque ni siquiera sabía si volvería. Sonaba egoísta pero la quería en ese momento conmigo, no después.
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Me reuní con mis compañeros de entrenamiento, específicamente con Zed y Thais. Practicábamos muchos métodos de supervivencia pues nos había tocado el peor año posible donde la comida escaseaba, y mucho. Pero no, no debíamos abandonar nuestra tradición aunque eso nos matase de hambre. Ya de por sí estábamos delgados y si perdíamos más peso no sabía lo que sería de nosotros,a ninguno aún se le veían los huesos pero no faltaba mucho para ello.
Zed estaba con el arco y las flechas pues es alto para su edad,me sacaba una cabeza, aunque sólo tenía un año menos que yo. Debido a su altura podía ver bien a lo lejos y tenía mucha puntería y reflejos, yo diría que tenía talento natural para eso.
Lía era un poco más baja que yo, y practicaba con la lanza aunque la pobre no podía hacer mucha fuerza pero lo intentaba constantemente. Me uní a ella ya que la lanza se me daba bien, no era nada grandioso pero era algo conveniente practicar. Si algo se me daba un poco bien era la lucha de cuchillos pero hasta yo se que eso sería casi un suicidio de utilizar. Enfrentarte a un depredador sólo con esa pequeña hoja de metal podrías terminar muerto o en el mejor de los casos muy malherido por lo que me convenía dedicarme a las lanzas. Era algo que podía controlar ya que tenía bien formados los músculos y era alta, herencia de mi papá según Lía. Podía darle al tronco de un árbol a unos 15 metros de distancia pero no con mucha precisión.
No hablamos ni un momento, con Thais tenía la suerte de no tener silencios incómodos, ambas estábamos concentradas y la única voz que detectábamos era la de Rut dándonos consejos de puntería. Frecuentemente me miraba y sabía por qué era, Rut definitivamente creía que no volvería con vida. Podía reconocer esa mirada triste y desesperanzada que se posaba en mí. La razón no fue ni más ni menos que porque una vez le dije que no me gustaba mucho la idea de cazar animales, despellejarlos, cortarlos y luego comerlos, además de que me asqueaba me daba pena por ellos. Me habían dicho miles de veces que eran esenciales para la alimentación, más en esos tiempos de hambruna, pero solía pensar que si un herbívoro puede vivir sólo de las verduras, ¿Por qué nosotros no? Un par de veces cuando era mas pequeña lo repetí y sólo actuaban como si fantaseaba y que ya se me iría esa loca idea mía pero nadie me daba razones ni respuestas para cambiar mi pensamiento así que yo,seguía con el mismo desde pequeña. Era verdad que utilizaba pieles para cubrirme en invierno pero era razón de vida o muerte ya que los inviernos solían ser muy crudos.
Pasamos toda la tarde entrenando, fui un poco con Zed para practicar con el arco, estaba bien pero mi error fue no haberle dedicado más tiempo antes. Bebía practicar mucho más y el tiempo se me acababa. Luego fuimos a almorzar ,me despedí de Zed, con Thais nos dijimos un corto adiós y nos fuimos a nuestras respectivas tiendas. La de Thais era mas grande que la mía pero era entendible, ella tenía dos hermanos más pequeños y a sus dos padres mientras que en mi familia eramos sólo mamá y yo con el hueco que Lía dejó al irse.
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ILKERS: El inicio de la nueva leyenda
PertualanganMara es una chica de 15 años que vive con su madre en la tribu Ilker cerca de la misteriosa muralla que separa su mundo y que nadie sabe su origen exacto. Todo comienza con el ritual de iniciación que debe enfrentar ella y su grupo al intentar sobre...