CAPÍTULO VI: LITTLE HELP FROM A FRIENDLY HAND

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Después de una caminata de veinte minutos, a las tres de la madrugada por el centro de la ciudad, Dimitri, Mike y Jonathan llegaron sanos y salvos a la casa de Dimitri. Las maravillas de tres hombres adultos hechos y derechos. Bueno, dos hombres hechos y derechos, y un niño bastante intoxicado que se hacía pasar por adulto.

Jonathan estaba ebrio. Después del rechazo de su compañera de trabajo (aunque Dimitri sospechaba que incluso desde antes), se había bajado dos botellas de cerveza barata mientras esperaba a sus nuevos amigos. Jonathan era un ebrio con serios cambios de humor. Pasaba de llorar como una magdalena a estar enfadado con las injusticias del mundo, casi en un mismo suspiro.

—¡Me voy a morir solo, pero está bien! ¡Excelente! —declamaba, sentado en el piso de la sala, negándose a tomar agua e irse a dormir de una vez por todas—. ¡No necesito a nadie! —decía muy convencido, aunque al segundo, su rostro se descompuso y comenzó a lagrimear—. Extraño tanto estar con alguien —admitió, con voz lastimera.

Dimitri estaba sentado en el sofá, dormitando e ignorando al ebrio quejumbroso que posiblemente vomitaría en su alfombra antes de que saliera el sol. Ya lo había oído quejarse de la misma cosa durante toda la semana, por lo que estaba inmune. Aunque los lloriqueos sí que eran algo nuevo, pero como se debían al alcohol, no podía ser nada serio.

Mike, en cambio, encontraba la situación bastante hilarante. Pasó del sofá a sentarse en el suelo, al lado de Jonathan y le tomó la mano.

—Eso se puede arreglar —le dijo de manera casual.

Jonathan miró las manos unidas, frunciendo el ceño y tratando de descifrar qué clase de ritual extraño era ese.

—¿Cómo? – preguntó, estúpido como ninguno.

Mike se tragó una carcajada y tiró a Jonathan de la mano que los unía para pegarlo a él y hablarle con más intimidad—. Para comenzar, podemos confirmar si eres o no gay de una vez por todas —le susurró y se acercó a sus labios, con una mirada muy peligrosa en los ojos. Jonathan, rojo por la mezcla de alcohol, lágrimas y bochorno, no podía unir acción y consecuencia. Solo se dejaba guiar por el otro. Los labios de Mike casi tocaban los suyos, cuando Mike salió volando, profiriendo un alarmante quejido de dolor.

—Guárdate tus labios para ti mismo —le advirtió Dimitri, con una mirada fría en el rostro—. Y tú, Jonathan, ven aquí. No te le pegues a Mike, que te puede contagiar las pulgas.

Dimitri tiró del brazo de Jonathan, y Jonathan se dejó guiar hasta quedar sentado en el sofá, al lado de Dimitri.

Jonathan miró confundido a la nada y luego soltó un pesado bostezo. Tanto pensar le había cansando. Se inclinó hasta quedar recostado del torso de Dimitri.

Dimitri se tensó al sentir el particular calor que emanaba del cuerpo del otro.

—Eres un gran tipo, Dimitri —farfulló Jonathan, muy adormilado. Finalmente, se dejó llevar por Morfeo, quedando cómodamente dormido con Dimitri de almohada.

Dimitri apretó los labios, sin saber cómo responder a esas palabras o a esa situación.

Mike se incorporó. Se estaba riendo bajito para no despertar al recién durmiente.

I can smell your blue balls —tarareó y se estiró como un gato perezoso—. Tanto refreno no puede ser bueno para tu salud. —Caminó hacia la habitación, con la intención de dormir lo que quedaba de la madrugada. Como despedida, agregó—: Ojala no te exploten las pelotas.

Notas:

Blue balls se refiere a un particular estado de la fisiología masculina, en la que en el pobre diablo es forzado a aguantarse las ganas de conseguir alivio, después de ser sometido a mucho estimulo del tipo sexual. Se dice que los testículos se tornan azules por culpa de tanta congestión. La veracidad de este fenómeno aún no ha sido comprobada por su servidora.

Cuando Mike dice "I can smell your blue balls" solo quiere hacerle saberque su represión sexual es tan aparente que puede olerse.

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