CAPÍTULO XXII: MORE INTERRUPTIONS

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Marzia estaba emocionada. No podía estarse quieta. Durante la una hora y media desde que Jonathan se había marchado, ya había dejado inservibles la mitad de los utensilios de la cocina; el baño rebosaba de líquido jabonoso; y las sábanas de Jonathan se teñían de rosa en la lavarropas. Finalmente, después de aceptar que nunca sería un ama de casa hecha y derecha, se sentó a ver televisión y tratar de calmarse. Justo en ese momento, el timbre sonó, y Marzia saltó sobresaltada. «¿Será Jonathan? Pero que cita tan corta».

-Oh, Dios. -Corrió a la puerta-. Corazón, una mala cita no significa que... -comenzó a decir mientras abría la puerta, pero se detuvo al no ver que no era Jonathan quien estaba del otro lado-. Mike, ¿qué haces aquí? -preguntó, asombrada de verlo en la puerta.

-¿Jonathan fue a una cita? -preguntó, y Marzia asintió.

-¡Sí! ¿Puedes creerlo? Dimitri al fin... -comenzó Marzia, exaltada y dispuesta a contar todo con más detalles de los que nadie pudiera procesar.

-Marzia -llamó Mike, y Marzia calló de inmediato al oír ese dejo de dolor en su voz.

Se quedaron callados. Marzia no sabía qué decir y Mike estaba demasiado metido en sus pensamientos como para hablar.

-¿Quieres pasar un rato? -le invitó Marzia, y Mike solo pasó sin responder. Fueron a la sala, Marzia trajo unas bebidas enlatadas y solo se sentaron a beber, hablando de vez en cuando.

-Mike, sé que no quieres responder esto, pero... necesito saber. -Marzia se animó a preguntar en un punto de la conversación-. ¿Tú sientes algo por...?

Y el timbre volvió a sonar. Marzia lanzó una maldición y se levantó enfadada a ver quién la había interrumpido en un momento tan importante.

-Más vale que... -comenzó a refunfuñar mientras abría la puerta, pero se detuvo de inmediato-. Hell, no! -exclamó al reconocer a Sofía del otro lado y se dispuso a cerrar la puerta, pero no contó con los rápidos reflejos de Sofía para mantenerla abierta.

-¿Cita? ¿De qué cita hablas? -preguntó la chica, muy demandante, empujando la puerta para que Marzia no la cerrara.

-¡Ninguna que te importe! -respondió Marzia y trató de cerrarla, pero la pequeña Sofía tenía más fuerza de la esperaba-. Vete de una vez. No tienes nada que hacer aquí.

-¡Tú no tienes nada que hacer aquí! -enfatizó Sofía.

-¡Yo vivo aquí!

-¡Eso no lo acepto! -Sofía se plantó, comenzando a abrir la puerta para hacerse paso.

-Enana gruñona, vete de una vez -siseaba Marzia, empujando con todas fuerzas.

Ambas se ponían rojas del esfuerzo, ninguna con planes de ceder un solo paso.

Mike se acercó y observó la escena.

-Así que esta es Sofía -concluyó, y ambas mujeres se detuvieron para voltear a verlo.

-¿Y tú quién eres? -preguntó Sofía y pasó a mirar a Marzia-. ¿Te atreves a traer a tus sucios novios a la casa de mi hermano? ¡Serás puta! -gritó Sofía con todas sus fuerzas, y Marzia se encendió.

-¡Y con orgullo! -respondió Marzia-. ¡Era la puta mejor pagada de esta zona!

-¿Eh? -Sofía retrocedió, tratando de procesar lo que acababa de escuchar-. ¡Mientes! -negó la chica.

-No, no miente -interrumpió Mike, parándose al lado de Marzia-. Era muy buena, pero lamentablemente ya no ejerce. -Dio otro paso para quedar más cerca de Sofía-. Aunque corres con suerte, porque estoy yo aquí y puedo explicarte paso a paso lo que venía en el paquete Premium de Marzia... -susurró, coqueto.

Los colores se le subieron al rostro a la chica. Parecía a punto de explotar. Mike se sonrió. Ambos hermanos eran tan fáciles de molestar. Sin embargo, no contaba con lo que sucedió a continuación.

-¡No! -gritó Sofía y empujó a Mike, que cayó al suelo-. ¡No quiero a nadie más que Marzia! -agregó la pequeña, mordiéndose la lengua al captar lo que acababa de decir.

-Hell, no! -exclamó Marzia, al comprender lo que Sofía había revelado inconscientemente, y cerró la puerta de golpe-. ¡Llamaré a Jonathan!

Mike, que seguía en el piso, atónito por la fuerza de la pequeña mujer, tardó un poco más en entender que lo había sucedido. Sofía le hablaba desesperada a la puerta, tratando de explicarle a Marzia -y a sí misma- que sus palabras no significaban lo que parecía que había significado. Y Mike se mató de la risa en el suelo.

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