Capítulo 23: Colorado dream

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Los primeros rayos de sol iluminaron la estancia.  Notaba cómo Chris me acariciaba lentamente con un dedo la espalda, de arriba abajo. De repente, recordé todos los detalles de la noche anterior, hecho que me hizo ponerme coloradísima. Oí una risa suave. Me desperecé un poco, y él se dio cuenta.

-          Y yo que pensaba que no querías nada… – dijo con una sonrisa burlona, sin dejar de acariciarme.

-          ¿Estás enfadado conmigo?

-          Para nada cariño.

-          ¿Ha sobrevivido algo a lo de anoche? – pregunté.

-          Digamos que tu ropa sobrevivió por poco. No digamos lo mismo de tu ropa interior. Una pena, me gustaba. – dijo él.

-          ¿Y…?

-          Pues creo que ha habido un par de arañazos en la espalda por tu parte…

-          ¿Te he arañado? – Ups.

-          Sólo un poco.

Él se giró, dejando ver su espalda llena de arañazos y marcas de uñas, algo menos enrojecidas que cuando se las había hecho inconscientemente.

-          Lo siento. – le dije.

-          Yo tampoco me he portado bien.  Mírate el cuerpo.

Me miré los brazos, las piernas, el torso… Y descubrí a lo que se refería Chris.

-          Estoy llena de chupetones.

-          Y mordiscos. – añadió él.

-          ¿Seguro que no eres un vampiro? – le pregunté apoyándome en la cama con el codo.

-          Vampiro o no, anoche no te quejaste demasiado de los mordiscos. Además, las marcas desaparecerán rápido.

-          No importa. Me ha gustado. – respondí con una sonrisa.

-          A mí también. – concluyó él sonriendo. - ¿Tienes hambre?

-          Un poco.

-          Te prepararé el desayuno. Puedes ducharte mientras.

Él se levantó de la cama, se puso los bóxers y salió de la habitación. En ese momento aproveché para levantarme de la cama e ir hacia el baño.

Al llegar, me puse un albornoz blanco muy suave, ya que tenía algo de frío. En un primer momento decidí utilizar la ducha de hidromasaje, pero tras ver la bañera, más bien era un jacuzzi, que me ofrecía un baño placentero, decidí abrir el grifo de la bañera.

Rebusqué por los armarios del baño y encontré varios botes de espuma para baño con olor a rosas, sales e incluso una caja llena de pétalos de rosa. Sin dudarlo, eché todo eso en el jacuzzi.

De repente noté como unos brazos me abrazaban por detrás y me besaban en el cuello. Me giré y le acaricié la cara.

-          El desayuno está listo.

-          Creo que el desayuno puede esperar. ¿Te apetece darte un baño?

-          Desde luego. – dijo él sonriendo. – Pero déjame ir a por algo.

Cuando volvió, llevaba consigo una botella de champagne y dos copas de cristal.

-          ¿No crees que es un poco pronto para beber?

St. Peter CollegeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora