«Oh, no. No, no, no, no. Esto no puede estar pasándome. No a mí. No hoy». Kibum, Key para los amigos, se encontró de pronto con aquellos fuertes brazos rodeándolo, unos con los que llevaba
soñando meses, mientras aquella boca descendía sobre la suya para darle el beso más tórrido, decadente y abrasador que le habían dado jamás. Su cerebro dejó de funcionar en el segundo en
que sus labios se rozaron, su corazón latía apresurado, salvaje, como si planeara abandonar su pecho, mientras sus rebeldes -y muy traicioneras manos- rodeaban el cuello del hombre que estaba dándose un suculento festín con su boca.
Sintió la caricia antes de que lo rozara, su aliento era cálido contra su piel, la humedad de su lengua incendiaba su sangre como solo un hombre como él
podía hacer. Uno que no era en absoluto para el. ¿Choi Minho, el sex symbol? ¿Minho el rico, maleducado y cochino? ¡No! ¡No podía ser! Tenía que acabar con aquella locura en aquel mismo instante.«Solo un minuto más». Suplicó esa parte de sí que se obligaba a mantener oculta la mayor parte de los días. Un joven no podía medrar en la vida si se convertía en puro fuego cuando un hombre lo tocaba y Key había aprendido eso por las malas, así que no pensaba dejarse llevar.
En un momento pararía, ya estaba parando.
El mundo parecía haber dejado de existir. Las voces de sus compañeros de trabajo silbando y cantando vítores mientras el ser más pecador y caliente del mundo se apoderaba de el y lo convertía en una mera masa de huesos y músculos derretidos, sin posibilidad alguna de pensar, irrumpieron de nuevo en su mundo, cuando los labios de Minho lo dejaron ansiando más.
Sintiendo el frío que su ausencia dejaba en cada diminuta célula de su ser. Sus ojos lo atraparon, pero su hechizo no le impidió ver la socarrona sonrisa que ya estaba esbozando y que lograba hacer aparecer las arruguitas propias de esa expresión. Aquellas que siempre le habían parecido tan sexys.
—Vaya, Kibum. Nunca lo hubiera creído. Sabes tan bien...
Alguien habló antes de que el tuviera tiempo de responder algo, cualquier cosa, salvándolo del inminente ridículo.
—Ey, jefe. Si sigues así vamos a tener que pagarte una noche de hotel o cerrar los ojos. —El coro de risas los rodeó, haciéndolo sentir completamente incómodo. Rompió el contacto y lo fulminó con la mirada.
Pasada la enajenación mental transitoria y superado el momento:
—No vuelvas a acercarte a mí —exigió. Le hubiera gustado que su voz no titubeara, pero no logró reunir toda su concentración. Le temblaba la barbilla, las piernas apenas la sostenían y su
traicionero corazón seguía latiendo tan rápido como al principio. Estaba claro que aquel hombre lo volvía del revés y aquello no era algo que se pudiera permitir—. No me toques.
Minho arqueó una ceja divertido y no solo no lo soltó sino que lo pegó a su cuerpo y apretó su trasero.
—¿Y se puede saber quién me lo va a impedir? —murmuró en su oído, haciendo que su aliento le rozara la sensible piel del cuello—Porque acabas de derretirte entre mis brazos, nene, y no puedo decir que no me guste.
Kibum contuvo el aliento, tratando de reunir toda la fortaleza necesaria para plantarle cara y apartarse de él.
—No me gusta —contestó en cambio, sin moverse ni un ápice de su lugar—. No me gusta nada.
—Mientes.
De nuevo los empleados, aquellos que habían trabajado con el durante los últimos cuatro años, compartiendo momentos profesionales y nada más, lo traicionaron. Sabían que odiaba mezclar el trabajo con su vida privada, quizá se vengaban de el por todas las veces que había decidido corregir, sugerir o cambiar algo en pro de la perfección total, quizá sin consultar.
—¡Bésalo otra vez o sal de ahí! —Se burló Woohyun, reconoció su voz porque hasta hacía bien poco había sido amigo suyo. O todo lo amigo que podía llegar a ser alguien con quién quedabas para
tomar café en la hora de descanso.—Vamos nene, saca la fiera que llevas dentro —sugirió Taemin, de contabilidad—. Deja el pabellón bien alto.
«¿Es que acaso todos se habían vuelto locos?», pensó para sí, completamente perdido en las sensaciones que la recorrían haciéndole desear más, mucho más, cosas tan salvajes como arrancarle
la ropa, saltar sobre él y devorarlo.—No vamos a decepcionarlos, ¿verdad? —preguntó Minho acariciando su rostro y colocando el travieso mechón que había escapado de peinado—. Tendrás que besarme... —empezó, bajando la voz un instante después solo para Kibum, con un reto claro entre los dos —. Si te atreves.
Las voces seguían exigiendo y reclamando, Kibum sabía lo que todos esperaban, lo que querían, lo que sabían que el nunca haría y no pudo evitar pensar:«que les den». Se irguió, se quitó las gafas, se puso de puntillas, lo abrazó y le dio el beso que siempre había soñado darle. Cada Navidad, durante los últimos años, cuando había ansiado y evitado a partes iguales coincidir junto a él en aquel lugar. Justo bajo el muérdago.
¿Cuántos habían estado en su puesto en el pasado? Casi todos, pero no le importaban. Ninguno de ellos lo hacía. Era su turno y Choi Minho se iba a enterar exactamente de lo que era besar a Kim Kibum
***
Cuando los labios de Kibum tocaron los suyos, Minho se volvió completamente loco. Lo que planeaba ser un momento de risas y aprieto (para Kibum, por supuesto, nunca para él), se convirtió en algo más. Algo letal, emocionante y apasionado.
Su cuerpo reaccionó en respuesta ante el deseo de aquel y mientras su miembro se erguía buscando consuelo, las manos de Key lo reclamaron y su boca lo poseyó. Minuciosa y abrasadoramente. ¿Cuánto habría bebido?. Los gritos de nuevo los rodearon trayéndolo de vuelta a la realidad, el se alejó, poniendo espacio entre ambos y con un brillo salvaje en la mirada. Algo que nunca había visto antes o que, quizá, no había querido ver. Sus felinos ojos nunca le
habían producido una respuesta tan desconcertante como aquella. Si había una hombre que no le atrajera sexualmente hablando ese era el señor Kim. Siempre tan autoritario, rígido y lejano. El más serio y distante, el más frío. Se cuadró frente a él y alzó la barbilla, lo enfrentó sin miedo y tuvo
la audacia de sonreír, era como si estuviera gritando a pleno pulmón:«jaque mate». Y lo cierto era que lo había dejado completamente K.O.Kibum puso espacio entre ambos, le dio la espalda y volvió junto al grupo de gente con el que había estado antes de que llegara. No sabía quién lo había empujado a sus brazos, pero tenía que
descubrirlo, se merecía un aumento. Le había abierto el campo de juegos y a Minho le encantaba jugar. Sonrió, el había dejado abierto un reto, había lanzado el guante a sus pies y Choi tenía todas las intenciones de recogerlo. ¿Creía haber ganado? Pronto le iba a demostrar que los hombres como
Minho jamás perdían, seguramente antes de que terminara el año estaría comiendo de su mano.Miró el reloj, casi era medianoche, quedaban un par de días para Nochebuena y al día siguiente
tendrían que trabajar, así que decidió dar por concluida la fiesta.Mientras lo veía alejarse, sonriente y sin preocupaciones, con aquel feo traje unisex, que disimulaba todo el cuerpo que había palpado hacía un momento, y el desordenado cabello, supo que tenía que hacerlo suyo, aunque fuera por un breve momento. Necesitaba descubrir el secreto que ocultaba bajo aquel envoltorio que no parecía ser más que un disfraz.
La reacción de su cuerpo, materializado a través del dolor de su entrepierna, le recordó el placer que le reportaba la caza, especialmente cuando el cazador seleccionaba a su presa. Ahora solo era
cuestión de esperar. Surgiría el momento, ganaría aquella apuesta. Una que había hecho consigo mismo y en la que se moría de ganas de participar.Kibum iba a descubrir lo que era un hombre de verdad y ni siquiera lo vería llegar.
«Ya eres mío, gatito. Vamos a jugar».
hola espero les vaya a gustar esta nueva adaptacion. con la otra que habia empezado ps tuve un problema por derechos de autor y wattpad la borro. Espero que esta no 7.7 jaja buenos ya nos estamos viendo . byeeee
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Un beso bajo el muérdago- (MINKEY)
FanfictionKim kibum no tenía ni idea de qué hacer cuando se encontró en medio de la fiesta de Navidad de su empresa junto a su jefe, el irresistible e insensible Choi Minho, en un una situación ¡de crisis! ¡Crisis de placer! Con las voces de todos sus emplead...