CAPÍTULO XI: BAD LIFE'S CHOICES

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Era un domingo peculiar en la casa de Dimitri, que era el punto de reunión.

En primera, porque era domingo, y los domingos, Dimitri no dejaba entrar a nadie; ya que debía terminar los arreglos para las clases de la semana. Esa semana celebrarían el Día de las Madres, y tenía cincuenta flores de goma y otras cincuenta tarjetas de felicitaciones por hacer. Por suerte, a pesar de los problemas que implicaban el principio de la semana, sus amigos habían aceptado a regañadientes ayudarlo, mientras compartían las últimas novedades.

Después de que Marzia contara la lección que le había dado al molesto jovencito que quiso propasarse con ella sin pagar (lo que, de hecho, también explicaba el ojo morado de Mike), pasaron a enfocarse en la razón de que Jonathan había amanecido ese domingo, sin más ropa que las interiores, en casa de Dimitri. Esperaban escuchar una muy buena historia con algún, aunque sea ínfimo, avance entre sus dos amigos, por lo que se abrieron una botella de vino.

-No volveré a beber nunca más -declaró Jonathan, rechazando la copa que le ofrecían, y Dimitri soltó una risita.

Marzia y Mike entrecerraron los ojos, intercambiando una mirada. ¿Qué pudo haber sucedido entre estos dos por culpa o ayuda del alcohol?

-Como no salimos el viernes como hemos estado haciendo -comenzó a explicar Jonathan-, decidí probar suerte por mi cuenta. Pensé que tal vez sin dos homosexuales a mi lado, de hecho, tendría suerte. Era lo que esperaba, y fue lo que conseguí. Una bellísima mujer se me acercó y comenzó a hablarme. Nos llevamos muy bien y... me preguntó si quería pasarla mejor aun -dijo, dejando caer hacia atrás la cabeza, rendido-. De la misma forma en que Marzia me lo había ofrecido.

-Y esa no es la mejor parte -interrumpió Dimitri, antes de que los otros dos hablaran-. Me llamó desesperado para preguntarme qué debería hacer, porque él no tenía una opinión sobre el sexo casual. Yo... -Iba a decir que estaba muy enfadado e incómodo por tener que responder esa pregunta, pero estaba seguro de que eso implicaría cosas que él no quería implicar, por lo que solo terminó con-: Yo le dije que era su dinero y que hiciera lo que quisiera.

-Entonces, decidí -Jonathan se mordió la lengua y se sonrojó hasta las orejas- hacerlo -susurró, muy avergonzado-. Pero primero necesitaba relajarme, porque nunca lo había hecho con alguien que no... fuera especial -susurró las ultimas palabras con vergüenza-. La invité a una cena. -Guardó silencio, mientras terminaba de cortar una flor verde, y todo el cuarto lo acompañó en su silencio, expectante-. Bebí... un poco... solo para relajarme.

-¿Un poco? -interrumpió Dimitri-. Fueron a un cuarto de hotel, y antes de siquiera desnudarse, se quedó dormido. La pobre mujer me llamó con su teléfono para advertirme lo que había sucedido y pedirme que fuera a rescatarlo. -En ese punto, Dimitri comenzó a sonreír abiertamente-. Me dijo que no lo robaría, porque no era ese tipo de mujer, pero que tomaría su parte por la noche y una pequeña propina por las molestias -explicó y soltó una pequeña risita-. Y que le haría el favor de llevarse el horrible traje que llevaba.

-¡Se llevó todo mi dinero y mi ropa! -exclamó Jonathan, ofendido, y Dimitri comenzó a reírse.

-Cuando volvíamos -siguió entre risas-, vimos a un vagabundo usando su ropa. -Casi no podía hablar de la risa-. ¡Y vaya que le quedaba bien! -concluyó, desparramándose de la risa.

-¡Dimitri, no es divertido! -se quejó Jonathan, pero sin lograr efecto alguno en el otro.

Entre lo hilarante de la situación y el vino, todos en la sala sen estaba riendo.

Jonathan sinceramente comenzaba a cuestionarse si nohabía hecho una mala elección de amigos, y si alguna vez en su vida volvería aacostarse con alguien o debería rendirse antes de irse a la quiebra.

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