CAPÍTULO VII: BEING CUTE IS EXPENSIVE

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Era la primera vez de Jonathan en una discoteca gay. O en una discoteca, en general. El pobre no sabía dónde era arriba o dónde abajo. Mucho menos sabía por qué toda la gente se pegaba tanto para bailar. Lo único que le hacía sentido era ver parejas del mismo sexo, porque, bueno, estaba en una disco gay.

Pero, de repente, veía parejas aquí y allá que aparentaban ser heteros y se mostraban muy cariñosos entre sí. Y eso volvía a confundirlo. La vida era aún muy extraña para él. Aún no se le daba por bailar, y además no tenía el valor de acercársele a alguien o dejar que alguien se le acercara. Así que estaba solo, a pesar de haber venido allí con Mike y Dimitri.

Mike había desaparecido apenas entraron al antro, y Dimitri se quedó un poco más, hasta que un grupo de animados jóvenes lo llevaron a la pista de baile.

Jonathan lo vio hundirse en aquel mar de cuerpos traslúcidos. Mientrás él se quedaba solo en la barra, con un vaso de cerveza sin alcohol en la mano. Más que aburrido, estaba demasiado nervioso. Miraba de izquierda a derecha, con los hombros alzados. Cuando sintió que una persona se sentó a su lado y lo saludó con mucha efusividad, Jonathan dio un pequeño salto del susto.

-Calma, calma. -Se rio la recién llegada.

Era una mujer muy alta de hermoso cabello rubio, ojos azules y hombros anchos. Vestía un top ajustado y una minifalda muy corta.

-No voy a morderte... -agregó la mujer, antes de acercarse a susurrarle al oído-: Todavía.

Un escalofrío bajó por la espalda de Jonathan, y la mujer volvió a soltar una risita.

-Tu primera vez aquí, imagino -dijo la mujer.

-¿Có-cómo lo sabes? -preguntó Jonathan, muy asombrado.

-Porque estás demasiado nervioso. -La mujer volvió a acercarse, echándole un brazo sobre los hombros-. Y yo puedo ayudarte a relajarte en pocos minutos, ¿qué dices? -Le dio un beso en la mejilla

Jonathan, que será idiota pero no tanto, creía entender lo que la bella mujer estaba implicando. Y comenzaba a entrar en pánico. Porque no todos los días una desconocida te ofrece ayudarte con los nervios, mientras te besa la mejilla muy seductoramente.

«¡Dimitri!», lo llamó en sus adentros y recordó que Dimitri había sido un extraño que lo había besado en la calle. Pero Dimitri era un chico, y la persona que estaba a su lado, era una mujer de hombros anchos cuyo nombre desconocía.

-Yo... -vaciló Jonathan, recordando que aún no estaba cómodo en su papel de adulto responsable de sus propias decisiones. Casi deseaba que su madre saliera de la barra para regañarlo por no estar en casa estudiando o algo.

-¡Marzia! -llamó una voz muy conocida, y antes de que Jonathan pudiera darle una respuesta, la mujer ya lo había soltado. Ella se hallaba muy ocupada luchando con el abrazo del recién llegado.

Mike se había acercado y se encontraba abrazando a la mujer y paseando sus manos por lugares que quedaban fuera de los límites de un abrazo entre amigos.

-Hands off! -le gritó la mujer, llamada Marzia, pero no había enfado real en su voz. Al parecer, solo era un juego entre amigos-. ¿No ves que trato de trabajar?

-¿Qué? ¿Hablas de Jonathan? Él no podría costearte -le respondió Mike.

Algo hizo clic en la cabeza de Jonathan al escuchar "trabajo" y "costear". Entonces, lo entendió todo. Esa era la única manera de que una mujer tan bella le ofreciera compañía. De repente, tenía ganas de desobedecer a Dimitri y vaciar muchas botellas de alcohol en su sistema.

-Todo tiene sentido ahora -musitó y se pidió un whisky.

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