[Hoseok]
El cerrojo de la puerta sonó, indicando que alguien acababa de llegar a casa. Supuse que era Jimin, pues a estas horas solía volver de sus clases. Fui a la entrada para recibirle e informarle de que tenía planes con Taehyung y por lo tanto no comería con él, pero cuán fue mi sorpresa al verle entrar cogido de la mano de Jungkook. Bueno, cogido de la mano no, más bien arrastrándole de la muñeca.
- ¿Qué hace Jungkook aquí? – pregunté extrañado sin apartar la vista de la inesperada escena.
- Tenemos que hacer un trabajo – respondió cortante Jimin sin soltar al menor.
- ¿Qué dices? No tenemos que hacer ningú...
Antes de que Jungkook pudiera terminar la frase, Jimin le empujó a dentro de su cuarto y cerró la puerta. Levanté una ceja, aún impactado por la situación, y me encogí de hombros. Esos dos eran demasiado problemáticos para mí.
- Jimin, yo me voy que he quedado con Taehyung. Te dejé una olla con ramen en la mesa.
Eso lo dije desde el otro extremo de la puerta, pues prefería no arriesgarme a abrirla y encontrarme una imagen de ellos dos demasiada... "íntima", por decirlo de alguna forma. Desde hacía tiempo yo sabía que tenían algo, que a pesar de todo se seguían gustando, y que en algún momento tendrían que remediar esos problemas.
Suspiré y salí de casa en busca de Tae. Di varias vueltas a la manzana de su casa y me fume un cigarro antes de llamar – sí, ese hábito seguía conmigo, aunque ahora lo hacía con mucha menos frecuencia-.
<<Estoy en tu portal>>
En realidad llevaba varios minutos en él, pero prefería esperar y darle tiempo a que terminase de comer, pues a diferencia mía, Tae acababa de tener escuela hacía media hora. A pesar de todo, de inmediato mi móvil volvió a vibrar.
<<¡Ya bajo! (^.^)>>
Y efectivamente, a los segundos apareció un Taehyung bajando a toda prisa por las escaleras. Ni siquiera se había cambiado el uniforme de su escuela, probablemente porque no le dio tiempo. Tenía la mitad de la camisa fuera del pantalón y la otra mitad metida, y en lugar de la chaqueta llevaba un chubasquero amarillo con capucha, cosa que no entendía, teniendo en cuenta el soleado día que hacía.
- Acabo de terminar de comer – me informó sonriente cuando se acercó. Yo reí y asentí a la vez que le limpiaba con el dedo un poco de salsa que tenía en la comisura de su boca. Él, después de eso, instintivamente se relamió con la lengua. Era tan adorable que a veces me costaba creer que fuera de este mundo.
Subimos en la moto y nos pusimos en marcha. Él se recostó en mi espalda, como yo le había acostumbrado a hacer, y por un momento pensé que se había quedado dormido al llegar a destino y notar que seguía sin soltarme. Luego mis sospechas se vieron desmentidas al ver como el castaño se ponía en pie de un salto y deshacía de su casco, alborotando aún más su pelo.
- ¿Ya hemos llegado? ¿Dónde estamos? – Se giró, dándome la espalda y acercándose al muro de la entrada al lugar; comenzando a leer la placa que había junto a la verja.- Cementerio de Seúl...- ladeó la cabeza, confundido, y me miró.- ¿Cementerio de Seúl?
Asentí y terminé de guardar ambos cascos en el pequeño baúl trasero de la moto. Después agarré la mano de Tae, quien permanecía en silencio, y nos adentramos en el interior de aquel lugar repleto de lápidas.
Se sentía extraño estar ahí con alguien, siempre que había venido lo había hecho solo, es decir, que Taehyung era la primera persona con la que visitaba ese lugar. De alguna forma me sentía más seguro agarrado de su mano, más protegido, más apoyado. El dolor de otras veces casi no me invadía en esta ocasión.