Capítulo 21: El derecho a equivocarse

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Los días siguientes fueron una vorágine de extraña tranquilidad. Diría extraña porque no era nada normal. Nat, pese a que estuviera muy triste por la pérdida de su bebé, no dijo nada. Tampoco podíamos hablarle del bebé, porque ella se entristecía demasiado. Ella y Jerry tuvieron varias sesiones de terapia con Allie Rumsfeld para superarlo. Y no se alejaron el uno del otro, al contrario, se unieron mucho más.

Charlie sólo se hablaba con todos excepto con Johnny y conmigo, a los que nos ignoraba totalmente. Iba a clases y también a todas las comidas, pero el resto del día se lo pasaba encerrada en nuestra habitación.

Chris intentó seguir con su vida normal, pese a que nos ignoraba a Johnny y a mí, y en cierta manera, también al resto del grupo. Cada día estaba más horas entrenando, más horas lejos de sus amigos…

Johnny se encontraba bastante deprimido sin Charlie. Tocaba canciones de R.E.M a todas horas en uno de los escoberos, sin importarle que fueran las tres de la mañana. Y faltaba a clases. Además, había empezado a fumar y olía fatal, ya que los ratos en los que no tocaba la guitarra se los pasaba fumando.

Tanto Penny como Kevin se encontraban en una posición incómoda. Al igual que Nat y Jerry, ambos se hablaban con el resto del grupo y actuaban de mediadores. Y lo estaban pasando mal, ya que no soportaban que todos estuviéramos enfadados.

En cuanto a mí, estaba deprimida. No tenía a nadie con quien hablar, ya que todos estaban inmersos en sus propios problemas. Y yo ya tenía suficiente con aguantar con mi sentimiento de culpabilidad como para intentar solucionar las cosas. Sólo se me ocurría una solución: marcharme a terminar el curso a Nueva York.

Y eso lo decidí junto con Johnny, que también quería marcharse, pero a Los Ángeles. Johnny no podía soportar estar sin Charlie y sin Chris. Por eso quería irse. Y yo por el mismo motivo. No quería que las cosas empeorasen aún más, por eso quería volver a mi ciudad natal.

El día que lo decidí fue el día anterior a la elección de las asignaturas para el último semestre, mientras que nos dirigíamos al comedor para la cena. Ese día era el cumpleaños de Charlie, que coincidía con el día de San Valentín.

-          Lena, ¿qué dices? ¿Escritura creativa o álgebra? No consigo decidirme.

-          Nat, estás deseando coger teatro de nuevo. Lo sabes perfectamente.

-          Vale, lo admito, me encantaría volver a coger teatro… Pero quería tener algo serio en mi expediente. Ya sabes, para Columbia.

-          Nat, Columbia te va a admitir sin pensárselo.

-          Vale, te creo. ¿Vas a venir a teatro conmigo o vas a coger algo más serio?

-          No voy a coger teatro.

-          ¿Y eso? ¿Alguna asignatura seria y aburrida?

-          Me voy a St. Jude.

Nat se quedó shockeada por un momento, antes de volver a la realidad y gritarme delante de todo el mundo que estaba en el hall.

-          ¡¡¡¿QUÉ?!!! ¡¡¡NO PUEDES IRTE A ST JUDE!!!

-          ¿Por qué no?

-          Te lo explicaré en un sitio más tranquilo, ahora nos está mirando todo el mundo.

Y era cierto. Todo el mundo había dejado sus conversaciones atrás y estaban opinando sobre el nuevo cotilleo, que se extendería como la pólvora en cuestión de segundos. Nat me arrastró hasta el jardín, donde comenzó a hablarme cuando ya habíamos dejado atrás al resto de alumnos.

St. Peter CollegeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora