CAPÍTULO VIII: THE ART OF CONCEALING A DICK

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Mientras las bebidas del trío llegaban, Jonathan reconsideraba su valor en la vida. No estaba seguro de ser gay, y las mujeres lo rechazaban de plano o solo se acercaban por su dinero. Aunque estaba muy seguro de que lo último confirmaba lo primero. Pero, eso sí. Algo de dignidad esperaba salvar esa noche.

-Pero sí podría costearla -reclamó Jonathan, honesto e idiota como él solo.

El par, que aún estaba junto en una maraña de miembros entrecruzados, volteó a verlo.

-Imposible. Marzia es una ladrona -dijo Mike, encogiéndose de hombros.

-¡Claro que no! Ofrezco un servicio y cobro por este. Eso no es robar -se defendió Marzia.

-Sobrevaloras tus servicios -rebatió Mike, haciéndose el listo.

-¿Por qué las palabras grandes, Mikey? Decí nomás que cobro muy caro -saltó Marzia, alejándose del chico pelirrojo-. Decí nomás que te revienta que no puedas pagarme.

Iban a comenzar a pelearse, cuando Jonathan los interrumpió.

-¿Cuánto es... la tarifa? -preguntó, algo cohibido, porque, honestamente, ¿cómo preguntas ese tipo de cosas?

-¿Qué? ¿Estás interesado? -preguntó Marzia, muy coqueta, y se acercó a él-. Pues te digo... -Y le susurró una cifra al oído.

La mujer se separó, y Jonathan miró al vacío durante unos segundos.

El barman dejó su vaso de whisky frente a él, y Jonathan de inmediato se lo bajó de un trago.

-A decir verdad, me parece algo bajo -reflexionó, seriamente, sobre el borde del vaso-. Digo, eres una mujer muy bonita.

Marzia definitivamente no esperaba eso.

-Solo por eso, te haré descuento -bromeó, con una sonrisa divertida. Se sentía muy halagada y le costaba creer que el chico fuera sincero.

Mike entonces se asomó por encima del hombro de Marzia.

-¿En serio? ¿Aún cuando la mujer bonita tiene un pene casi tan grande como el mío?

-¡Oye! Eso es un plus... ¡Un plus! -exclamó Marzia.

Jonathan sintió que el alcohol le estaba afectando demasiado rápido, porque le costaba entender lo que había escuchado.

-O sea, ¿Marzia tiene pene? -preguntó, y el par se volteó a mirarlo.

Mike asintió, y Jonathan estudió a Marzia de pies a cabeza, con mucho detalle. Finalmente, después de una exhaustiva observación, preguntó-: ¿Dónde?

Mike se echó a reír en ese momento, y Marzia seguía sin creérselo.

-Tightly tuck between my legs, muchas gracias. -Se acercó a Jonathan otra vez y volvió a notar que el chico se ponía igual de nervioso que antes-. No estás bromeando -afirmó-. Pero qué adorable. -Le rodeó el cuello con los brazos y pegó a Jonathan contra sus pechos-. Olvida el descuento; esto es cortesía de la casa.

-Vaya, qué generosa. ¿Qué tal entonces hacer una promoción de dos por uno? -preguntó Mike, abrazando a Marzia por detrás y acariciándole la mejilla.

-Piérdete, cabeza de fósforo -replicó Marzia, sin dejar de asfixiar a un nervioso Jonathan contra sus pechos.

-Oh, vamos, un trío nunca cae mal. -Trataba de negociar Mike, y Jonathan seguía allí pensando que esa noche acabaría en un trío y él sin poder hacer absolutamente nada al respecto.

De repente, una mano grande tiró de él desde atrás. Pronto, se encontró libre, tratando de decidir si eso era bueno o malo. Podía respirar y tenía libertad, es cierto, pero morir asfixiado por un par de bellos pechos tampoco era mala forma de irse de este mundo.

-¡Aquí nadie tendrá un trío! -sentenció Dimitri, que recién había llegado y ya entendía la situación.

-Pero qué aguafiestas -dijeron Mike y Marzia a la vez, cruzando los brazos como un par de hermanos siendo regañados por sus padres.

Nota: Tuck es lo que hacen las Drag Queen para que no se les vea... el paquete. O sea, Marzia esconde las joyas de la familia apretándolas muy bien entre sus piernas.

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