Capítulo 11: Vidas anteriores

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Siempre había sido una niña buena. Lo juro. Mi comportamiento en St. Jude College siempre había sido ejemplar. Los profesores siempre me ponían de ejemplo, tanto como ejemplo académico como ejemplo de conducta. Siempre recibía felicitaciones por mis calificaciones escolares y por todo mi año. Me habían nombrado capitana de las animadoras (sí, tuve una etapa de animadora) habiendo compañeras que lo hacían mejor que yo, y solo por el hecho de que, según mi ex entrenadora Mara Jones, yo tenía madera de líder.

Por el hecho de ser animadora, el capitán del equipo de fútbol americano se había fijado en mí. Éramos la envidia del colegio. Él me decía que era normal que estuviéramos juntos, siendo los más populares del colegio. El guapo capitán de fútbol con la guapa y perfecta capitana de las animadoras. Terrorífico. Pero, a pesar de lo perfecto de la imagen que él y yo ofrecíamos al mundo, no todo era idílico. Estaba rodeada de un grupo de animadoras que esperaban un signo de debilidad por mi parte para usurpar mi lugar como reina del colegio.

Pese a todo ello, yo era perfecta. Mi vida era perfecta. Era la hija que todos los padres querrían tener. Mis padres estaban orgullosos de mí, era todo un ejemplo para la gente joven de Nueva York. ¿Dónde podía encontrarse uno con una adolescente millonaria que disfrutaba ejerciendo el altruismo?

Pero todo eso era una parte de mi vida que quería olvidar. El divorcio de mis padres lo había estropeado todo. De la noche a la mañana, había pasado de ser la niña perfecta a la basura del colegio, literalmente. Mi novio me había dejado por la que decía ser mi mejor amiga, Lea Kingston, y ella me había expulsado del trono.

El hecho de venir al internado había hecho que algo cambiara. Yo ya no quería ser la persona perfecta que era antes. Disfrutaba demasiado siendo imperfecta como para renunciar a ello. Había cambiado. Y todo por culpa de Christopher Schoomaker. Él era la única persona que no se había rendido a mis pies cuando llegué. No me consideraba como una especie de persona a la que idolatrar, y eso había provocado que yo cambiara. ¿Desde cuándo yo iniciaba peleas de comida? ¿Desde cuándo estaba con un chico y al mismo tiempo coqueteaba con otro?

La nueva clase de persona que era me extrañaba, pero al mismo tiempo me gustaba. Ya no buscaba la aprobación de todo el mundo, sino que andaba un paso por delante de todo el mundo. No sabía si eso era un cambio para mejor, pero disfrutaba con ello. Ahora era yo la que fijaba las reglas, la que marcaba terreno. Pero, al mismo tiempo, sabía que algo de mi anterior personalidad todavía residía en mí.

Y por todos mis cambios interiores, había hecho lo que había hecho. Provocar una pelea de chicos por mí. Y por eso, Abraham Rumsfeld, el director del internado, había convocado una junta de padres para intentar controlar el tema de las peleas. Y por ese motivo, estaba en el hall del edificio principal, dos días por la tarde después  de la pelea, esperando a que llegara mi madre.

Y al fin, después de unos minutos de espera, llegó. La última imagen que tenía de mi madre era la de una mujer que acababa de divorciarse, con tristeza reflejada en su rostro. Pero ahora, la encontraba irreconocible.

Mi madre, por extraño que pareciera, sonreía de nuevo. Ya no tenía la apariencia de una mujer triste. Se notaba que había vuelto a ir a la peluquería a cuidar de su largo y lustroso pelo negro (que yo había heredado), se había comprado ropa nueva (de la colección otoño-invierno de Ralph Lauren), y, lo más importante, había conseguido un trabajo en una galería de arte de Los Ángeles. Y había vuelto a pintar.

La vi sonreír un montón mientras se acercaba a mí y me daba un abrazo que casi me dejaba sin respiración. Mientras la abrazaba, la olí disimuladamente. Aún seguía usando ese perfume de canela y manzana que tantos recuerdos me traía. 

-          Estás preciosa mamá.

-          Tu también cariño. Incluso de uniforme – me dijo, guiñándome un ojo. – Y no entiendo por qué te quejas de este lugar diciendo que es horrible.

St. Peter CollegeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora